MÁLAGA, EN BUSCA DE LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA

  • Por D. Javier Boned Purkiss
  • Publicado en la sección 03 Colaboraciones de Académicos ©
  • Anuario 2015. Segunda Época descargar pdf (1 Mg))

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a arquitectura del siglo veinte manifestó en Málaga una especial versión, distinta de la ortodoxa evolución del lenguaje arquitectónico moderno que pudo darse en otras ciudades españolas análogas en escala e importancia territorial. La modernidad de la arquitectura malagueña ha sufrido un intrincado proceso, que lejos de ser asimilado de forma natural a lo largo del siglo, se ha ido introduciendo no sin dificultades en el imaginario colectivo malagueño y en la cultura de sus habitantes.
Lo moderno (y por tanto lo contemporáneo) en Málaga necesitará ser desvelado, actuando como catalizador de una cierta arquitectura que irá transgrediendo en cada momento determinados valores tradicionales y se irá instaurando paulatinamente en el heterogéneo paisaje de la ciudad, a través de actuaciones puntuales.
Por otra parte, la trascendencia económica y comercial de la Málaga decimonónica propició una dependencia lingüística de los eclecticismos en arquitectura, de tal forma que si bien es cierto que en el resto de España el lenguaje de la modernidad, a principios de siglo, no terminó nunca de cuajar, en Málaga su aparición se produjo con un particular retraso.

Así, aunque la arquitectura derivada del Movimiento Moderno no tuvo excesivo arraigo en la Málaga de la primera mitad del siglo veinte, el fenómeno turístico de la Costa del Sol en los años sesenta, con los modernos hoteles y los grandes equipamientos turísticos, empujaron a la ciudad hacia un proceso de modernización de su lenguaje arquitectónico. La nueva cultura que propició el turismo encontró en la operación urbanística de la Prolongación de la Alameda el momento para generar unos importantes edificios, que terminarían por proporcionar a la ciudad un marcado carácter metropolitano.

J.A. MARÍN, F. SARABIA. CENTRO SOCIAL SEGALERVA, MÁLAGA.2012. FOTO: PABLO DÍAz FIERRO

Los años ochenta

Con la llegada de la democracia y las actitudes culturales que de este hecho se derivaron, se planteó un entendimiento de la arquitectura como proceso histórico, reconociendo su autonomía, imponiendo una redefinición disciplinar, frente al carácter nocivo derivado de la etapa especulativa anterior. En los años ochenta las nuevas ideas iban a basarse en el análisis histórico, el estudio de la ciudad, de la topografía y de las tipologías, consideradas éstas como las líneas de desarrollo propias de la arquitectura.
Desde esta nueva perspectiva cultural, es con el Plan General de Ordenación Urbana de 1983, de los arquitectos Salvador Moreno, Damián Quero y José Seguí, cuando Málaga comienza a tomar conciencia de sí misma como hecho urbano, recuperando formas de hacer ligadas al mejor racionalismo arquitectónico, y poniendo en valor tipologías interesantes generadas en la propia ciudad. Comienzan a producirse formalizaciones de corte postmoderno, incorporando un actualizado sentido de la historia, sobre todo en lo que respecta a la arquitectura pública.

Los años noventa

A principios de los noventa la ciudad seguía consolidando su carácter de auto-reconocimiento, arrastrando un legado patrimonial que no terminaba de poner en valor. En ese momento, la segregación de Torremolinos como municipio independiente contribuyó a una separación engañosa de Málaga respecto a la Costa del Sol, fenómeno de innegable repercusión sobre la ciudad, que influyó decisivamente sobre sus valores urbanos de centralidad. En cualquier caso, la joven cultura urbanística y el fuerte movimiento inmigratorio, unido a las expectativas de inversión que propiciaban los eventos de la Exposición Universal Sevilla-92, iban a generar la consolidación de Málaga como territorio de una cierta arquitectura contemporánea. A ello contribuían sin duda la revalorización del centro histórico y la paulatina consolidación de Teatinos como zona básica de crecimiento de la ciudad, unido al afianzamiento de la universidad y a la culminación de las infraestructuras. El lenguaje arquitectónico en estos años va a ser reflejo de múltiples tendencias, respondiendo a situaciones similares de la arquitectura internacional en general, en un momento de plena diversidad lingüística y búsqueda de nuevos códigos. A esto hay que añadir, en el caso de Málaga, la inevitable presencia de la Costa del Sol, establemente constituida como perenne laboratorio paralelo de experiencias arquitectónicas y urbanísticas. Esta dispersión de lo contemporáneo en múltiples lenguajes se pondrá de manifiesto en los edificios más relevantes e institucionales de la ciudad, manifestándose en ejemplos de un nuevo racionalismo tecnológico, o en expedientes de un minimalismo de rigurosa abstracción geométrica, hasta desembocar, a principios de nuestro siglo, en acentos expresivos cercanos a la de-construcción, como el espectacular Palacio de Ferias y Congresos.
Parece que en estos años se vuelve, tras la etapa del compromiso con la ciudad y el descubrimiento de la importancia del control urbanístico, a una cierta preocupación por el lenguaje de la arquitectura contemporánea. Los proyectos cuidarán mucho más su carácter de objeto, su diseño constructivo y su cualidad espacial. Estéticamente comenzará a tener importancia la imagen de “caja abstracta”, heredera de un racionalismo arquitectónico ligado al Movimiento Moderno. Hay unas ciertas referencias positivas, en los mejores arquitectos malagueños del momento, a la consolidada Escuela de Oporto, con Álvaro Siza y Souto de Moura como modelos fundamentales. Y es que la sencillez, nivel de abstracción, similitud cultural y alto grado de adecuación a nuestra economía de esta arquitectura portuguesa va a servir sin duda de inspiración para muchos profesionales.
A mediados de los noventa volverá a desencadenarse una escasez de inversiones públicas. Este hecho propiciará que el territorio malagueño responda con una coyuntural crisis económica que mitigará momentáneamente sus expectativas, y que supondrá un repliegue profesional hacia los proyectos de pequeña escala. Estos irán irremediablemente unidos al obligado reciclaje que supondrá una nueva forma de producción de la arquitectura, a causa de la revolución informática. La profesión se reconvertirá, se replanteará su estructura y los arquitectos más jóvenes, auto-suficientes gracias a las nuevas tecnologías, irán accediendo poco a poco a las diferentes solicitaciones del mercado, e incorporándose a la producción arquitectónica de forma numerosa. Asimismo esta generación irá consolidando puestos clave en la Administración, dotando de aires renovadores y contemporáneos a las manifestaciones más cotidianas de la arquitectura pública.

El siglo veintiuno

Málaga y su entorno han encarado el siglo XXI con un desarrollo inmobiliario desenfrenado, una espectacular actividad constructiva. El lenguaje arquitectónico de la contemporaneidad ha ido ascendiendo paulatinamente gracias, por un lado, a la globalización cultural propia de la sociedad de la información y por otro, a la reciente creación de la Escuela de Arquitectura. Esta inicia su andadura pública en el año 2005, y sin duda va a estar destinada a desarrollar la divulgación de la arquitectura moderna y contemporánea, mejorando el nivel arquitectónico de la ciudad.
Por otra parte, el arranque de siglo coincidió con la creación en Málaga de fenómenos arquitectónicos importantes de carácter cultural, como el nuevo Museo Picasso, que junto a la remodelación de la Calle Larios supuso la recuperación del centro histórico como vivencia privilegiada de la ciudad, culminándose con la llegada de la colección Thyssen.

Los últimos años

Sin embargo, los ciclos económicos volvieron a traer un nuevo periodo crítico, anunciado claramente de un tiempo a esta parte debido al excesivo y descontrolado crecimiento en todos los aspectos. Esta nueva crisis parece anunciar, según todos los indicios, un nuevo planteamiento del fenómeno urbano y va a propiciar sin ninguna duda que la arquitectura en general, y la malagueña en concreto, se replanteen radicalmente sus respuestas futuras. Quizá estemos presenciando el alumbramiento de una nueva idea de modernidad, una vez superados los atributos éticos, morales y lingüísticos a los que nos hemos venido refiriendo. Quizá la contemporaneidad arquitectónica entrará más en relación con los nuevos conceptos de sostenibilidad a los que nos vemos indefectiblemente abocados, con las nuevas tecnologías, y con una valoración del paisaje de carácter más amplio y científico.

El centro histórico

El Centro Histórico de la ciudad se ha visto sometido desde finales de los años ochenta a una política de recuperación basada en la rehabilitación de lo existente, en unos casos, y en la creación de obra nueva con una ordenanza fuertemente reguladora, en otros. Esta última la constituyen una serie de intervenciones singulares que han introducido en Málaga ciertos aspectos de lo contemporáneo, como el proyecto de viviendas de L. Machuca Santacruz en la Plaza del Obispo, frente a la catedral, y las pavimentaciones de Calle Larios y arterias adyacentes, así como la reforma y pavimentación de la Plaza de la Constitución, todas ellas realizadas por J. Gavilanes, F. González e I. Pérez de la Fuente. La variedad geométrica de estos pavimentos, su calidad material y la valoración espacial y funcional de los espacios urbanos que se derivan del diseño riguroso del plano del suelo, son todos ellos aspectos que, desde la intervención arquitectónica con sentido patrimonial contemporáneo, han revitalizado un nuevo concepto de lugar para la ciudad. El Centro Histórico de Málaga acometió la rehabilitación de sus dos monumentos fundamentales, la Alcazaba y el castillo de Gibralfaro, en el año 2001, siendo efectuado el trabajo, pleno de profesionalidad y respeto a lo histórico, por los arquitectos R. Martín-Delgado e I. Cámara. Del éxito de esta operación como búsqueda de un origen de identidad a través de lo monumental se ha ido beneficiando paulatinamente toda la ciudad histórica, con intervenciones tan representativas como la calle Alcazabilla y el entorno del Teatro romano (2011), de los mismos arquitectos (Il.2), o la rehabilitación paisajística de la ladera de la Alcazaba (2013), de I. Pérez de la Fuente, C. García Baeza y J.A. Marín Malavé, que han terminado de significar el corazón del centro histórico, convertido sin duda en foco de atracción y espacio vertebrador de las principales actividades culturales de Málaga. Pero sin duda el proyecto estrella realizado en esta zona de la ciudad fue la rehabilitación del Palacio de Buenavista para el nuevo Museo Picasso de Málaga (2004), en el que R. Martín Delgado e I. Cámara formaron parte del equipo dirigido por el arquitecto americano R. Gluckman y la ingeniería Ove Arup. Proyecto complejo y destinado a encauzar el carácter cultural de la Málaga del siglo veintiuno, y que supone una excelente puesta en escena del respeto al contexto como forma de actuación contemporánea.

R. MARTÍN DELGADO / I. CÁMARA. MUSEO PICASSO (2004)MUSEO PICASSO Y ENTORNO TEATRO ROMANO. 2011

Un complemento a esta actuación fue la realizada en el Palacio de Villalón para su rehabilitación como Museo Thyssen (2011), de los arquitectos R. Roldán y J. González García.
Estas actuaciones fueron complementadas con la rehabilitación y recuperación del Palacio de la Aduana como nuevo Museo de Málaga (2013), intervención efectuada por los arquitectos F. Pardo, B. García Tapia y A. Pérez Mora. Resulta una actuación espectacular por lo que tiene de recuperación espacial y museológica de la gran superficie construida del edificio, con la implantación de una nueva cubierta a dos aguas que resulta una interpretación contemporánea solvente y significativa de su inicial imagen histórica.

F. Pardo, B. García Tapia y A. Pérez Mora.Remodelación del Palacio de la Aduana para Museo de Málaga (2013)

El frente marítimo

Málaga, siendo un emplazamiento al borde del Mediterráneo, no tuvo nunca un frente marítimo capaz por sí mismo de dotar a la ciudad de una imagen sólida, debido a un largo proceso de fragmentación urbana de la que siempre fue víctima. Tan sólo de unos años a esta parte el borde marítimo ha supuesto un problema importante de diseño, una cuestión relevante para el desarrollo y puesta al día del lenguaje urbano contemporáneo.

El Frente Marítimo Oeste

Toda esta zona albergaba en la antigüedad las principales instalaciones industriales, que contribuyeron eficientemente a la potencialidad urbana y comercial de la ciudad durante el siglo diecinueve. Las nuevas intervenciones y su ordenación podían haber propuesto un lenguaje arquitectónico contemporáneo más homogéneo, y simultáneamente haber incorporado usos más diversos, que hubieran permitido encontrar a su vez resonancias del pasado industrial de esta zona. Por contra, se ha optado de forma casi exclusiva por edificaciones de carácter residencial, que estando dignamente proyectadas y construidas, no acaban de aportar el carácter de frente marítimo que esta zona requiere. (Il.4). Destacan por su calidad el edificio de viviendas “Auditórium” (2010) de Asenjo y Asociados, de una fuerte presencia volumétrica y rico lenguaje formal, así como dos equipamientos públicos que se han convertido en hitos referenciales, la nueva sede de la Diputación de Málaga (2006) de L. Machuca y Asociados, y el edificio sede de las Áreas municipales del Ayuntamiento (2010), de J. Pérez de la Fuente. La apuesta de ambos por la abstracción y la concepción del material de fachada como envolvente general del edificio son opciones claramente inmersas en la contemporaneidad arquitectónica.

Málaga. Frente marítimo Oeste

El Frente Marítimo Este

El Frente Marítimo Este posee unas características urbanísticas y arquitectónicas totalmente diferentes a las del frente occidental, distinguiéndose dos áreas muy distintas, la Malagueta/Paseo de Reding y Pedregalejo/”El Palo”, cuyas lecturas arquitectónicas se han de hacer desde las razones de su consolidación, respondiendo a requerimientos sociales y funcionales muy diferentes en su relación con lo contemporáneo.
El barrio de la Malagueta puede considerarse una ciudad de alta densidad, reflejo de lo que estaba sucediendo en algunos lugares de la Costa del Sol, especialmente en Torremolinos. Aunque el resultado final pueda resultar dudoso, debemos de resaltar algunos edificios de esta barriada que presentan unas calidades arquitectónicas contemporáneas innegables. Así, destacaremos el Edificio Melilla 31, de Antonio Lamela (1967-1971), el Edificio Horizonte (1976) de Asenjo y Asociados, un gran volumen de formas expresionistas, y el Edificio Luz (1970), de C. Verdú y C. Olano, un magnífico ejemplo en cuanto a novedosa tipología de viviendas y uso conjunto del hormigón y el ladrillo.
La zona de Pedregalejo y “El Palo” es heredera de las barriadas de pescadores, y al margen de lenguajes, planeamientos y normativas urbanísticas, ha mantenido unos peculiares valores paisajísticos y de calidad de vida que los acercan a la contemporaneidad, dentro del concepto de “collage” urbano.

El Puerto

Es a partir de los años noventa cuando la administración responsable se plantea incorporar el Puerto de Málaga a la ciudad, para lo que tramitó un plan especial de cara a definir las determinaciones de esta integración urbana. Tras varios concursos convocados por la Administración y diversas soluciones fallidas, entre los años 2011-2012 se culminan los proyectos de los muelles uno y dos. El denominado “Palmeral de las Sorpresas” del muelle dos, obra del arquitecto J. Junquera, se ha convertido en el nuevo salón de la ciudad; un espacio público al borde del mar estructurado por una trama isótropa de palmeras y caracterizado por una pérgola de grandes dimensiones (Il.5).

J. Junquera Arquitectos. “Palmeral de las Sorpresas”
(Puerto de Málaga, Muelle 2) (2011)

Por otra parte, la zona comercial del muelle uno, del estudio L35 arquitectos, ha generado la continuación del paseo natural hasta el referente marítimo que supone la Farola. La dársena de atraques recreativos se complementa con zona comercial y de restauración, transformando el lugar en un nuevo ágora que ha terminado de dotar a Málaga de una imagen náutica y contemporánea.
La operación se culmina, en la intersección de los muelles uno y dos, con un equipamiento cultural, la sede de la colección del Centro Pompidou en Málaga, intervención que ha supuesto una mayor reflexión sobre los lenguajes arquitectónicos actuales, y cuya implantación ha contribuido de forma importante al nuevo carácter museístico de la Málaga contemporánea.

El Ensanche Oeste

El documento de la revisión del PGOU de Málaga de 1983, fue el instrumento urbanístico que abordó de forma decidida la ordenación de todos los terrenos de la Zona de Teatinos. Las ideas iniciales se fueron modificando de forma distinta, según los casos, hasta adaptarse a la realidad actual construida, lo que ha producido un indudable enriquecimiento urbano. Actualmente se puede afirmar que la Zona de Teatinos se encuentra en gran medida consolidada, lo que se ha producido en las últimas décadas del siglo veinte y principios del siglo veintiuno, dando lugar a un desarrollo urbanístico de dimensiones únicas, que ha permitido contemplar la consolidación de esta pieza urbana de forma integral. Un ámbito de actuación con una superficie próxima a las 400 Has., y que comprende un desarrollo residencial cercano a las veinte mil viviendas, junto a equipamientos sectoriales y generales, con usos terciarios de carácter universitario y judiciales, así como con servicios comerciales, culturales y deportivos.

Vivienda

En este ámbito de ordenación urbanística se han ejecutado edificios de viviendas de calidad, entre los que destacan, los Edificios Atenea (2003), Altea (2006 y 2009) y La Rosa, de Asenjo y Asociados, y el Edificio de Viviendas (2003) de M. J. García Granja y A. García Marín, con lenguajes formales claramente contemporáneos.
Por su parte, el sector de Soliva ha propiciado estudios del bloque de manzana que han permitido la aparición de soluciones contemporáneas e innovadoras, como las diseñadas por R. Barrios y E. Cepedano (2009), V. Carreño y A. Vicens (2010), R. Lacour, J.M. Romero y R. Reinoso (2010), o M. J. García Granja y A. García Marín (2011). En todas y cada una de ellas se saca el máximo rendimiento a una ordenanza que fomenta una densidad importante, y se plantean soluciones de versatilidad en el programa de vivienda y su distribución interior, actitud que propicia el desarrollo de nuevos modos de vida.

La Universidad

La Universidad de Málaga, una institución con casi 40.000 alumnos y cerca de 2.000 investigadores, ha resultado fundamental como impulsora del desarrollo de la Málaga contemporánea, desde su fundación en 1972. Actualmente, junto con la Universidad de Sevilla, lidera el proyecto “Andalucía Tech”, que ha obtenido la categoría de Campus de Excelencia Internacional otorgada por el Ministerio de Educación español, lo que la sitúa entre las universidades españolas con mejor proyección internacional. Desde 1985 deja el centro de la ciudad para instalarse en el nuevo Campus de Teatinos, donde se construye una serie singular de edificios universitarios, que responden en muchos aspectos a las características de la arquitectura contemporánea.
La ampliación del Campus, diseñada por Asenjo y Asociados (2005), termina por reafirmar el lugar definitivo de implantación, con una superficie aproximada de doscientas hectáreas.
Como actuaciones importantes, y dentro de los valores de la contemporaneidad, cabe desatacar la Biblioteca general de la Universidad (1989), de J.R. Cruz del Campo y J. M. Romero, una fuerte apuesta por el contraste volumétrico entre lo plano y lo cilíndrico, de fuerte personalidad y uso característico del ladrillo. Su representatividad en el campus al cabo de los años continúa siendo notoria.
Destaca también el Complejo Polideportivo del Campus (1994), de C. Hernández Pezzi y L. Bono, de fuerte impronta monumental y de importante referencia en cuanto a escala de lo público, en un claro intento de recuperación crítica de la historia.
La Escuela de Telecomunicaciones e Informática (2001), una de las últimas obras del arquitecto J. A. Corrales Gutiérrez, responde plenamente a los factores de la arquitectura contemporánea, basado en una rigurosa sistemática proyectual, en la elección precisa de los materiales y en el diseño de unos recorridos espaciales que significan el conjunto. (Il.6)
El edificio destinado al Complejo Económico y Social (2007), de L. Machuca y Asociados, nos presenta un elegante juego de volúmenes que van permitiendo a su vez complejos espacios interiores de relación. (Il.7)

J.A. Corrales Gutiérrez.Escuela de Telecomunicaciones e Informática. Campus de Teatinos, Málaga (2001)

L. Machuca y Asociados. Complejo Económico y Social.Campus de Teatinos, Málaga (2007)

Cabe destacar asimismo la Escuela de Ingenierías (2008) de S. Moreno Peralta, una auténtica “calle” interior de gran eficiencia energética, donde el color juega un papel fundamental no sólo por su carácter espacial sino por recordarnos las influencias de las experiencias neo-plasticistas de principios de siglo. (Il.8)
La Facultad de Ciencias de la Salud (2013) propone, a través del diseño de J. Gavilanes una nueva manera de adaptación y flexibilidad hacia los programas y los usos cambiantes, gracias a una concepción modular, aleatoria y fragmentada que lo sitúa muy cerca de los nuevos valores de la contemporaneidad.

S. Moreno Peralta. Escuela de Ingenierías. Campus de Teatinos, Málaga (2008)

El Parque Tecnológico

La arquitectura de este Parque, desde sus orígenes, estuvo marcada por la búsqueda de una imagen tecnológica, corporativamente representativa y alejada intencionadamente de lenguajes que no supusieran una cierta actualización de las formas y materiales de la arquitectura contemporánea. Nos encontramos con un emplazamiento para la experimentación arquitectónica, donde el lenguaje contemporáneo de la arquitectura va a tener, con respecto al resto del territorio malagueño, un cierto grado de permisividad.
De los primeros ejemplos interesantes edificados en el Parque cabe destacar los Laboratorios Universitarios de Investigación (1993), de C. Hernández Pezzi, edificio funcional y de rotunda volumetría, con radical introducción del color en su diseño, y el Centro de Difusión y Tecnología, (2002), del mismo arquitecto, donde el cerramiento de chapa de líneas horizontales adelanta el concepto de “modernidad tecnológica”, significada además monumentalmente por su convexidad.
En línea más racionalista se nos muestra el Centro de Formación Ocupacional (1994), de J. Pérez de la Fuente, un edificio de geometrías sencillas diseñado en función de la entrada de luz y de los recorridos.
Fruto de esta experimentación y aportando una nueva interpretación de la arquitectura industrial en diálogo con el paisaje natural, destaca el Edificio para Centro de Asistencia Telefónica (2003), de los arquitectos R. Reinoso, R. Lacour y J. M. Romero. En otra parcela de este mismo Parque, y de los mismos arquitectos, destacan por su calidad constructiva dos Edificios Modulares para Oficinas, singulares por la aparición de un espacio urbano interior a ambos y por la flexibilidad de sus instalaciones.
Por último, cabe referenciar el Edificio Alei de Oficinas BBVA (2008), de S. Moreno Peralta, de clara vocación tecnológica, rigurosa y compleja modulación, y gran habilidad en el empleo de los distintos materiales.
En los últimos años destacan la Torre de ascensores GE XXI, (2008), de Asenjo y Asociados, la Fábrica de Ceregumil (2008), de HCP & Arquitectos Asociados, y edificios de oficinas tan contemporáneos como la Fundación Habitec (2010), de Arvilla & Quark arquitectos, el edificio Pro-Málaga Excelencia (2011), de Braquehais, Cardente, Pérez Dorao y Soriano, y el Edificio Bionad (2011) de Planho Arquitectura.

Grandes equipamientos

Destacan, como verdaderas puertas de la ciudad, dos equipamientos de fuerte carácter contemporáneo, el Palacio de Ferias y Congresos (2003), de Asenjo y Asociados, y la Ciudad de la Justicia de Málaga (2006), de J. Frechilla, J.M. López Peláez y J. Seguí, en colaboración con los ingenieros J. Mª Hernández, E. de la Peña y C. Domínguez. Son edificios de fuerte presencia en la ciudad y nos llevan a una reflexión sobre la importancia de la escala.
El primero de ellos (Il.9), nos presenta un afán investigador con resonancias de lenguajes arquitectónicos contemporáneos tendentes a la disolución de la forma, actitud ante el diseño que tiende a una cierta deconstrucción. En este edificio, Ángel Asenjo despliega por vez primera en la arquitectura malagueña una serie de valencias deconstructivas, informales, que se superponen a un sinuoso y rico conjunto de volúmenes yuxtapuestos. Sobre esta estructura de contenedores significativos, Asenjo hace planear una serie de elementos informales revestidos de titanio, en un campo semántico cercano a las experiencias del arquitecto Frank Gehry, articulados por una espectacular marquesina. El resultado final, tanto en el exterior como en el interior, supone un collage de elementos de fuerte impronta visual, de fuerte colorido y gran variedad de soluciones constructivas, una desenfadada propuesta de esencia pop que probablemente lo haya convertido ya en el nuevo edificio–icono de la ciudad.

Asenjo y Asociados. Palacio de Ferias y Congresos, Málaga (2003)

La línea formal iniciada por este edificio todavía no ha tenido su continuidad, no existiendo aún demasiada conciencia de la singularidad y valentía de su planteamiento. Su necesario carácter didáctico en lo que se refiere a mostrar nuevas formas y materiales vigentes en determinados campos de la arquitectura contemporánea, debería suscitar planteamientos que se adentraran en nuevos caminos de investigación formal y espacial.
En cuanto al edificio de la Ciudad de la Justicia de Málaga (Il.10), de organigrama interno complejísimo, representa un carácter de escala intermedia entre la arquitectura y la ciudad, donde la superposición enorme de flujos, circulaciones y programas inherentes a un gran centro de Administración de Justicia, se hace más complejo si cabe al tener que estar resuelto en un único contenedor de ajustados condicionantes volumétricos y formales. Edificio–celosía situado sobre prismas transversales que lo elevan simbólicamente del suelo, denotar y expresa la racionalidad y grado de homogeneización que debe presidir el proceso administrativo..

J. Frechilla, J.M. López Peláez, J. Seguí.Ciudad de la Justicia, Málaga (2006)

La arquitectura de los barrios

Los barrios de Málaga, la ciudad consolidada, presentan una gran variedad de rostros en lo que se refiere a la consolidación del lenguaje de la arquitectura moderna y contemporánea. La gran masa de arquitectura residencial construida ha sido víctima de una fuerte especulación inmobiliaria, y encontrar en este panorama ejemplos de buena arquitectura moderna es realmente difícil, aunque a partir de mediados de los años ochenta se empiezan a adivinar en el tejido construido expedientes que presentan una cierta conciencia de contemporaneidad.
Acudiremos a un cierto concepto de “injerto” como mecanismo para corregir la falta de planificación de nuevas propuestas, potenciándose la aparición de ejemplos aislados que suponen la superación de los revisionismos históricos y abren un nuevo horizonte para la consolidación de la arquitectura contemporánea.
También es cierto que la construcción masiva de viviendas en los barrios periféricos, donde reside más de dos tercios de la población (sobre todo al oeste de la ciudad), ni siquiera ha tenido oportunidad de plantearse su propio lenguaje, con una arquitectura de mala calidad y producida demasiado velozmente, ajena a cualquier planificación y estructuración que propiciaran un cierto interés por el diseño.
De unos años a esta parte, sin embargo, la labor del Instituto Municipal de la Vivienda ha resultado de vital importancia en la mejora de la calidad de la vivienda social, cuyo diseño y concepción siempre se ha movido por los derroteros de la abstracción y la contención formal, y donde han intervenido los arquitectos más comprometidos con la contemporaneidad. Los distintos concursos públicos promovidos por el IMV de Málaga han ido propiciando una narración evolutiva de la vivienda social en cuanto al desarrollo de sus tipologías, tecnología constructiva y nuevos materiales.

La Vivienda

En la ciudad compacta y consolidada, tenemos numerosos ejemplos del concepto de “injerto” al que antes aludíamos. Destacan intervenciones como las de la calle Martínez Maldonado (2005), de A. García Marín y G. Martínez Gómez, o la calle Castilla (2003), de los mismos arquitectos. También cabe destacar ejemplos en la avenida Carlos Haya (2008), de Asenjo y Asociados, en la Avenida Arroyo de los Ángeles (2006), de A. Martínez Aragón, en Avenida de Barcelona (2008), de E. García Carrasco, J.L. Bustamante y F. Estrada (2008), o en Calle Ibarra, de R. Martín Delgado e I. Cámara. Todos ellos son muy distintos pero presentan una gran dignidad y una buena dosis de búsqueda del lenguaje contemporáneo en sus materiales y volúmenes.

Equipamientos

La política de edificios institucionales y de servicios se plasma de unos años a esta parte en la creación de pequeños equipamientos que tiene como fin principal conseguir estructurar la ciudad a base de elementos urbanos básicos, social y culturalmente hablando. Han ido surgiendo unas arquitecturas de pequeña escala dotadas de unas grandes dosis de contemporaneidad.

Centros sociales

Parece que se impone, en estos equipamientos, un lenguaje derivado de la escuela arquitectónica portuguesa contemporánea, de volúmenes limpios y claros, de gran rotundidad y abstracción geométricas y tectónicamente de fuerte presencia. Esta estética se ve últimamente continuada con otra de influencia minimalista basada en la preponderancia de la textura sobre la composición de los huecos, destacando el hormigón visto conjugado con superficies de tela metálica que actúa como “piel” del conjunto. Son edificios de una fría monumentalidad, con un claro nivel de experimentación e innovación lingüísticos.
Destacaremos el Centro Ciudadano de la Térmica (2004), de J. Pérez de la Fuente, donde el volumen-caja se abre, se hace sofisticado y participa del espacio público; el Centro Social Fernández Fermina (2002), del mismo arquitecto, donde se realza el carácter de «caja dentro de caja» a través del revestimiento de madera, estudiando su interior la entrada de luz de forma indirecta y sutil.
El Centro Social Segalerva (2012), de J.A. Marín y F. Sarabia, se nos presenta como un dinámico juego de volúmenes (Il.11) donde el color de los cerramientos de vidrio contribuye en buena manera a situarlo dentro de la contemporaneidad.

Bibliotecas y equipamientos culturales

En cuanto a equipamientos culturales, la Biblioteca Pública Manuel Altolaguirre, del joven equipo Castroferro Arquitectos (2008), se nos presenta como un edificio complejo y de fuerte carga contemporánea. Situada en Calle Calatrava, un lugar de la ciudad que responde a los mejores principios del desorden urbanístico de los años sesenta, pone un punto de racionalidad y equilibrio en una parcela constreñida, a la que se saca el máximo partido llevando todo el edificio a uno de sus linderos y regalando un espacio público, inexistente previamente, a la ciudadanía.
Otro buen ejemplo de esta escala es una pequeña Biblioteca Pública en Pedregalejo, de L. Tejedor y J. Pérez de la Fuente (2010), donde la sencillez volumétrica se pone al servicio de una directa relación forma-función, con una sutil voluntad de integración en el entorno.
Por su trascendencia social y cultural destaca el Auditorio al Aire Libre de J. Pérez de la Fuente y R. Carbonero (2005), en el Camino de los Prados, donde la función de auditorio está conformada por planos de escalas y tamaños diferentes, en un «continuo» homogéneo que acentúa el carácter de recinto.

Centros de salud y educativos

La arquitectura de los centros educativos y de los centros de salud se reparte también por la ciudad con ejemplos de pequeña escala que aportan un diseño tranquilo y plenamente inmerso en la contemporaneidad arquitectónica. Parece que la racionalidad de los programas ya plenamente instaurados en Salud y Educación asegura el funcionamiento y la imagen consolidada de una arquitectura que se reconoce por la pureza de sus volúmenes, sus lenguajes blancos y comedidos y la funcionalidad de sus espacios. Destacan los centros de salud de Huelin, de J. Galán (2005), y el centro de salud Rosaleda, de J. Gavilanes, F. González e I. Pérez de la Fuente (2008).
Como centros educativos cabe destacar el Colegio Cortijo Alto, de A. Pérez Mora (2008), donde destaca un cierto manierismo conceptual y abstracto, en clave de complejidad volumétrica, haciendo del recorrido espacial interior el verdadero leitmotiv del edificio.
En el Instituto de enseñanza secundaria en Churriana (2008), de J. Pérez de la Fuente, la homogeneidad del material asegura la pureza de la geometría y de los distintos volúmenes, cuya combinación nos recuerda los mejores expedientes de la arquitectura del movimiento moderno.

Edificios institucionales

Las instituciones necesitan ser reconocidas por su arquitectura. Desde una cierta espectacularidad se han dado también en Málaga algunos expedientes de una cierta vinculación expresionista, que se alejan de la estética funcionalista y minimalista antes comentada para convertirse en arquitecturas fuertemente significativas, tanto por su forma como por la innovación en el material.
Un ejemplo interesante, en el Camino de la Desviación, es el Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) de J. Gavilanes, F. González, I. Pérez de la Fuente y L. F. González Cebrián (2007), en el que el cuerpo volado del salón de actos se presenta como un elemento que roza lo icónico, estando intrínsecamente unido a su voluntad paisajística, y demostrando con su audacia la contemporaneidad y voluntad de futuro que la institución representa. (Il. 12)

J. Gavilanes, F. González, I. Pérez de la Fuente, L.F. González CebriánObservatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU), Málaga, (2007)

Por otra parte, conviene recalcar la fuerza de instituciones como la Seguridad Social, que se destacará siempre por su apuesta hacia unos edificios–sede donde se implantará la contemporaneidad. Así, tanto en el edificio de su Delegación Provincial (1996) del arquitecto Ximénez del Valle como en el nuevo edificio del Palo (2013), del grupo a3arquitectos, su aspecto institucional va unido a una moderna implantación de cerramientos de vidrio y a una clara percepción general de lo tecnológico.

Edificios de oficinas

Los arquitectos A. Costa Lourido y A. Peralta de las Heras, a través del edificio Eurocom (1999), plantearon una propuesta dedicada a oficinas que apostaba por la recuperación de la gran manzana como soporte urbano, proponiendo la resolución de la esquina como elemento singular de identificación. Cabe especial mención por una apuesta contemporánea y de fuerte carga icónica y significativa, el Edificio Vértice de Calle Hilera (2010) de I. Gallego y J. A. Mota. En él se dan todos los parámetros de representatividad y nivel de simbolismo que caracterizan las mejores manifestaciones de la arquitectura contemporánea, con referencias a operaciones comerciales de arquitectos como Toyo Ito, donde la singularidad de la fachada recaba todo el nivel metafórico y significativo que la arquitectura corporativa necesita, dotando a la ciudad de una imagen valiente, expresiva y de gran calidad constructiva.

Edificios Industriales

La colaboración de los arquitectos con la arquitectura industrial ofrece en Málaga dos expedientes interesantes que han conseguido conciliar los aspectos del diseño arquitectónico con las solicitaciones de sofisticadas instalaciones industriales. Nos referimos a la Planta Desalobradora del Atabal (2005) y al Edificio de Secado Térmico de Biosólidos, en la Estación Depuradora de Aguas residuales del Guadalhorce (2007), ambos de los arquitectos D. Fullaondo y J. Boned. En ambos se apuesta por materiales como las planchas de madera para exteriores o el hormigón pre-fabricado, en paneles de diferentes texturas y colores, qua han contribuido con su variedad a incorporar en lo industrial un vector de diseño de gran fuerza plástica.

Edificios comerciales

Destaca sin duda en este apartado el Centro Comercial Málaga Plaza (1993), de Asenjo y Asociados, un espacio de fuerte imagen tecnológica y con una variedad de materiales y diseños muy adaptados al ambiente comercial. Lo mejor, la escala del espacio interior y la difícil y tecnológica resolución de la cubierta. Del mismo año y arquitecto resulta el Centro Comercial Rosaleda, que resuelve un gran espacio de forma funcionalmente equilibrada, estructurado a escala urbana y con gran luminosidad.

CONCLUSIÓN

Alcanzar una visión general del panorama malagueño de su arquitectura moderna y su derivación hacia el lenguaje contemporáneo, supone un estudio minucioso, ambicioso y complejo de la ciudad y su territorio. Debemos ser conscientes de la importancia que para Málaga supone este esfuerzo de interpretación y valoración de una determinada arquitectura, que indudablemente posee una determinada calidad, pero que por ser su producción cercana en el tiempo está todavía sujeta a demasiados interrogantes y carente de líneas de estudio metodológicamente claras. Resulta fundamental para la ciudad el reconocimiento y puesta en valor de sus valencias arquitectónicas contemporáneas, pues tan solo así podrá entenderse a sí misma en un aspecto tan fundamental como la cultura arquitectónica moderna, y podrá desarrollar y encauzar adecuadamente las complejas cuestiones tecnológicas y espaciales que constantemente nos demanda la sociedad actual.

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