La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga lamenta el fallecimiento, a los 89 años, del escritor Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936-Lima, 2025), Académico de Honor de nuestra Institución desde su nombramiento en marzo de 2010.
En septiembre 2018 tuvo lugar, en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga, la entrega de la Medalla de Oro de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, además de una mención honorífica municipal.
En aquel acto, el escritor manifestó sentirse “profundamente agradecido y conmovido” por la distinción recibida de la Academia, y se refirió a la dedicación a la escritura como «una vocación extraordinaria, exaltante, que enriquece muchísimo la vida, pero también significa aislamiento, dificultad, desmoralizaciones temporales… y sobre todo pasar grandes periodos en soledad […]. En esos momentos ceremonias como esta tienen una importancia fundamental: uno siente que lo que hace […] toca algunos espíritus, los emociona y los conmueve. Nada puede defender mejor a un escritor contra la desmoralización, esa sombra temible de la vocación de escribir, como saber que lo que hace sí tiene sentido, una razón de ser porque es capaz de establecer ese vínculo entre el escritor y sus lectores».
El entonces presidente de la Academia, José Manuel Cabra de Luna, agradeció la presencia del Premio Nobel para recibir la Medalla: «Gracias por sus escritos de toda clase, por todos… y también por su valiente actitud cívica, por su honda honradez intelectual en la defensa de las libertades. […] Gracias por la honra que con su aceptación nos concede».
Autor de obras fundamentales en la historia de la narrativa en español, como La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral, La tía Julia y el escribidor, Pantaleón y las visitadoras, La guerra del fin del mundo, o La fiesta del Chivo, Vargas Llosa fue, además, un brillante y prolífico columnista de prensa, y un gran estudioso y crítico literario con títulos como Carta de batalla por Tirant lo Blanc, García Márquez: historia de un deicidio, La orgía perpetua: Flaubert y “Madame Bovary, La tentación de lo imposible: Victor Hugo y “Los miserables”, Contra viento y marea, La verdad de las mentiras, o La civilización del espectáculo.
En 1993 había obtenido la nacionalidad española y, al año siguiente, fue elegido miembro de la Real Academia Española (desde 1975 lo era de la Academia Peruana de la Lengua); en 2021 lo fue de la Académie Française. Obtuvo múltiples reconocimientos civiles (la UMA lo nombró Doctor Honoris Causa) y literarios: premios como el Rómulo Gallegos, el Príncipe de Asturias de las Letras, el Cervantes o el Nobel de Literatura.Descanse en paz el gran maestro de nuestra lengua.
Discurso de presentación del Cartel para la corrida picassiana 2025 José Manuel Cabra De Luna, Académico de Número y Presidente.
Sr. Presidente de la Diputación, Sr. Diputado Provincial, autoridades, señoras y señores académicos, señoras y señores, amigos todos:
Esta es una sesión extraordinaria de la Academia de Bellas Artes.
Una sesión dedicada a un acto cultural, a un hecho que se incardina en la cultura española y que tiene unas raíces muy profundas en el mundo mediterráneo.
Hace aproximadamente 2.000 años antes de Cristo (o sea hace 4.000 años) tuvo lugar la cultura minoica. Entre las ruinas del Palacio de Knosos, en la actual Creta, se halla un ara o altar de sacrificios que tiene, con la esbeltez de una escultura contemporánea, forma de potentes cuernos de un toro.
El mito nos cuenta que en ese Palacio se hallaba el laberinto, mandado construir por el rey Minos para tener encerrado al Minotauro, que tuvo amores con su esposa Parsifae.
En ese mismo Palacio se encuentra un fresco, de 1.500 años antes de Cristo en la que se representan los primeros actos taurinos de que se tiene constancia, y donde un hombre salta por encima de un toro.
Picasso, gran aficionado al arte de torear, pintó en multitud de ocasiones la figura mítica del Minotauro. Son especialmente relevantes los grabados de la suite Vollard.
El minotauro, mitad toro, mitad hombre, es un mito. Nuestro toro de lidia es un milagro de la genética, un animal único que entronca con los orígenes más profundo de la cultura mediterránea. Por ello, podemos afirmar que pintar un cartel para una corrida de toros es hacer cultura de la cultura.
Grandes artistas lo han hecho a lo largo de la historia del toreo, desde Jean Cocteau a Manuel Salinas, pasando por nuestro contemporáneo Miquel Barceló.
El atrabiliario político y buen escritor José Bergamín, malagueño de origen, acude nada menos que a un verso del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz para titular una obra que dedica a Rafael de Paula: La música callada del toreo.
Arte y toreo han ido desde siempre de la mano, porque en el fondo son lo mismo. Gloria y tragedia, geometría que salta por encima de la noble y peligrosa embestida del toro.
Hoy nos convoca la obra de un significado miembro de nuestra Academia, Pablo Alonso Herráiz. Un pintor plenamente enraizado en su tierra y que ha recorrido por su profesión de profesor de arte otras tierras que fueron España y me refiero a Méjico, tan lejos en la geografía y tan cerca en su alma. Nuestra Academia, que es una Corporación de Derecho Público de ámbito provincial, se complace en presentar su obra y este presidente le cede la palabra al artista para que nos acerque a ella.
José Manuel Cabra De Luna, Académico de Número y Presidente.
Discurso de presentación del Cartel para la corrida picassiana 2025. Pablo Alonso Herráiz, Académico de Número y autor del Cartel.
Sr. presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Sr. presidente la Excma. Diputación Provincial de Málaga, Sr. Empresario de la Plaza de toros de Málaga. Sres. Académicos, Sra. Concejala de fiestas, Sr, Diputado de cultura, Sr. Saul Jiménez Fortes, toreros, aficionados, amigos.
Buenos días, gracias por tomarse el tiempo de venir a esta presentación. Estoy muy agradecido a todos por su presencia.
Quisiera en primer lugar agradecer a la Excma. Diputación Provincial de Málaga el encargo de este proyecto, que sin duda ha supuesto un gran reto y una ilusión añadida al desarrollo de mi obra. Encargo que combina y articula el cartel y la escenografía para la corrida picassiana del 19 de abril de este año. En especial quisiera agradecer al Director de asuntos taurinos; Sr. Borja Ortiz, que ha coordinado con gran entusiasmo todos los detalles desde el inicio hasta el día de hoy.
En segundo lugar, si me permiten, voy a proceder a explicar brevemente el trabajo que pueden ver a mi derecha.
Toda obra puede analizarse desde una perspectiva o enfoque iconográfico, es decir, descriptivo de la imagen y otro enfoque llamado iconológico, o lo que es lo mismo, de sentido, imprescindible para comprender el significado intrínseco, los valores simbólicos y dar respuesta al porqué del empleo de los diversos elementos ubicados en la obra, el porqué de su distribución, tamaño y peso sobre el cartel.
Es importante este punto; antes de entrar a describir la imagen; su autor la define como un hibrido cultural, como un entreverado cultural, no solo por el programa iconográfico empleado que entrecruza elementos de diferentes tiempos y culturas sino también por el complejo entretejido de categorías estéticas y recursos plásticos empleados, que posteriormente mencionaremos.Desde el enfoque iconográfico-descriptivo, diremos que se trata de una pintura de 235 cm x 111 cm, soporte tabla, técnica; acrílico, esmalte al agua y rotuladores. Podemos observar en un primer plano y ocupando en una estructura en forma de aspa gran parte de la superficie pictórica a un torero con vestido caldero y oro, por su vestimenta y pose, entendemos que es el momento previo al paseíllo, en el patio de cuadrillas, ya que no mira al frente. Todo ello sobre un fondo azul matizado de pinceladas de ancha y larga trayectoria, trazo directo y espontáneo. En la parte superior izquierda de la imagen, una representación convencional (en términos iconográficos) de la virgen de Guadalupe mexicana rodeada de una mandorla de luz, erguida sobre una luna creciente y abajo a modo de pedestal un ángel con alas de águila, que la está presentando.
A ambos lados de las piernas del torero distribuidos de forma ascendente y descendente respectivamente, los textos Fortes, Juan Ortega, Roca Rey y ganadería Álvaro Núñez, paralelo a la pierna izquierda del torero; a la derecha de la imagen; Corrida picassiana, 19 de abril, Málaga 2025 y 6 de la tarde.
Desde la óptica iconológica (de sentido o simbólica) el autor del cartel sustituye el color albero o cualquier otro tipo de fondo, de arquitectura o paisaje para dar protagonismo al azul, símbolo de la honda cultura del toro y la tauromaquia en los pueblos y culturas del Mediterráneo. El color azul aquí es el complejo y antiguo culto al toro. Es el azul ultramar que entrevera a dos continentes al que enlaza y con el que crea códigos comunes.
Las anchas pinceladas son símbolo de la dinámica de la vida y su autor entiende ese mar aquí como antiguo lugar para las ofrendas.
Probablemente su artífice haya querido expresar un estado emocional profundo y misterioso y con ello dar a entender que el toreo es un ejercicio de espiritualidad. Tal vez también enfatizar el factor religioso en la tauromaquia, el contexto místico y de “entrega” a la profesión que se aprecia en ese momento de recogimiento plasmado en el cartel. Al mismo tiempo, subrayar esa cualidad trascendente que se impone en la tauromaquia. Un torero, el del cartel, en suma, penetrado por las fuerzas sagradas y que representa el ideal de hombre extraordinario. Un torero que está pintado en un tiempo-espacio sacralizado.
En síntesis, el lenguaje gestual, la emoción extrema, las pautas de comportamiento, son lo suficientemente claros como para entender que estamos en presencia de un contexto sagrado.
La guadalupana aquí ayuda a construir a la idea de que los toreros se apoyan en esa fuerza protectora para que esté siempre presente. Por otra parte, las flores diseñadas en el capote de paseo, nos remiten a esas flores del milagro de Juan Diego en el cerro del tepeyac. Es pues el capote de paseo, con la perdida de utilidad que presenta para torear, un símbolo de significado trascendente. Vemos en la imagen, como el capote lo protege, la virgen lo acompaña, perdiendo así toda dimensión profana. Anclado en ese mar azul se encuentra el torero; en este caso modelo tomado del limeño Andrés Roca Rey.
La pose elegida por su autor, tiene que ver con la firmeza ante las convicciones religiosas, una pose inquebrantable, estable y que proporciona con claridad la idea de la importancia del toro y la tauromaquia en la cultura española. También el giro de tres cuartos de la cabeza y la mirada representan un símbolo de la inteligencia del toreo y su profunda vocación.
El torero es representado aquí en ese instante previo al acontecimiento. Es un momento de preparación, de análisis, de estrategias, de oración, en suma.
Para terminar y retornando a la idea del hibrido cultural, en este cartel la presencia de la gráfica popular mexicana coadyuva poderosamente a la solución final de la obra, no solo en la solución tipográfica de modelo y trazado artesanal, que busca la máxima legibilidad, claridad, espontaneidad y simplicidad, sino también en la paleta, más bien diríamos en la estrategia, intención y viveza cromática, cercana a los carteles, anuncios de pequeños comercios mexicanos de todo tipo, rotulados a mano, fonditas, taquerías, tienditas de tamales, artesanías, abarrotes, fritangas, tortas y comidas en general. La familia tipografía empleada aquí es recuperada de estos contextos en México, adoptando esa espontaneidad y estética bicolor con sombreado extraída de esos lugares humildes y populares antes mencionados. Está presente de igual manera en la combinatoria entre el tipo de mensaje emitido y los recursos gráficos empleados. Conviene señalar igualmente que la dirección de los bloques de texto ayudan a subrayar esa idea del vinculo de lo celestial con lo terrenal.
En cuanto a la escenografía planteada para plaza de toros de Málaga, podemos adelantar lo siguiente; cartel y escenografía se proyectaron en paralelo, esto quiere decir que la intervención en la malagueta sigue en cierta forma la misma línea melódica del cartel salvando las distancias entre un soporte y otro y una intervención y la otra, el diseño para la plaza toma elementos abstractos de este cartel y quedará articulada en cuatro sectores en los que predominará, entre otras cosas, la intensidad cromática, esa estética de la gráfica popular mexicana y una sectorización rítmica de carácter orgánico, alternando ritmo simétrico y radial, sumando a esto un movimiento cíclico y vivaz de la formas diseñadas para este singular evento.
En síntesis; religiosidad en el toreo, inteligencia en el toreo y majestuosidad e historia en el toreo, establecen el marco conceptual de base sobre el que se ha elaborado esta obra.
En un ejercicio de síntesis, presentar esta exposición implica una aventura intelectual y, desde el punto de vista curatorial, supone explicar las vías de actuación y la toma de posición de los comisarios al respecto. Digamos en primer lugar que nos hemos planteado las siguientes interrogantes: ¿Qué es una exposición? ¿Qué es un espacio expositivo? Derivadas de estas preguntas las posibles respuestas son: una exposición es entendida como exhibición de colecciones, como comunicadora de ideas, como actividad del visitante y como entorno. Eso supone, en segundo lugar, aclarar que se ha optado por un punto de encuentro de estos conceptos y un cruce sinérgico metodológico entre dos tipologías museográficas, a saber, la curaduría tradicional (Walter Hopps, Javier Barón) y la curaduría experimental (Harald Szeemann). Todo ello, sin seguir un criterio cronológico y desde un enfoque inductivo para tratar de explicar el tema central que define esta exposición. El mismo tema de la muestra homónima celebrada en el Museo de Málaga entre el 18 de julio y el 8 de septiembre de 2024, es decir, el tema y el objeto de la investigación se dirigen hacia el concepto de imagen y tiempo según el modelo de Aby Warburg y el problema relacional que surge entre estos conceptos gracias a la aplicación de la técnica del montaje. Por un lado, el eje del comisariado tradicional en el sentido de estar ligada esta muestra conmemorativa al Museo, en su acepción moderna, y estar en el marco de la celebración del 175 aniversario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y cuya finalidad fundamental es coleccionar, conservar, exhibir y promover. En el marco de esta tipología tradicional, tras un estudio minucioso sobre ciertos tipos de obras y un profundo trabajo de campo, se han seleccionado, ordenado y están en exhibición, un total de 67 obras a través de 33 nombres de artistas españoles y un corpus de producciones entre pinturas, grabados, esculturas, dibujos, maquetas escultóricas e instalaciones, procedentes del Museo de Málaga, otras colecciones públicas y privadas de Málaga tanto de instituciones como de los propios artistas. Por otro lado, la curaduría experimental, cuya naturaleza es una práctica expandida que se modifica en función de los contextos, espacios, formatos y tiempos, con la intención de que la exhibición de arte se organice como una puesta en escena. Todo ello compromete prácticas y giros como la alteración de la funcionalidad del espacio expositivo. La exposición busca promover la autorreflexión, la pluralidad interpretativa, la creación de vínculos inusuales y yuxtaposiciones, desplazamientos y aperturas, en suma, «el curador como DJ» (J. L. Brea) que selecciona y mezcla, permuta y altera. Dicha experimentalidad va más allá del concepto básico de selección y ordenamiento en el espacio expositivo y de la formulación de los conceptos/argumentos por los que se selecciona las obras y los artistas. Así mismo, Lo que no está escrito, se entiende como una herramienta que cuestiona de forma crítica los límites del objeto artístico (Duchamp) ligado este marco conceptual al de la complejidad del mundo, tanto dentro como fuera del arte. Es aquí en la curaduría experimental (experiencia y experimento) donde los curadores de esta muestra ejercen una suerte de tareas arqueológicas para “descubrir” o plantear “lo nuevo”, “lo escondido”, “lo no mostrado” y lo “no querido mostrar” por los artistas. Por último, el interés por la intensa, duradera y fértil relación de los artistas con el cartón y los embalajes a lo largo de sus carreras; este humilde elemento ha sido compañero de viaje y en muchas ocasiones, soporte para sus pinturas, dibujos y maquetas escultóricas. Entre otras muchas, ésta no ha sido la única razón de utilizarlo como parte del montaje-escenografía de este proyecto; desde el plano simbólico, el embalaje y el cartón son protectores-custodios de las obras que escoltan y salvaguardan el arte.
Pablo Alonso Herráiz / Fernando de la Rosa Ceballos Comisarios
Por Real Decreto de 31 de octubre de 1849 fue creada la Academia de Bellas Artes de Málaga. Que más tarde sería denominada de San Telmo y a la que le sería concedida el título de Real; se cumplen, pues, ciento setenta y cinco años de su fundación y desde entonces está íntimamente imbricada en el discurrir de la vida artística, cultural y creativa en general de la sociedad malagueña y, muy singularmente, con el Museo de Málaga.
Desde su origen nuestra institución ha tenido una clara vocación didáctica y así a escasos dos años después de su nacimiento organiza la Escuela Provincial de Bellas Artes, que estaría íntimamente unida a la Academia hasta que en 1892 dichas Escuelas fueron separadas de las respectivas Academias. Eran tiempos en que las enseñanzas todas estaban sufriendo un proceso de ordenación y reglamentación diferente, más centralizado y a nivel estatal.
Pero el objetivo estratégico principal que la Academia tenía, además del genérico de la protección y fomento de las bellas artes, era el de conseguir un Museo Provincial. Esa aspiración está ya documentada desde 1883, aunque el Museo tardaría en llegar pues no fue sino hasta el real decreto de 1913 cuando se crearon los Museos Provinciales. El de Málaga nace en buena parte con las generosas donaciones de los pintores académicos Muñoz Degraín y Nogales Sevilla. La Academia ya había adquirido años antes dos obras de Bracho Murillo y aceptado la donación de otras, entre ellas de Moreno Carbonero y tantos otros.
Se hacía inexcusable que la conmemoración de la efeméride de nuestro ciento setenta y cinco aniversario tuviera como uno de sus ejes centrales el de mostrar, en un conjunto armónico, las obras de aquellos significados y generosos académicos que, ya hoy, podemos denominar como “históricos”.
La exposición que ahora tiene lugar en la Sala de exposiciones temporales del Palacio de la Aduana, Museo de Málaga, está comisariada por doña María Morente del Monte, académica de número de nuestra institución y directora del Museo de Málaga y por los también académicos numerarios don Fernando de la Rosa Ceballos y don Pablo Alonso Herráiz.
De otro lado, la exposición se constituye como un claro ejemplo de la estrecha colaboración con la que el Museo de Málaga y la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo transitan de la mano el camino común de mostrar las bellas artes y el fomento de la creatividad y la cultura en general. Esa eficaz trabazón de esfuerzos permite acometer proyectos que solo conjuntamente podrían ser abordados. Tradicionalmente la relación entre ambas instituciones se ha conformado como un caso ejemplar de trabajo conjunto.
José Manuel Cabra de Luna Presidente de la Real Academia de BB.AA. de San Telmo
Un año más, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo ha seguido desarrollando su tarea y cumplido con su obligación social de transmitir conocimiento y estar atenta a la actualidad y fomento de las Bellas Artes.
La Academia está poniendo especial empeño en expandir esta publicación de una forma amplia, siendo consciente del creciente número de lectores interesados en ella. Cumple así nuestra Institución con el más alto cometido que la sociedad nos tiene encomendado: dar a conocer lo que hacemos en pro de la cultura, de lo cual dan buena cuenta los trabajos y numerosas actividades de los Académicos.
Desde el inicio de la segunda época del Anuario, sus portadas suelen poseer un marcado carácter simbólico. En este número, nada mejor que la obra de Giuseppe Arcimboldo, El Bibliotecario, de 1566, para representar imaginativamente a quienes andan entre libros y a quienes a ellos fían el depósito del conocimiento. ¿Es ésta, aún, una época para los libros? ¿Siguen siendo ellos, los libros, el instrumento más adecuado para transmitir el saber? Podríamos tener la tentación de lo digital, por su capacidad expansiva y por su velocidad de transmisión; mas sin convertirnos en impenitentes conservadores anclados en un pasado estático, podemos afirmar que el libro aún tiene una larga vida y nuestra Academia quiere significar esa realidad.
Ese personaje, que en una primera mirada puede ser encuadrado entre caricatura y burla, si cambiamos el enfoque de nuestra mirada hasta ampliar su sentido y transformarla en simbólica, se cargará de profundidad, de verdad y de sentido. Porque los libros nos acompañan y nos acompañarán aún por mucho tiempo y de alguna manera esta portada reivindica esa realidad que queremos sea extensa en los días futuros. Pareciera que el italiano pintó este cuadro con la idea de que superase su aparente ser jocoso, creando un personaje manierista hasta el punto de ser enrevesadamente divertido pero que fuese capaz de conducirnos hacia la exaltación del conocimiento, de la sabiduría que las yertas páginas de los libros contienen y que nuestros ojos hacen revivir. Bien lo supo nuestro Francisco de Quevedo, cuando en memorable soneto dedicado a los libros, e escribe en sus cuartetos iniciales:
Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos, y escucho con mis ojos a los muertos. Si no siempre entendidos, siempre abiertos, o enmiendan, o fecundan mis asuntos; y en músicos callados contrapuntos, al sueño de la vida hablan despiertos.
Amable lector; quisiera la Academia que este Anuario, en cuanto libro que es y que contiene una memoria de las actividades y algunos de los trabajos realizados por los Académicos a lo largo de 2023, sirva para que puedas entablar conversación con los miembros de esta Institución, haciéndote copartícipe de un común interés por el saber y el conocimiento.
En este Anuario número 23, los trabajos publicados sobre los temas de distinta índole que han sido objeto de estudio por los Académicos han sido numerosos, como variadas y numerosas son también las disciplinas a las que los miembros de la Institución se dedican; todas ellas relacionadas con la cultura en su más amplia acepción.
Entre los actos relevantes de 2023, destacan la entrega de la medalla de Honor de la Academia 2021 al escritor D. Antonio Soler, así como la entrega de la Placa de Honor de la Academia Malagueña de Ciencias a nuestra Academia, en el 175 aniversario de su creación. También resultó notable el acto de reconocimiento de la Universidad de Málaga a distinguidas instituciones culturales de Málaga y provincia, tales como la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, la Sociedad Económica de Amigos del País, la Academia Malagueña de Ciencias, el Ateneo de Málaga y nuestra propia Academia.
En el año 2023 también tomaron posesión, como nuevos Académicos Correspondientes, D. Andrés Amorós Guardiola, D. Francisco Javier Campos Fernández de Sevilla, D. Stanislao Liberatore y D. Juan Carlos Lázaro Cumplido. Con estas incorporaciones la Academia enriquece su lista de Académicos de forma brillante, dada la excelencia demostrada en sus trayectorias en los diversos campos del saber y de las Bellas Artes.
El capítulo de ‘Colaboraciones de Académicos’ presenta numerosas aportaciones, con interesantes artículos sobre historia, diseño, arquitectura, poesía, música o arqueología. Se publican diversas conferencias de Académicos, versando sobre temas tan variados como la recuperación de piezas arqueológicas, legislación histórica, actividades culturales y lúdicas en la Málaga del siglo veinte, temas referidos a Pablo Ruiz Picasso, o sobre la edición conmemorativa del I Centenario del nacimiento de Alfonso Canales, Port-Royal, que fue presentado con una conferencia previa de Gabriel Albiac sobre Blaise Pascal.
Destacan asimismo dos informes académicos, uno sobre la Conservación del Patrimonio Cofrade, y otro sobre el edificio Neo-Albéniz.
El Capítulo de ‘Reseñas y Críticas’ ha generado este año numerosas contribuciones, hasta un total de 18. Se han hecho reseñas de numerosas exposiciones, de libros editados por la Academia o con autores pertenecientes a ella; de visitas guiadas para reflexionar sobre obras de Académicos; de inauguraciones de piezas escultóricas, y se han comentado actividades culturales singulares de la ciudad de Málaga. También se han resaltado diversas donaciones realizadas a la Academia o al Museo de Málaga.
Por otra parte, Andrés Arenas y Enrique Girón, por un lado, y Fernando Pérez Ruano, por otro, han contribuido con dos artículos al capítulo de ‘Colaboraciones Externas’.
La ‘Crónica anual’ vuelve a recoger el resultado de los tradicionales Premios Málaga de Investigación, que han vuelto a contar con un notable nivel de participación, así como la consabida ‘Crónica anual de actividades’ en la que se recoge la intensa y variada actividad cultural de los miembros de la Academia, a lo largo de todo el año.
Finalmente, en el capítulo de ‘Homenajes, Memoria y Recuerdos’, destacan los in memoriam al pintor y Académico Chema Cobo, al historiador D. Rafael Bejarano, al arqueólogo y profesor D. Mario Torelli, y al pintor y Académico José Manuel Cuenca Mendoza (Pepe Bornoy). Se completa este capítulo con sendos homenajes al escultor Jesús Martínez Labrador, al Académico Correspondiente en Chicago D. Thomas Kimball Brooker y a la escultora Elena Laverón.
Por todo ello, el Anuario 2023 continúa divulgando el compromiso de la Academia con la cultura y el conocimiento, confirmando la importancia que adquiere día tras día su presencia en la ciudad.
Un quehacer cotidiano, silencioso y honesto, basado siempre en la excelencia, y del que esta publicación no es sino su testimonio periódico.
Este Anuario continúa siendo un espejo para todos nosotros, ese objeto en el que nos vemos reflejados y que nos ayuda siempre a avanzar. Porque ser cada día mejores como Académicos, e intentar mejorar nuestra sociedad a través de la cultura y el conocimiento de las Bellas Artes, será siempre la aspiración de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.
JOSÉ MANUEL CABRA DE LUNA Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo
La exposición ‘Revello de Toro y la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo’ se ha presentado hoy 6 de mayo de 2024 como una de las actividades conmemorativas del 175 aniversario de la institución académica. La muestra temporal, que se podrá disfrutar desde el 6 de mayo hasta el 28 de julio, reúne los retratos de los presidentes que han estado al frente del organismo desde su fundación en 1849.
La concejala delegada de Cultura y Patrimonio Histórico, Mariana Pineda, junto al presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna; el director de la pinacoteca, Elías de Mateo; y los presidentes de la Fundación Sando y de la Fundación El Pimpi, patrocinadores del espacio expositivo, José Luis Sánchez y Luis Merino, respectivamente, han asistido a la presentación en el espacio expositivo la exposición.
La muestra temporal reúne una docena de obras creadas por pintores académicos, entre los que figura Revello de Toro, realizados entre finales del siglo XIX y los primeros años del XXI. Así, el primer retrato pertenece a José Freüller Alcalá-Galiano, marqués de la Paniega, presidente de la academia durante medio siglo (1850-1901). Esta obra de gran formato fue creada por Antonio Muñoz Degrain.
Durante los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, la institución decide completar la galería de presidentes. Así, del año 1952 es el retrato del novelista y poeta Salvador González Anaya -quien dirigió la institución entre 1930 y 1935, y entre 1937 y 1955, realizado por Pablo García Rizo. El artista Luis Bono es el autor de los retratos póstumos del abogado Rafael Romero Aguado, presidente entre 1901 y 1910, y del arquitecto Fernando Guerrero Strachan, que estuvo al frente de la academia entre 1926 y 1930. El pintor Rafael Roquero Tovar firmó el retrato de Ramón Martín Gil, presidente entre 1910 y 1914.
El también pintor y académico Antonio Cañete se basó en una antigua foto para realizar el retrato de Ricardo Gross Orueta, presidente entre 1914 y 1926. El mismo autor inmortalizó a José Luis Estrada Segalerva, quien dirigió la institución entre 1955 y 1975. Virgilio Galán pintó en 1978 el retrato de Baltasar Peña, presidente de la academia desde 1976 hasta 1986. Un año más tarde, Francisco Torres Matas completa la secuencia histórica de la galería con el retrato póstumo de José Estrada.
Félix Revello de Toro fue el encargado de inmortalizar la figura de Alfonso Canales, presidente desde 1986 hasta 2006. El retrato del actual presidente de honor, el músico Manuel del Campo, es obra de Manuel Pérez Ramos y data de 2019.
Finalmente, aunque no forma parte de la colección, se expone el retrato a lápiz que Daniel Quintero realizó del actual presidente, José Manuel Cabra de Luna, en el año 2000.
El miércoles 15 de noviembre de 2023 tuvo lugar una solemne la Sesión Pública, donde la Academia Malagueña de Ciencias hizo entrega de su PLACA DE HONOR a nuestra Real Academia de Bellas Artes de San Telmo con motivo de la celebración del 175 Aniversario de su creación.