26. “HIMNO A LA ALEGRÍA”
Dº Andrés Amorós
Académico Correspondiente en Madrid +

26

miércoles
6 mayo
2020

días de la pandemia / 26
Dº Andrés Amorós, Académico Correspondiente en Madrid

“HIMNO A LA ALEGRÍA”

         En los momentos de tribulación, resulta especialmente adecuado escuchar el tiempo final de la Novena sinfonía de Beethoven: una de las obras más populares de toda la música clásica, declarada, desde 1972, símbolo de la Unión Europea.

         Ya se planteó Beethoven poner música al poema de Schiller en 1793, cuando tenía 23 años: le escribió a la hermana del poeta, preguntándole si él aceptaría que lo hiciera un joven músico, poco conocido. La concluyó 31 años después, en 1824, tres años antes de morir.

         En su poema, Schiller había sustituído “Libertad” (“Freiheit”) por “Alegría” (“Freude”).  En 1824, Beethoven sufría su progresiva sordera, tenía dificultades económicas, pleitos familiares… Con gran audacia, decidió combinar la parte instrumental con la voz; luego le seguirán Listz, Mahler, muchos más.

  Cantan el bajo y el coro:

         “¡Alegría!, bella chispa divina,
           hija del Elíseo,
           ebrios de tu fuego, penetramos,
           ¡oh celeste!, en tu santuario”.
         Continúan el tenor y el bajo:
         “Todos los seres beben la alegría
           en el seno de la naturaleza.
           Todos los buenos, todos los malos
           siguen su senda florida (…)
           y el querubín llega ante Dios”.
         Repite el coro la frase: “… ante Dios”.

  El cuarteto de solistas, el coro, la orquesta, todos se unen en un final grandioso:

         “¡Abrazaos, multitudes!
           ¡Un beso al mundo entero!
           Hermanos, sobre la bóveda estrellada
           debe habitar un Padre amoroso.
           ¿Os arrodillais, multitudes?
           Mundo, ¿presientes a tu Creador?
           Búscalo más arriba de la bóveda estrellada.
           Sobre los astros debe habitar”.

         En el estreno, en Viena, el 7 de mayo de 1824, Beethoven, que no oía nada, se colocó en un asiento, a la derecha del director, marcando los tiempos. La novedad de la obra sorprendió a los críticos: “Una monstruosa locura, el último detalle de un genio que está expirando… Un gran error de un maestro, aislado del mundo por la sordera… Los más ardientes admiradores de Beethoven, si es que les queda sentido común, deberán deplorar con toda su alma que se haya dado publicidad a una obra tan absurda”. (Una lección de modestia para todos los que hacemos crítica). Gracias a Mendelssohn y a Wagner, el público comenzó a admirarla.

         Hoy, es un tópico compararla con los frescos de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina: dos de las más grandiosas creaciones del espíritu humano. Simbólicamente, Furtwängler la dirigió en Bayreuth, después del nazismo y de la guerra.

         Alegría, libertad, fraternidad de todos los seres humanos… Además de su belleza, esta música nos da un mensaje de humanidad. Se puede resumir en el lema de Goethe: “Por el dolor, a la alegría”.

6 Mayo 2020
Andrés Amorós

25. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (II)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

25

miércoles
6 mayo
2020

días de la pandemia / 25
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (II)

Toco marchas para vencidos y víctimas

WALT WHITMAN

      ¿Cuántas personas, ciudadanos, ciudades, asentamientos humanos, países, naciones, Estados, se encuentran objetivamente en las fronteras del mundo a pesar de los cantos en sordina de lo que estamos llamando progreso y desarrollo? Los actores sociales quedaron sumergidos por el engranaje de la competitividad y de la sociedad mediática. Si alguien escapó fue por decisión propia de reclusión y silencio de monasterio en donde el poeta busca desesperadamente que los versos se abran paso y que no se conviertan en ecos de desierto.

       Hoy podemos vislumbrar que la solución de la situación caótica del mundo ha de ser «cultural» y «educativa» (lo que los japoneses calificaron, los primeros, de «desarrollo humano»). La trágica crisis global que origina la pandemia de COVID-19, está mostrando la ausencia de una efectiva autoridad mundial que coordine la acción a escala planetaria. Ello es debido a que se están aplicando a la lucha contra la pandemia parámetros de sociedades con fecha de caducidad, cuyas prioridades siguen marcadas por esquemas de exclusiva competitividad económico-financiera que no consideran a la persona humana como el más relevante motor de la solidaridad y beneficiario y renovado factor de producción de bienes y servicios, así como de ocio socialmente útil. Lo estamos constatando en España: la pandemia en dos meses casi nos ha retrotraído a escenas y hechos los años de 1940, con un trágico panorama que ha robado probablemente más de cinco millones de empleos, a los que se suma la economía informal no declarada. Y con 21 millones de personas -por ahora- dependiendo de las arcas del Estado. Es la consecuencia de un imprevisto ataque exterior por un virus letal para la salud y para la sociedad en su conjunto.

       Atravesamos una transición global y apenas nos damos cuenta. Las culturas del mundo (incluida la cultura científica y tecnológica) son como «placas tectónicas» siempre en movimiento. Son personas las que crean las bases culturales de las sociedades, de la política, de la economía. De ellas van surgiendo los cambios y las transformaciones. Y podemos afirmar que se nos presenta harto complejo predecir que volveremos a tiempos mejores del pasado. La «sociedad industrial» que renace tras la II Guerra Mundial y que garantiza un par de décadas de bienestar (salario mínimo interprofesional, vacaciones pagadas, objetivos de pleno empleo, negociación patronal-sindicatos, sólidas democracias formales, muchas de ellas cimentadas en pactos de gobierno entre izquierdas, derechas y centro…etc.) ya no volverá…en años. Hemos entrado en la sociedad de la comunicación y de la información (2.0) bajo el paraguas de los fuertes procesos de globalización económica y financiera. Estamos en tiempos de desindustrialización, de deslocalización y de hegemonía del capital financiero transnacional. Las sociedades cambian a un ritmo imprevisto y aquellas «placas tectónicas» latentes se agitan. De aquí, la descolocación, por ejemplo, de los sindicatos, de la patronal y de las viejas estructuras organizativas de los partidos políticos. Se siguen manteniendo pautas y esquemas autorreferenciales como si todavía estuviésemos en la sociedad industrial que siguió a la II Gran Guerra. Por ello, los mensajes no pasan y vemos resurgir de aquellas «placas tectónicas» nuevos actores sociales, que reivindican su individualidad y, con gran sorpresa de todos, tienen como único asidero la Declaración de los Derechos Humanos Universales. Al mismo tiempo, la ciencia, las neurociencias y las nuevas tecnologías aplicadas han desbordado toda previsión, pero es de imaginar con unas prioridades que le han impedido anticiparse a la pandemia. Pero las filas están formadas, de inmediato, para llegar, el primero, al fármaco eficaz y a la vacuna segura, con una producción industrial de 7 mil millones de unidades. Es guerra fría como lo fue la primera llegada a la Luna y el descubrimiento de la bomba atómica. Hoy, en cuestión de segundos, un solo videojuego puede llegar a más de 10 millones de teléfonos móviles; ya está en preparación un marcapasos para el corazón de tamaño inferior a medio grano de arroz que se podrá reprogramar con un teléfono móvil; es muy probable que las grandes enfermedades se venzan de aquí a 30 años (alzheimer, cáncer, sustitución de tejidos…etc.), mientras sigue matando el paludismo por no darle prioridad de rentabilidad a una vacuna que aún no existe. La esperanza de vida en sociedades digitales y de investigación avanzada llegará a los 120 años. Las viejas fábricas de la sociedad industrial que nacieron con la revolución industrial, se desplazarán sin duda a los laboratorios de investigación y al campo de las industrias culturales y medioambientales. No se trata de ciencia ficción. Son constataciones que ya podemos hacer de forma experimental, sin excluir la gran tentación para algunos de las armas bacteriológicas, químicas, de destrucción masiva. El terrorismo, islamista o no, son clientes en la invisible sala de espera.

     Estamos ante una carrera inimaginable de la ciencia y de sus incidencias en el desarrollo de las nuevas sociedades posindustriales. Ello no quiere decir que las enormes desigualdades sociales y entre países se vayan a superar de la noche a la mañana. Más bien, podríamos afirmar lo contrario. ¿Cómo se pagarán las pensiones a una población con esperanza de vida de 100/120 años, quizá dentro de 3 décadas, en zonas altamente desarrolladas? ¿Cómo se distribuirá equitativamente el nuevo conocimiento entre todos los países del mundo? ¿Cómo se regulará la producción agrícola para alimentar a más de 10 mil millones de habitantes en 2.030? ¿Cómo irán encajando las piezas de este  «Cambio de Era» para que la población, cada vez más globalizada, pueda beneficiarse de los adelantos científicos, de la aplicación de las nuevas tecnologías en medicina, educación, formación, soportes culturales, nivel de vida? ¿Cómo se sustentará el consumo de agua, luz, electricidad, vivienda, bienes de primera necesidad? ¿Habrá suficientes recursos para financiar una educación para todos? Si en 2019 hubo un movimiento de población de 1.200 millones de personas (turismo de masa), ¿cómo se podrá prever los efectos inducidos de esos movimientos, junto al de los contenedores, que podrían multiplicarse por dos o por tres? Ante estas cifras, será necesario establecer una política sanitaria de enorme envergadura a nivel mundial. 

     Este panorama, en donde subyacen importantes retos medioambientales y de conservación del Planeta, si se produce de forma desordenada y no regulada a escala planetaria, nos presentará la otra cara de la moneda: conflictos y enfrentamientos en zonas que pensábamos ya estaban inmunes; grandes desigualdades; nuevas formas de conflictos sociales; ampliación de las zonas de hambre, miseria, enfermedades, epidemias, pandemias, desempleo masivo, nueva modalidad de analfabetismo, fanatismos desesperados, proliferación de guerras… ¿Quién podía imaginar la guerra de Ucrania en la Europa segura y bienpensante? Todo país del mundo que no se dote de un motor de desarrollo científico y digital 2.0, con resolución de la desigualdad del cálculo numérico, y que al tiempo no incremente considerablemente los niveles educativos, y la democratización del conocimiento científico, será víctima de una mayor exclusión que la actual, cuyas consecuencias para la seguridad de la especie humana y la paz internacional son imprevisibles.

     Estamos en un «Cambio de Era» y la presión en el alumbramiento de la generalización de la sociedad digital 2.0 cada día es más evidente. Ello nos lleva a afirmar que hay que resolver los problemas pendientes -que son muchos- de este modelo de sociedad que toca a su fin, e ir abriendo las compuertas hacia ese otro modelo que ya está presente. La transición no será nada fácil porque tocará a todos los sectores. Llegará un momento en que parámetros y referencias económicas (ya está ocurriendo) como los indicadores macroeconómicos, la prima de riesgo, los sanatorios de viejas empresas, la renta per cápita, incluso los índices de consumo, dejarán de ser válidos porque otro tipo de relaciones económica con cada vez mayor peso internacional, los irán sustituyendo. Volverá a la palestra, con mayor fuerza orientadora, los nuevos índices de desigualdad y se resucitará la curva de Lorenz, entre otros materiales de trabajo. Los efectos de la COVID-19 ya los estamos constatando y los observaremos en su repercusión a través de los próximos diez años. Creo sinceramente que quien no vea, desde ahora, cambios en las sociedades es que está guiado por ceguera analítica. La pandemia no puede ser una coartada, aunque para algunas podría serlo.

     La corrupción y la codicia no lo explican todo. Puede que respondan a los fuertes cambios en las sociedades contemporáneas desreguladas, como también puede que así sea en lo que se refiere a la desafección a las antiguas estructuras organizativas políticas y sindicales. La nueva sociedad, en la que ya estamos (y que se podía prever observando el movimiento de esas «placas tectónicas» latentes pero cada vez más manifiestas en todo lugar, a las que me he referido), está pidiendo un nuevo lenguaje y, sobre todo, nuevos instrumentos para que los nuevos actores la vayan definiendo y modelando. En esta perspectiva se ha colocado el Papa Francisco desde su observatorio privilegiado que él llama «periferias existenciales de la Casa Común” y que uno de los maestros de la sociología contemporánea, Alain Touraine, a sus 90 años, califica como «fin de las sociedades» tal como las hemos vivido hasta nuestros días.

     Los trabajos prospectivos, así como nuevos modelos de simulación, son de una necesidad inexcusable para intentar prever lo que ocurrirá de aquí a sólo 30 años. A pesar de la globalización, se constata que hay un mayor protagonismo, a todos los niveles, de la diversidad de las culturas y de los hechos culturales, de la epidemiología y de la biología molecular apoyada por los cálculos numéricos, a los que hay que abrir nuevos cauces. Esa diversidad cultural nace de esas «placas tectónicas» en continuo movimiento en donde habitan los ciudadanos de este mundo, la mayor parte en estado de indigencia derivado de la pandemia, que esperan contribuir a construir ellos mismos su propio devenir. A veces, el cortoplacismo de los políticos, el electoralismo y el apego a los trepidantes ritmos del día a día no dejan ver la profundidad y la gravedad de la problemática. La COVID-19 es un ejemplo irrefutable de falta de previsión analítica y de prioridades en la investigación básica y en las estructuras de salud y sanidad pública y privada. La búsqueda de un fármaco eficaz y una vacuna contra el actual coronavirus que hace estragos, ha desencadenado una guerra comercial e industrial que podría conducir a una guerra caliente entre Estados Unidos y China, y a un desmantelamiento del policentrismo multilateral y solidario.

     No creo haya otra salida para regular, con justicia distributiva y equidad, nuestro propio caminar y el de las generaciones futuras, en paz y armonía, que trabajar todos para ir construyendo una alianza de valores, lo que implicaría, con carácter de urgencia, la generalización de la educación basada en valores universales en donde se dé primacía a la dignidad de cada persona y en donde vayamos sustituyendo el concepto de interés general por el del bien común. Todo un programa que transciende fronteras, pero que ha de empezar en nuestros entornos más próximos, y que ha de «humanizar» sin compás de espera a la nueva globalización que tendrá sombras y también luces para que, al menos, facilite ver más próximo «al otro» que hasta ahora lo considerábamos como el ignoto extranjero. No veo a las Superpotencias, que por definición están en competición, poniendo orden al desorden actual del mundo. Pienso que el necesario mecanismo regulador sigue encontrándose en una ONU que se fundó en la Conferencia de San Francisco tras la II Guerra Mundial y que requerirá una refundación tras la actual pandemia devastadora. Urge una autoridad ética y moral universal.

(6 Mayo 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

23. QUIRÓPTEROS
Dª Aurora Luque
Académica Electa +

23

domingo
3 mayo
2020

días de la pandemia / 23
Dº Aurora Luque, Académica Electa

QUIRÓPTEROS

Escribí este poema cuando se difundieron en la prensa noticias sobre el origen de la epidemia de Ébola: por pura necesidad, en algunos lugares de África los murciélagos se consumían como alimento humano. Curiosamente, la pandemia actual parece originarse a partir del consumo del mismo animal aunque por motivos diferentes. El murciélago, siempre protagonista de fábulas siniestras y letales.
 
 
Quirópteros
 
 
Atención: se ha escapado de libros y pantallas
un mito occidental. Y como un monstruo
habita entre nosotros, con su séquito
de pánicos ahora.
                                 Antes era un morboso
asunto de succiones entre adultos.
Castillos quebradizos, capas negras y damas
con los cuellos muy pálidos,
féretros con resorte, mordiscos voluptuosos.
Después vinieron góticos adolescentes nórdicos,
exangües, inquietantes criaturas urbanitas.
El verbo se ha hecho carne, membranas, garras negras,
ojos alfilerinos. Previsto no lo estaba.
El vampiro ha mutado de costumbres.
Ahora el mito se vuelve africano y solar.
Un niño hambriento chupa unos cartílagos
y la sangre le brota por los ojos.
 
Y no salva el amor como en el cine.
 
 
AURORA LUQUE
Del libro Personal & político, col. Vandalia,
 Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2015

21. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (I)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

21

viernes
1 mayo
2020

días de la pandemia / 25
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (I)

El enclaustramiento colectivo deja un margen notable al pensamiento.  La hora es muy propicia a los filósofos, sociólogos, psicólogos sociales, así como a los nuevos tecnólogos con capacidad de leer los hechos y de adentrarse de mano de la prospectiva en el diseño teórico de modelos de sociedades para el día después. Sería ingenuo razonar que ese día después llegará cuando finalice las etapas, en todos los países, de la última fase de la desescalada o con una supuesta inmunización del 70% de las poblaciones. Ni una cosa ni otra está demostrado. Como tampoco está demostrado que los no infectados deseen voluntariamente contagiarse para adquirir una incierta inmunización. En tal caso, sería casi preferible ofrecerse como cobaya voluntaria en las experimentaciones clínicas que ensayan proyectos de vacunas. Atravesamos una gran incertidumbre, regida por el miedo, que es sin duda miedo a la muerte, a la ignoto, y terreno abonado a las utopías razonables.

Una de esas utopías razonables se podría resumir en los instrumentos básicos de supervivencia, muy útiles en los periodos de confinamiento: vivienda, alimentos, higiene y alfabetización sanitaria, máxime cuando los especialistas de epidemias globales y de la Organización Mundial de la Salud no excluyen, -ya que el virus sigue presente en nuestras sociedades-, una segunda e incluso tercera ola, tras el verano europeo, que podría llevar a un nuevo confinamiento. Esto, caso de no encontrarse el fármaco eficaz y la vacuna. Por ello, son muy adecuados los consejos para no bajar la guardia ni  inundar espacios de actividades masivas. 

Los hechos son como son hasta que dejen de serlo. Pero algo ha cambiado en profundidad aunque se intente edulcorar con un discurso para evitar el pánico social. Creo encontrarme entre los que piensan que con unos indicadores macroeconómicos previsibles que nos retrotraen a los años de 1940 (Francia incluida, así como Estados Unidos o Alemania para citar algunos ejemplos) las cosas no pueden volver al ex ante de la pandemia mundial. El consumo está tocado en las dos alas, lo que tendrá una indudable incidencia en los problemas sociales, como afirmaba en noviembre de 1970 Manuel Castells en la revista Espaces et Sociétés: «Que los problemas urbanos, expresión directa del proceso social de consumo colectivo, estén en el centro del conflicto político de las sociedades industriales, es algo conocido desde hace tiempo». El ahorro también está tocado en sus orígenes. Y la inversión parece difícil se reactive con la globalización financiera que no escapa a la crisis planetaria. La problemática es de enorme calado a la espera de los flujos de dinero de organizaciones supranacionales, como lo es la Unión Europea, con sus límites cuantitativos y con sus contrapartidas que serán exigentes. Si se logra un equilibro entre consumo e inversión -dicen los clásicos- estaríamos salvados. ¿Quiénes estaríamos salvados porque el análisis es global y no regional? Keynes ha vuelto y el Nobel Samuelson con su dilema “cañones o mantequilla”.

Al nacer -y aquí llega la utopía- se dice nacemos iguales ante la Ley, pero desiguales conforme al entorno social en el que se nace no por voluntad propia. A cada recién nacido podría adjudicársele una hectárea de tierra cultivable para autoabastecimiento primario y una funcional vivienda para futuros y eventuales enclaustramientos. Los propietarios individuales (y sus futuras familias) entraría en conexión cooperativa con los otros pequeños propietarios: unos producen leche, otros, carne, los demás hortalizas y trigo para hacer pan. Y pozos, artesianos o no, para beber. Sin excluir alguna viña para el vino, y frutales. Economía de subsistencia universal que sería el motor de la nueva reindustrialización y de la agroindustria. Perfilaría un nuevo diseño de asentamientos humanos que descargarían a las grandes ciudades o a las de talla media y a las megalópolis. No me inspiro en Fourier, el socialista utópico, ni en la beat generation. Es una utopía razonable porque se origina en la razón práctica que piensa en la actual desolación humana del fin de las sociedades que hemos conocido y que no es referencia de crónicas escritas, radiadas o televisivas.  

Personas humanas con una seguridad de base que serían motores de la nueva industria y de los renovados servicios. Que borrarían del léxico a la «España vaciada». Claro, con una educación potente para todos, en donde la filosofía, los clásicos, las nuevas tecnologías y las materias científicas se articulen en un curriculum interdisciplinar, como la interdisciplinariedad que se ha practicado en las UCI y en los laboratorios de investigación y de «tormenta de ideas». Demasiado utópico para las mentalidades que hemos ido estructurando. Lo reconozco. Y soy consciente de que se volverán a cometer los mismos errores en la socio-dinámica que prevalece en nuestras hoy heridas sociedades. Esperemos se eviten aquellos errores más devastadores a nivel global, y a todos los niveles.

(1 Mayo 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

20. Tríptico de la fragilidad
Dº Francisco Ruiz Noguera, Académico de Número y Bibliotecario
+

20

jueves
30 abril
2020

días de la pandemia / 20
Dº Francisco Ruiz Noguera, Académico de Número y Bibliotecario

Termina abril de 2020


 Traigo a estas páginas de «Días de la pandemia» dos fragmentos del comienzo de The Waste Land (La tierra baldía) de T. S. Eliot, en traducción de José María Valverde.
 
T. S. Eliot: The Waste Land (1922) La tierra baldía

1. «El entierro de los muertos»
 
                        Para Ezra Pound
                        Il miglior fabro
 
Abril es el mes más cruel, criando
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
turbias raíces con lluvia de primavera.
El invierno nos mantenía calientes, cubriendo
tierra con nieve olvidadiza, nutriendo
un poco de vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió, llegando por encima del Starnbergersee
con un chaparrón; nos detuvimos en la columnata,
y seguimos a la luz del sol, hasta el Hofgarten,
y tomamos café y hablamos un buen rato.
Bin gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deucht.
Y cuando éramos niños, estando con el archiduque,
mi primo, me sacó en un trineo,
y tuve miedo. Él dijo, Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y allá que bajamos.
En las montañas, una se siente libre.
Yo leo, buena parte de la noche, y en invierno me voy al sur.
[…]
Ciudad irreal,
bajo la niebla parda de un amanecer de invierno,
una multitud fluía por el Puente de Londres, tantos,
no creí que la muerte hubiera deshecho a tantos.
Se exhalaban suspiros, breves y poco frecuentes,
y cada cual llevaba los ojos fijos ante los pies.
Fluían cuesta arriba y bajando King William Street,
a donde Santa María Woolnoth daba las horas
con un sonido muerto en la campanada final de las nueve.
Allí vi a uno que conocía y le paré, gritando: «¡Stetson!
¡Tú, que estabas conmigo en las naves en Mylae!
Ese cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
¿ha empezado a retoñar? ¿Florecerá este año?
¿O la escarcha repentina le ha estropeado el lecho?
¡Ah, mantén lejos de aquí al Perro, que es amigo del hombre,
o lo volverá a desenterrar con las uñas!
¡Tú! hypocrite lecteur! -mon semblable, -mon frère!».
 
 
Francisco Ruiz Noguera

19. SE AYUDA QUIEN AYUDA
Dº Sebastián García Garrido
Académico de Número +

19

miércoles
29 abril
2020

días de la pandemia / 19
Dº Sebastián García Garrido, Académico de Número

TÍTULO SE AYUDA QUIEN AYUDATécnica: Dibujo vectorial
Medidas: 175 x 236 cm.
Fecha: 2013

Un cartel con un mensaje eterno al que estos días volvemos la cabeza.

El proyecto To be continued… organizado por el Estudio Buenavista Obra Social esta campaña invita a 35 diseñadores ya artistas, a que a través de su obra, comuniquen la necesidad de la donación de órganos.

Los diseñadores Eduardo Arroyo, Enrique Acosta Naranjo, Lorenzo Bennassar, Alberto Corazón, Marta Corcho, Manolo Cuervo, Daniel Diosdado, David Díaz-Cantelar, Joaquín Gallego, Raúl Gómez, Sebastián García Garrido, Antonio Herráiz, Bernardo Jiménez Tomán, Luis Jarillo (Manigua), Ana Lorente Cazenave, Carlos Laínez, Fernando López Cobos, Virginia Laceras, Segundo Leria, Fernando Molina, Manuel Ortiz, Pepe Oyárzabal, Antonio Pérez Escolano, Jacobo Pérez Enciso, Paco Pérez Valencia, Paco Peregrín, Andi Rivas, Juan Romero, José Ramón Sierra, Juan Suárez Ávila, Martín Santiago, Manuel Moreno, Juan Toribio y Joseph María Trías, usan el poder comunicativo del cartel como instrumento para luchar por la vida, transmitiendo a la sociedad un mensaje de esperanza y solidaridad en relación a la donación de órganos.

El proyecto se inicia en la Avenida de la Constitución de Sevilla con una exposición en la calle que sorprendió a miles de ciudadanos en plena campaña de Navidad con 35 carteles impresos en dibond de 175 x 236 cm .

Domestika.org

18. En tiempos de zozobra
Dº Carlos Taillefer de Haya
Académico de Número +

18

martes
21 abril
2020

días de la pandemia / 18
Dº Carlos Taillefer de Haya, Académico de Número

EN  TIEMPOS  DE  ZOZOBRA II

Homenaje a  Ramón  TRECET
Hoy va de Música.


Para recordar la sintonía que durante muchos años abría y cerraba el programa “Diálogos 3” en RNE3.  CLANNAD (Harry`s  Game)

Que bueno sería en estos tiempos de zozobra oír  músicas de Vanguardia, New Age, Tradicionales y Étnicas.

Y qué finales de programa con esa frase rotunda y definitiva con la que TRECET  despedía cada programa:

“Buscad la BELLEZA. Es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo”

Aquí tenéis un brevísimo resumen de 57 minutos con una muestra de muchísimos de los descubrimientos musicales, que tuvimos la oportunidad de conocer gracias a  Ramón  TRECET.