ESPAÑA Y EL TURISMO CULTURAL. LOS DÓLMENES DE ANTEQUERA (MÁLAGA, ESPAÑA), PATRIMONIO MUNDIAL UNESCO

  • Francisco J. Carrillo Montesinos
  • Publicado en la sección 03 Colaboraciones de Académicos © 
  • Anuario 2016. Segunda Época (descargar pdf) 

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    a UNESCO ha inscrito (2016) al Sitio de los Dólmenes de Antequera en la Lista del Patrimonio de la Humanidad. La recomendación «técnica» del ICOMOS, reconociendo la singularidad mundial de los Dólmenes de Antequera, constituyó una base muy sólida para que la Directora General de la UNESCO, con sus comentarios que sin duda fueron positivos, sometiera la candidatura del Sitio de los Dólmenes de Antequera, para aprobación, al Comité Intergubernamental del Patrimonio de la Humanidad, compuesto de representantes de 43 Estados Miembros, que se reunió el pasado mes de julio en Estambul.
    El Sitio de los Dólmenes de Antequera ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.
    He tenido la oportunidad de seguir de cerca un recorrido cultural de máximo interés para España, para Andalucía y, en primer lugar, para Antequera. Este caminar cultural se inició en los tiempos de prehistoria cuando unos pobladores, con mucha sabiduría, construyeron los Dólmenes de Antequera teniendo en cuenta un ecosistema de extraordinaria belleza presidido por el sol y vigilado por El Torcal y la Peña de los Enamorados. El Sol fue para ese hábitat un punto fundamental de referencia. Ese itinerario de personas que tienen un concepto limitado en el tiempo de «la casa común» incluyó el respeto a la naturaleza, el desarrollo de unas creencias difíciles de describir, pero fáciles de imaginar en una sociedad de pequeña escala, y el descubrimiento y aplicación de técnicas que, todo ello, hicieron posible el diseño-arte en el levantamiento majestuoso de los Dólmenes de Antequera. Inspiración de poetas, «¡Qué resonancia clara sale de las cavernas / donde tienen sus fuentes los sueños más remotos…!», exclamaría José Antonio Muñoz Rojas, bardo de los campos abiertos.

    Ninguna duda metódica ante la sorpresa de aquellos itinerantes extranjeros que por caminos de herradura se encontraban, de repente, con aquellas enormes piedras que daban cobijo al misterio del tiempo de los pueblos, como también sería el caso de Le Corbusier, que tanto sabía de cálculo de materiales, cuando un día visitó Antequera. Y hasta es posible que Cervantes, desde la perspectiva de su IV Centenario, se topara alguna vez con Los Dólmenes semi-enterrados en su deambular recaudador por tierras de Andalucía. El Sitio de los Dólmenes, único y singular en la Europa continental, no quedó al margen de las leyendas románticas con la Peña de los Enamorados y con El Torcal abrupto, ambos vigilantes del valle a flor de piel y fértil. Y aquella comunidad humana, que hoy osamos llamar primitiva, tuvo la oportunidad de compartir la belleza para transformarla en belleza patrimonial de la Humanidad. Esa comunidad humana no pudo contrastar su arquitectura con la exuberancia del muy ulterior barroco antequerano.
    Un visitante muy particular para el caso que nos ocupa fue Amadou-Mahtar M’Bow que, siendo Director General de la UNESCO, visitó Antequera en 1978. Y decidió pasar allí largos días calurosos del verano del interior. Le acompañaba como asesor en ese viaje. Fui testigo, con otros, -en particular con Bartolomé Ruíz González, hoy Director del Sitio de los Dólmenes-, de la emoción callada y sostenida de M’Bow cuando atravesó el umbral del Dolmen de Menga. Muchos años más tarde, ya en 2015, volví a ser testigo de un sentimiento similar cuando otro Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, -con el que también trabajé- entraba en el misterio indescifrable del mismo Dolmen.

    LATERAL DERECHO DE LA CÁMARA DEL DOLMEN DE MENGA HACIA EL EXTERIOR. FOTO: JAVIER PÉREZ GONZÁLEZ

    Un deambular silente, pero de perseverancia y tesón técnico-científico, ha hecho posible que, en 2016, un pequeño núcleo de pobladores, personas humanas que hicieron la llamada pre-historia, a través de sus construcciones con grandes litos, estén a unas semanas apenas de ser sacados a la luz como historia viva y Patrimonio de la Humanidad.
    Es sobradamente conocido en los medios del patrimonio cultural el rigor estricto que aplica a sus trabajos de evaluación el ICOMOS y la UNESCO. En Antequera se encontraron con los deberes bien hechos. El saber de arqueólogos, historiadores, científicos, arquitectos, conservadores y restauradores exigentes y respetuosos del patrimonio cultural, bajo la orientación y tenacidad del Director del Sitio de los Dólmenes, así como la contribución activa de las instituciones autonómicas y del Ayuntamiento de la Ciudad, todo ello, en fecundación cruzada, ha hecho posible que el Sitio de los Dólmenes de Antequera sea declarado Patrimonio de la Humanidad.
    Nuevos viajeros, ahora de autovías o de AVE, transitarán por Antequera con el objetivo de visitar el Sitio de los Dólmenes. Pero creo que existen unas visitantes muy particulares: los alumnos de nuestras escuelas que ya están siendo atraídos por las enormes piedras de las que esperan respuestas a sus preguntas. El Sitio de los Dólmenes de Antequera es un eslabón más de una Humanidad en marcha. Allí se nacía y allí se moría. Allí se amaba y se odiaba. Allí surgían sentimientos, gozo y dolor. Allí se continuaba a descubrir y a aplicar conocimientos. Hoy ignoramos cómo se representaba la obra en este pequeño teatro. Hoy ignoramos esa parte fundamental del alma de los pueblos. Lo único que podemos hacer es recurrir a la imaginación que también ellos tuvieron como lo demuestra, ¡qué paradoja de la historia!, el manejo de unas piedras tras las que hay todo un mundo que es y será misterio.