José Calvo Poyato. Premio Ciudad de Cartagena de Novela Histórica

José Infante Martos, Académico de Número y Secretario

Nuestro académico correspondiente en Cabra, el historiador don José Calvo Poyato  ha sido distinguido con el Premio Ciudad de Cartagena de Novela Histórica por su obra La ruta infinita, publicada por HarperCollins y que ha obtenido magníficas críticas y el favor del público desde su llegada al mercado.

Publicada en 2019, en ella el autor, aprovechando la celebración del quinto centenario de la partida de la expedición de Magallanes, se adentra en la gran expedición que llevó a Magallanes a encontrar un paso desde el Atlántico a los mares del Sur y llegar así a Occidente. El Premio, si las circunstancias sanitarias lo permiten, se entregará el próximo día 6 de octubre, dentro de la Semana de Novela Histórica que se celebra en Cartagena.

José Calvo Poyato (Cabra, 1951) es un destacado político, historiador y novelista que como militante de Partido Andalucista  fue alcalde Cabra más de una década, diputado en el Parlamento Andaluz  y en la Diputación de Córdoba, hasta 2005 que abandonó la política para dedicarse de lleno a la literatura.

Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Granada, su labor como historiador ha tenido como línea fundamental de sus investigaciones el final de la Casa de Austria y la llegada de la Casa de Borbón, aunque su labor de divulgación histórica ha tenido otros muchos temas y afanes.

Entre sus obras figuran, El hechizo del rey, Conjura de MadridLa Orden negra, Sangre en la calle del Turco, El gran Capitán, El espía del rey, El sueño de Hipatia, Mariana, los hilos de la Libertad y un largo etcétera.

Es numerario de la Real Academia de Córdoba  y fundó la revista Andalucía en la Historia y es colaborador habitual de las revistas La Aventura de la Historia y de Historia y Vida. El 28 de de mayo de 2018 con un discurso sobre “Aspectos de la guerra de sucesión en la Corona de Aragón”, tomó posesión como Correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Temo en Cabra. La Laudatio estuvo a cargo de la numeraria doña Marion Reder.

46. CUANDO LAS ESTACIONES
Dª Maria Victoria Atencia
Académica de Número +

46

sábado
13 junio
2020

días de la pandemia / 46
Dª Maria Victoria Atencia, Académica de Número

CUANDO LAS ESTACIONES

Cuando las estaciones o los años,
cuando el viento, cuando –puede ocurrir-
se trate de tu vida y se disponga
un beso aun en el borde de tus labios,
ya residuo final, testimonio de otros
tiempos con no menos disposición que ésta,
acógete al espléndido otoño, a sus hacinas
de bárbaro fulgor –como decía Hopkins-
y apresta entonces tu deslustrado corazón:
la vida empieza ahora.
Maria Victoria Atencia

45. CONSUELO Y MARGA GIL ROËSSET
Dª Mari Pepa Lara García
Académica de Número +

45

viernes
12 junio
2020

días de la pandemia / 45
Dª Mari Pepa Lara García, Académica de Número

CONSUELO Y MARGA GIL ROËSSET

Preliminar

En estos meses de pandemia y reclusión en nuestras casas, después de leer, escribir, ordenar armarios y libros, me puse a revisar  y clasificar mis artículos. Algunos de ellos lo había escrito y publicados hacía bastantes años; entre ellos, encontré este que ahora les remito, sobre las hermanas Gil Roësset,  que recuerdo fue publicado en una revista de un pueblo, y por lo tanto,  tuvo poca difusión. Creo que, después de tantos años, en la web de la Academia puede alcanzar mayor difusión, y pienso que puede ser interesante recordar la historia de estas dos hermanas; sobre todo, Consuelo es la más desconocida, pese a la importancia de su labor como editora, en unos años en los que no era corriente que una mujer ocupase este puesto.

En su momento, escribí este artículo en memoria de mi hermano Antonio, junto al que en mi infancia y juventud, leí   tantos “tebeos”, como a nosotros nos gustaba definirlos, y no “comic”, como se le denomina ahora. Además, con los años, mi hermano se convirtió en un experto en “tebeos”, escribiendo varios libros y artículos sobre el tema. A él va dedicado este artículo.

Introducción

Del matrimonio de Julián Gil y Margarita Roësset  nacieron: Consuelo, 1905; Marga, 1908; Pedro, 1910 y Enrique, 1912, en el seno de una familia acomodada, con grandes inquietudes artísticas. Educaron a sus hijos, cuidadosamente, llevando a las hijas a estudiar a las ursulinas y, haciéndoles aprender piano, violín  y francés, como a todas las niñas de aquella época, de buena familia.

Marga nació enfermiza y, aunque los médicos llegaron a desahuciarla, el tesón, el amor  y el cuidado de su madre  lograron sacarla adelante. Por esta razón, la relación  de Marga con su madre, a causa de su enfermedad, era absolutamente dependiente.

Consuelo y Marga Gil

Tanto Consuelo como Marga eran bellísimas, como también lo era  su madre, mujer elegantísima y muy religiosa, de cuya educación de sus hijos se ocupó personalmente. Las dos hermanas hablaban cuatro idiomas, viajaban, asistían a conciertos, exposiciones;  Consuelo,  escribía y, Marga, dibujaba.

Consuelo era alta, esbelta, rubia, elegante, de piel blanca y transparente, con ojos azules. Marga también era alta, grácil, seria y profunda. Sus ojos color de miel, más morena que su hermana y, su pelo, castaño, Era de una belleza menos espectacular que la de Consuelo, pero, quizá,  más atractiva, con una belleza andrógina y, por las fotos que conocemos, no parecía muy preocupada por su aspecto, muy natural, nada sofisticado.

Consuelo Gil  Roësset, primera editora española de revistas

Los inicios artísticos de las dos hermanas  comenzaron paralelos, como veremos más adelante, aunque años después, la tragedia las separó.  Consuelo Gil se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense; con gran experiencia en Literatura infantil, fue alumna del pintor Benedicto y, de Pedro Sáinz  Rodríguez, catedrático de Bibliografía.

Cuando estalló la Guerra Civil, se encontraba veraneando en San Sebastián con sus tres hijos: Paloma, Atoín y Jose María, viéndose  obligada a trabajar como redactora en las revistas que se publicaban en esa ciudad: “Pelayos” bajo la dirección de Fray Justo Pérez de Urbel;  “La Ametralladora” y “Mujer”, revista esta última de la que, además, era directora. Mientras, su marido, José María Franco, intentaba sobrevivir en Madrid.

Consuelo Gil tenía en mente  sacar una revista que no cayera en la línea exagerada de intencionalidad política y religiosa que tenía “Pelayos”.  Juan Baygual, industrial catalán,  le  ofreció  financiar  la revista que  ella  deseaba   hacer. Así nació “Chicos”, el 23 de febrero de 1938, cuya autorización consiguió la editora de las autoridades de Burgos,  en edición  bicolor y con un tamaño similar al de “Pelayos” El que, en esa época fuese ministro de Cultura, Sáinz Rodríguez, fue decisivo para conseguir la autorización.


Chicos”, Cuto, 1949

Los autores fundamentales de “Chicos” fueron: Castanys, Mercedes  Llimona y Carmen Parra, a quienes se deben  la mayoría y las mejores historietas publicadas en los inicios de la revista. Por esta causa, uno de los datos más  característicos  del primer “Chicos” es el hecho de que, en  su origen se produjo, un claro predominio femenino y, ello contribuyó a darle a la revista un tono particular. Aunque, no hay que olvidar el contexto histórico en que nació la revista, una zona en estado de guerra, y un periodo en el  que, sobre escritores y dibujantes se acumulaban, además, las presiones implícitas en la Ley de prensa de abril de 1938, según la cual, los autores quedaban al servicio de las intenciones propagandistas oficiales. Por esta razón, “Chicos” en su primera versión, aparecían banderas, uniformes falangistas…Pero, sólo unos años después, en 1944, el libro, con idéntico título, recoge las ilustraciones primeras, en una nueva disposición espacial, pero con portada original, dibujada por el mismo artista para la presentación en forma de libro, y los dibujos fueron convenientemente  modificados para borrar esos signos ideológicos.

mar

“Flechas y Pelayos”, cuyo primer número  apareció el 11 de diciembre de 1938, era el fruto de la fusión de las revistas “Pelayos” y “Flechas”, impuesta por el Ministerio del Interior, a  su director,  Fray Justo Pérez de Urbel.

Parece ser que,  a finales de 1938, Consuelo Gil, quien figuraba como directora de “Chicos” y empleada de Juan Baygual,   fue convocada a Burgos para que se le entregara la orden de incautar la publicación, probablemente para cerrarla, dado que las funciones de adoctrinamiento juvenil las cumplía su competidora, “Flechas y Pelayos” y; por lo tanto, sobraba una de las dos. Consuelo defendió valientemente su proyecto y, convenció a las autoridades burgalesas para seguir con las dos revistas y, además consiguió que, Baygual fuera indemnizado, al incautar la revista,  por su aportación económica inicial.

Los colaboradores pudieron simultanear su trabajo en una y otra, durante su primera etapa. Pero, cuando terminó la Guerra, ambas revistas trasladaron su redacción a Madrid. Y a partir de esa fecha, se pudo aprecia el distanciamiento evidente entre ambas. Otros colaboradores, Gabi, Federico Blanco, Moro, Zata…, se fueron incorporando a la empresa de Consuelo Gil.

La disparidad de presentación entre ambas revistas se fue haciendo cada vez menor a medida de que “Chicos” incorpora el color y; sobre todo, su nivel estético creció de modo incomparable,  cuando llegaron a la revista los dibujantes, Emilio Freixas,  en 1939  -quien permaneció diez años en dicha revista-;  y un poco después se les uniría Jesús Blasco y sus hermanos, Alejandro y Pilar; en 1945 se incorporó  Mariano Zaragüeta… Y ya en 1942,  logró comprar la revista y adaptarla a su propio estilo, creando su propia editorial  Gilsa (Consuelo Gil, S. A.).

En las secciones culturales y literarias hubo firmas excepcionales: María Asunción Plantín, la misma Consuelo, con diversos seudónimos, Javier de Olavide  y, sobre todo, Marisa Villardefrancos (1915-1975) y;  su hermana Gloria, quien firmaba con el seudónimo de Legrand, su segundo apellido. Marisa, posteriormente, publicó numerosas novelas en la colección “Biblioteca Chicas”.

Consuelo Gil, en sus revistas, logró reunir un plantel de colaboradores  auténticamente excepcional e irrepetibles y, aunque ella cuidaba de forma especial la unidad de la revista, algunos personajes destacaron con luz propia, caso de Cuto y Anita Diminuta, ambos  de Jesús Blasco. El nivel más alto del trabajo de la editora y sus colaboradores se manifestó, muy pronto, en los números extraordinarios, denominados “Almanaques”.

Sin embargo, Consuelo no se inventó totalmente su producto, que fue elaborando poco a poco, con un envidiable sentido ecléctico, además de recoger varias aportaciones de  las publicaciones extranjeras más importantes del momento.

La influencia de “Chicos”, de su estilo inimitable se advierte, prácticamente sin excepción, en todos los dibujantes e ilustradores desde comienzo de los cuarenta hasta  los sesenta.

A comienzos de los cincuenta, terminó “Flechas y Pelayos”; la publicación de Consuelo aguantó unos pocos  años más, gracias a una disminución de tamaño a la mitad del formato, hasta 1952, con una etapa bajo la denominación de  “Chicos Deportivo”. Volverá a resurgir, en 1954, ahora con el sello de Editorial Cid   -que había sustituido a Gilsa-, y nuevos colaboradores, permaneciendo hasta 1956; finalizando definitivamente a finales de ese año, con la cual concluyó una etapa de la edición española, sin posibilidades de continuidad.

“Mis Chicas”, la primera revista femenina española

Mientras, el 2 de abril de  1942, apareció “Mis Chicas” la primera revista de historietas dedicada al público femenino español. En el primer número (13×11 centímetros)  empezaban las andanzas de Anita Diminuta, que “era una niña que había nacido dentro de una campanilla”,  de Jesús Blasco.

En aquellos años, las revistas autorizadas gozaban de un cupo fijo de papel prensa que, a veces, debido a las dificultades  -comenzaba la segunda  guerra mundial-, podía desaparecer, momentáneamente.  Consuelo, al reducir el formato de “Chicos”, lo que representaba un sobrante de papel, le encargó a Jesús Blasco la realización de esta revista, pequeña y alargada, que quería dedicar a las niñas españolas. Debido al éxito sorprendente de la publicación,  pudo conseguir un aumento en los cupos oficiales para mejorar la revista. A mediados de  1942, “Mis Chicas” agrandó su formato (24×18 cm.), subiendo su precio a 25 céntimos. En las portadas ya no está Anita Diminuta  -pasando  a la contraportada-, sino ilustraciones a todo color con algún motivo religioso, pedagógico o de humor.

En “Mis Chicas” colaboraron casi todos los dibujantes de “Chicos”. Aunque los grandes animadores  de la revista fueron los hermanos Blasco. Aparte de Jesús, Alejandro dibuja series inspiradas.  Pero la gran inspiradora es Pilar Blasco, quien aparte de sus colaboraciones en  “Mariló” o varias portadas, su estilo se perfecciona a partir de series como, El castillo de Oro, con guiones de J. Canellas.

“Mis Chicas” siguió publicándose ininterrumpidamente hasta el año 1950, en que es sustituida por “Chicas”, una publicación totalmente diferente. Durante esos nueve  años de vida, la influencia y difusión  de la revista  fue enorme; aunque la publicación se anunciaba “con censura eclesiástica para niñas mayores de 7 años”, la edad de las lectoras era mayor. Ya a finales de 1942, la media de las solicitudes de correspondencia era de 12, 15  e  incluso de 17 años. Quizá se debiera a que no había otras revistas femeninas con que competir. “Mis Chicas” inauguró un género, fue el punto de partida de todos los tebeos femeninos  españoles.

La revista “Chicas”,  fue denominada por Consuelo “la revista de los 17 años”,  ya que, ésta había calculado la edad que más menos tendrían entonces las lectoras que habían empezado a leer la primera en 1942.  Pero,   el   nuevo producto, ya no era de historietas  -con alguna excepción- sino relatos seriados de firmas cercanas  a la editora: Marisa y Gloria  Villardefrancos; Borita Casas   y, Gloria  Fuertes; entre otras.

Liboria  Casas Regueiro  -Borita Casas- (1911-1999), trabajaba como locutora y; también  como guionista, en Radio Nacional y en  Radio Madrid. El personaje de “Antoñita la Fantástica”, con ilustraciones de Mariano Zaragüeta,  nació, pues,  en la radio. Consuelo la llamó para que escribiese, por entregas, historias de  su personaje en “Chicas”. El éxito fue arrollador y; a partir de 1948, Gilsa publico doce títulos en forma de libro; el último de ellos “El álbum de Antoñita la Fantástica” en 1958.

La última entrega de esta colección se reeditó, con el título “Antoñita, aprendiz de mujer”, en 1984, junto a otras siete obras, en un intento de actualizar estas creaciones. Tales iniciativas resultaron un fracaso, y también, los intentos de llevar a estos personajes al cine  o a  la televisión. “Antoñita la Fantática” era un personaje de su tiempo y, éste ya había pasado.

La revista contó con las ilustraciones de los mejores artistas del momento en su género, con reseñas de cine, radio  -en los sesenta, también de televisión-, canciones, modelos y cocina.

En 1952 la editora Gilsa  presentó  la  “Biblioteca Chicas”, con dos colecciones: “La ardilla Escocesa”, para los catorce años y; la denominada “Y échate a volar”, para chicas mayores y mujeres adultas. La primera fue de corta duración, pero la segunda tuvo una larga trayectoria hasta finales de los sesenta.

De 1952 a 1960 Marisa Villardefrancos es la autora que más novelas tiene en la colección; varias de ellas habían aparecido  previamente en “Chicas” por entregas;  las de más calidad, fueron, incluso, adaptadas a la radio,  Cadena Ser, con un gran éxito.      

La hazaña de esta gran editora, además del hecho de ser mujer, en un periodo conflictivo para éstas, cuando casi sólo se les permitían ser amas de casas, permanece como un ejemplo inalcanzable   -en un puesto, al que sólo podían  acceder los hombres, en aquellos momentos, en España-,  de talento e inventiva inigualables.

Consuelo Gil falleció en  Madrid  el año  1995 a los 90 años.

Marga Gil  Roësset, dibujante y escultora

En 1920, se publicó “El niño de oro”, basado en un cuento de su hermana Consuelo, con dibujos de Marga, editado en París por Plon.  Tenía 12 años.  En 1923, también en París, ambas hermanas publicaron “Rose des Bois”, en cuyos dibujos, Marga consiguió un barroquismo de elaboración.  A partir de esa fecha, dando un giro absoluto, se dedicó a esculpir. Su madre la llevó al estudio de Victorio Macho, quien se negó a darle clase por no estropear su talento creativo. Sus esculturas no tenían ninguna influencia externa, era totalmente autodidáctica.

En 1930, a los 22 años, presentó un “Adán y Eva” a la  Exposición Nacional y fue todo un éxito.

A principios del año 1932, en un concierto, la  austriaca Olga Baur Pilecka les presentó a Juan Ramón Jiménez y a Zenobia Camprubí, traductora de Tagore. Las dos hermanas eran lectoras del  poeta hindú.  Marga, desde ese momento,  sintió gran admiración por ella y;  decidió de inmediato hacer una escultura de ambos.

Marga Gil en su estudio

A partir de ese instante, la pasión de aquella frágil Marga,  que esculpía en granito y en piedra, se volcó en un hombre que no se dio cuenta, no calibró el daño que podía hacerle con aquel continuo y medido coqueteo que practicaba siempre, con la legión de jovencitas de talento que le rodeaban, con su beneplácito y el de Zenobia. La falta de visión de Juan Ramón, un hombre hecho a sus 51 años, le impidió cortar aquel amor cuando surgía y apartarlo.

Marga quedó fascinada por la presencia y la poesía de Juan Ramón, quien entonces,  era ya  un poeta consagrado.  Éste le deslumbró, porque fue el único que le había hablado de lo eterno, del arte, de Dios, del infinito.

Se convirtió en una asidua del hogar del matrimonio Jiménez. Buscaba sin cesar excusas para visitarlos. Podía parecer una más, dentro de las admiradoras del poeta. Pero Marga  era distinta. Juan Ramón le había dicho en una ocasión: Me gustaría ir destruyendo todos los libros antiguos, anteriores a 1915”.  Por ello, Marga  robaba ediciones de libros,  anteriores a esa fecha, en bibliotecas privadas y,  se los ofrecía al poeta para que él los inmolara.

Se ofreció a realizar un busto de Zenobia y, otro de Juan Ramón. Sólo terminó el primero  -la última obra que realizó-; de la cual diría el poeta: “Mi mujer dijo que parecía que la estaba haciendo brotar, como una fuente, de la tierra”.

En junio Marga se encontraba muy mal, no se sentía capaz de esculpir la cabeza del poeta. Tenía planeado ir a París, pero aplazó el viaje.

Ocho días antes de su suicidio empezó a escribir un diario destinado a Juan Ramón. Para él se hace, también, una foto que le dedica. “Juan Ramón, siento que la muerte no te da vértigo”.

El 28 de julio de 1932 destruye todas las obras que tenía en el taller, menos el busto de Zenobia, al cual cubre con un paño negro. No quiere que la recuerden por su arte. Se arregla detenidamente y, pasa por la casa del Juan Ramón por última vez. El poeta, distraído, la recibe sin prestarle  mucha atención. Ella deja sobre la mesa su pequeño diario. Juan Ramón  lo guardó sin decirle nada a la familia.

Un taxi la deja en Las Rozas,  en el chalé de su tío Eugenio; allí escribe tres cartas: a su hermana Consuelo, a sus padres y a Zenobia:

Marga Gil

Perdonadme por ser tan egoísta…Mamá, no te desesperes pensando en la pena eterna. Matarse es una crueldad horrible para vosotros, pero aparte de eso no es siquiera malo. Y justamente porque creo en Dios lo siento así”.

  Después, con el revólver de su abuelo,  que había robado del despacho de su padre, se pegó un tiro en la sien.  No murió en el acto, Juan Ramón la velaría durante las horas de su agonía. Su padre murió a principios de 1934, a los 54 años y, su madre muy poco después; ambos reposan junto a su hija en el cementerio de Las Rozas.

En su obra “Españoles de  tres  mundos” Juan Ramón escribió sobre Marga: “Sentada tenía una actitud de energía, brazos musculosos, morenos, heridos siempre de su oficio, duros. Y al mismo tiempo ¡tan frágil¡ Llevaba el alma fuera, el cuerpo dentro…”  Y en otra ocasión, comentó el poeta: “Marga nos tomó como pretexto para su historia”.

Zenobia en sus memorias inéditas dejó escrito: “Marga, que duro fue tu paso por nuestras vidas”.

Después de su muerte,  en 1933, se publicó  un libro de “Canciones de niños y de mamás”,   música de José Mª Franco, marido de Consuelo, con textos en francés de ésta y,  tres ilustraciones de Marga. “El niño de oro” tenía muchas ilustraciones barrocas, hechas a pluma con algo de color, parecían más grabados que dibujos. Éstos eran completamente distintos. En los once años transcurridos entre las ilustraciones de “Rose des Bois” y las “Canciones de niños…”, Marga había evolucionado como otros artistas podían hacerlo a lo largo de su vida.

Toda la obra escultórica que queda de Marga consisten en  veintiséis  figuras, de varios tamaños, duras, fuertes, de granito, vanguardistas, viriles. Sus  temas: ingenuos,  orientales, pero de un dominio técnico asombroso.

En el año 2008, con motivo del centenario de su nacimiento,  se realizó una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.  La muestra constaba con cerca de cien dibujos y acuarelas, veinte esculturas y, un gran número de cuentos ilustrados por ella; además de numerosas fotografías familiares.  Fue un merecido homenaje a una mujer, quien,  de no haber fallecido tan trágicamente, hubiera alcanzado el éxito que merecía  por su asombrosa técnica  e imaginación creadora.

Mari Pepa Lara García

50. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (VIII)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

50

jueves
18 junio
2020

días de la pandemia / 50
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (VIII)

Quiero más esperanza en mis brazos
que tristeza en mis hombros.
CORAL CORALINA

Jueves 18 de junio. Se hace público que en la República Federativa de Brasil se constata un fallecimiento por minuto como consecuencia de la COVID-19. Detrás de la gélida estadística, la persona concreta sin nombre ni apellidos. Las madrugadas suelen se agitadoras de la memoria. Tres años de acogida en Brasil acumulan una diversidad de recuerdos durmientes. ¿Qué mejor opción despertarlos al filo de la medianoche? Brasil era una fiesta poliédrica que resistía con tambores, trompetas, cançoes y batacudas de sambódromo al poder autoritario y totalizador. Despertaron del sueño amigos para siempre, algunos ya sobrevolando los cielos, como Eduardo Portella, Jorge Amado, Gilberto Gil, Chico Buarque de Holanda, Sonia Braga, Divonzir Guso, Edivaldo Boaventura, P. Casaldáliga, Paolo Freire, Érico Veríssimo, Vinícius de Moraes, Darcy Ribeiro, Oscar Niemeyer, Juscelino Kubitsckek en la oposición, Elis Regina, María Bethânia, Antonio Cabral, Helder Cámara, Caetano Veloso, Roberto Carlos y aquella supercuadra con faz humana en la que me tocó vivir gracias a Lucio Costa…con fondo de candomblé, poesía, sincretismo, música en la calle. Eran tiempos de dictadura en donde nuestro trabajo de cooperación técnica internacional no impedía las caipirinhas a la caída de las tardes con casi todos los citados y en lugares diferentes. En tales circunstancias, en medio de un país continente, el mundo del arte siempre atendía a la llamada de la amistad en Bahía, Brasilia, Río de Janeiro, Porto Alegre, Fortaleza o Recife y Olinda, Sao Paulo y su Bienal, con paso obligado por Ouro Preto hacia Florianópolis, para reencontrar al gran arquitecto Aleijadinho. Y saltaba desabrido al cine, a los conciertos, a las lecturas poética, al arte, y todos al carnaval que convertía el ritmo en expresión de cultura popular. En Goiás, una lucecita que irradiaba la fuerte luz del poemario, la alumbraba Coral Coralina.

Hoy Brasil, querido, respetado y recordado, es uno de los principales focos mortales de la COVID-19 bajo una dirección desabrida al amparo de los Evangélicos en analogía sectaria y enloquecedora con un presidente de los Estados Unidos que rehúsa enmascararse y que posa Biblia en mano ante un templo que instrumentaliza.

Se dice que el actual coronavirus emigró de Europa al hemisferio norte. Está haciendo estragos sobre todo en los descartados de la sociedad: población afro de Nueva York, de amplias zonas de pobreza de países latinoamericanos, en las comunidades indígenas como sociedades de pequeña escala… Las estructuras sanitarias no llegan a todos los rincones. Una UCI es un tesoro escondido. Los cócteles de fármacos, también. Queda un reducido personal sanitario desprovisto y una acción día y noche de las organizaciones de beneficencia, las onegés, con movilización general de pocos sanitarios, de voluntarios aprendices, de misioneros y misioneras y, para algunos, el recurso más a mano es la medicina tradicional con plantas de los diversos bosques, en particular en Amazonia, que no logra destruir al virus y que facilita el tránsito de muerte envuelto por las creencias ancestrales. 

La distancia social resulta prácticamente irrealizable en sociedades muy densas y habituadas a la proximidad y al encuentro en la pobreza. En tales contextos, ¿cómo lavarse las manos si no hay ni agua corriente ni jabón? ¿Cómo desinfectar las favelas sin son cubículos yuxtapuestos en donde vive una familia extensa en hacinamiento y promiscuidad? ¿De qué sirve confinarse en dichas condiciones materiales de vida? También allí como aquí se reparten bolsas de comidas para ir sobreviviendo. También allí como aquí (que ahora felizmente amortiguamos con una renta mínima vital que en poco va a relanzar el consumo) el desempleo tiene mayor incidencia por el peso considerable de la economía sumergida y de la ausencia de poder adquisitivo. El confinamiento es ilusorio para miles y miles de personas que han de salir cada día a las calles para ganarse el sustento cotidiano en un mercado informal en donde no hay ni vendedores ni compradores.

En estos contextos, ¿cómo hacer las estadísticas de las causas de muerte y vida, de infectados y de sanos? Esta interrogante se aplica igualmente a la mayoría de los países del mundo. ¿Cómo aplicar el método comparativo en tales circunstancias? Recuerdo, con referencia a Brasil (pero podría extenderme a muchos otros países) que, al elaborar el Anuario Internacional de Estadísticas de Educación de la UNESCO, había una pregunta clave para calcular la tasa de escolarización en primaria. El porcentaje global daba un resultado, si la memoria no me falla, de un 60% de niños y niñas escolarizados. Pero había una “trampa”, la de la presencia escolar que no se preguntaba. Mientras que en el norte del país las escuelas tenían dos turnos y los niños permanecían tres horas en cada turno, en el sur la permanencia era de seis horas. Las desigualdades regionales en la República federativa eran y son evidentes y el porcentaje total de escolarización primaria falseaba el método comparativo. Esto creo está ocurriendo con las estadísticas mundiales de la COVID-19. En primer lugar, por la identificación para la colecta de los datos; en segundo lugar, por los diagnósticos. Ambos elementos son las caras de una misma moneda. ¿Quién sabía diagnosticar el coronavirus de la COVID-19, y un fallecimiento por este motivo, en diciembre de 2019 o en enero de 2020, en personas con cuadros clínico muy complejos, incluida neumonía doble? Nadie (salvo, quizás, en China). El dictamen final se reducía a paro cardíaco, colapso periférico multiorgánico, paro respiratorio. Ahora, las cosas han cambiado por la experiencia clínica acumulada y por la ayuda de pruebas de laboratorio u otras, a falta de autopsias que, en determinado momento, habrían colapsado a los pocos forenses. Pero no es lo mismo colocarnos, ahora, en Canadá, Corea del Sur, China, Rusia, España o Estados Unidos, que en la precariedad sanitaria de la mayor parte de países de América latina, África, Oriente Medio o India con más de mil millones de habitantes, con profundas desigualdades socio-sanitarias y con amplias zonas de pobreza. Es cierto que todos estos datos pueden entrar en modelos de simulación que nos darán solamente estimaciones y no certezas, lo que ya es algo. 

La globalización tiene sus amplias periferias casi descartadas del progreso. La actual pandemia lo ha puesto de relieve. 

Una pregunta está en la mente de todos (además de la esperada vacuna): ¿Cómo garantizar la seguridad sanitaria y la prevención de nuevas epidemias a nivel internacional? Cuando haya vacuna eficaz, volverán a moverse más de mil doscientos millones de personas; millones de contenedores siguen llegando a los puertos con una enorme diversidad de productos; los cruceros masivos volverán a surcar los mares; el intercambio de personas y el programa Erasmus se reactivarán. Todo ello responde a que somos habitantes de una “casa común” y que las personas humanas necesitan empatía y alteridad para realizarse como personas en un teórico contexto del

bien común que va mucho más allá del interés general. La interconexión global sin duda ha expandido la pandemia, lo que nos lleva a algunas reflexiones para que la comunidad internacional no se reduzca a un latiguillo internacionalista. Habría que empezar por extinguir las condiciones de pobreza y de miseria que existen en el mundo, con una agenda universal con objetivos más a corto plazo. Esto significa miles de billones de inversiones que muchas de ellas serían productivas y tendrían retorno, con un acompañamiento de una educación para todos y una sanidad para todos. Hay que ir a la raíz de los problemas y que toda persona disponga de agua corriente y de jabón para lavarse las manos y para habitar una vivienda decente. Un salario mínimo vital mundial a los descartados para erradicar el hambre y facilitar la higiene. Se trata de presupuestos básicos. A ello añadiría una generalización de la ciencia y un respeto a la diversidad cultural, promoviendo la descongestión de las urbes y de las megalópolis. Se impone una educación particular y sostenida para evitar la destrucción de los ecosistemas y el respeto de la naturaleza, cuyas infracciones contribuyen incluso a catástrofes naturales o a pandemias inducidas. Se debería llegar a un acuerdo internacional para la prohibición del tráfico legal o ilegal de animales “exóticos” o de plantas que pueden ser portadoras de patógenos que no lo son en su ambiente natural. 

Creo es necesario que cada país (y no sólo en Occidente, que también) debería dotarse de una autosuficiencia estratégica en alimentos, sanidad y educación en sus propios contextos culturales. 

Para ello, es necesario una autoridad mundial compartida y ejecutiva. No veo otra institución que la ONU reestructurada y dotada de poderes ejecutivos y, mutatis mutandi, la Unión Europea para los países de Europa.

Puede que la humanidad esté, en estos tiempos de pandemia, desconcertada por la ausencia del Gran Desconocido que, deduzco saltando en el vacío, respeta escrupulosamente la libertad para hacer el bien o para hacer el mal con la que parece nos dotó. (Aquí ya entramos en la metafísica que puede ir en paralelo con la física y, quizás un día, converger en un mundo entrópico). La libertad es el mayor bien que poseemos. A nosotros todos nos toca cultivar la capacidad de discernimiento y reorganizar las condiciones materiales de existencia con soporte cultural y apoyos simbólicos. La COVID-19 es el primer gran reto a la humanidad en su conjunto. Al ser global, la respuesta también ha de ser global desde las especificidades culturales. Una prueba inmediata (esperemos) será el proceso de la vacunación universal. Pero hay otra vacunación coadyuvante: la vacunación mental para que sople el espíritu de la solidaridad y de la compasión.

(20 junio 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

43. Dos homenajes
Dº José Infante Martos
Académico de Número y Secretario +

43

martes
2 junio
2020

días de la pandemia /43
Dº José Infante Martos, Académico de Número y Secretario

DOS HOMENAJES


PLAYA DE LA ROCA
(Homenaje a Luis Cernuda)
 
Por estas playas del Sur, bajo la alta roca
que un día lejano cobijó la belleza, la juventud,
la pasión del amor de las que tú hiciste elegía anticipada,
vaga hoy tu sombra como un eco que guarda
la memoria de las olas, la arena ardiente del verano,
el eco cercano de la muerte.

Los años y la historia, el mito del poeta,
han ido levantando un muro de silencio,
la admiración también, el miedo a la palabra inútil
que no supiera expresar tanta hermosura
ni la soberbia arquitectura de tu verso.
Pero hay un círculo ciego y misterioso
en esta playa donde insiste el verano y la belleza,

el efímero amor, la juventud doliente y pasajera
hirieron con sus dardos la juventud dorada por el sol,
condenando la pasión a una muerte segura.
Así cegó fatal toda esperanza y el olvido
se abrió soberbio sobre la luna poderosa de agosto,
cuando siempre vuelve el deseo como una llama
que incandescente sobrevive al tiempo y a la herida.
Así quemó de nuevo con su aguijón cruel tu pecho
otro joven esbelto y rubio como espiga al viento

un mediodía de agosto deslumbrante.

Pero nunca triunfó el amor entre las rocas.

¿Se repitió la historia y fue igual de breve la dicha
y la armonía, la inmensa luz que cegaba tu vida?
¿Cómo puede ser tanta la belleza y tan fugaz
su fuerza y la delicia del goce y las caricias?
Por encima del tiempo aquí lo testifico.
Aquí estuvo Sansueña, el paraíso que creó
tu palabra y que el tiempo cruel ha profanado.
 
SOBRE BERLÍN VENCEJOS
(Wim Wenders)


Para Joaquín de Molina,
para Fran Hernández de Molina.
 
 
El cielo de Berlín no es inocente.
Sobre él vuelan vencejos y despliegan sus alas
como si fueran ángeles malditos,
lobos y cuervos que no se sacian nunca.
Los que elevan el deseo a lugares de espanto.


Por el barrio de Schöneberg
el cielo de Berlín es libre pero acaba
donde un muro se alzaba sepultando la vida.
Por el barrio de Schöneberg, cerca de la
Hollendorfplastz, en el café de Berio sí nace
como una luz distinta que ilumina los límites.


Cuando desde la niebla los ángeles de Wenders
burlan la grisura que el tiempo y la realidad
oscurecían los días, sobrevuelan las calles húmedas
que no tenían futuro. Sobre el cielo de Berlín
que vuelve a ser tan claro, dos ángeles
como vencejos llegan para proteger a la ciudad
antigua que habrá de renacer, de enemigos inciertos.


 
José Infante Martos

42. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (V)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

42

lunes
1 junio
2020

días de la pandemia / 42
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (V)

Caen los sueños uno a uno
y la sangre se estremece.
EUGÉNIO DE ANDRADE

               

De los sueños caídos siempre renacieron nuevas ensoñaciones. Así fue cuando una descolocada teja de la techumbre del pórtico se deslizó por el viento y quebró el ánfora vitrificada que señalaba el paso al atrio de los gentiles. Fue restaurada y se convirtió en un mosaico de Gaudí. Ya no era lo que era antes. No podía serlo. El restaurador o la restauradora la había reconvertido simulando mantener la estructura original, recreando a su vez centenares, miles, de micropartículas que habían desaparecido en un genuino proceso de pulverización. Probablemente era ánfora de pasta de vidrio creada a fuego en el horno púnico -hoy revestido de una pátina color esmeralda- de la colina de Byrsa que domina Cartago. En realidad, la restauración se tradujo en una dolorosa reconversión, incluso estructural, porque la estructura resultante ya no era la que era antes. El día después de la COVID-19, cuando desaparezca como desaparecieron todas las epidemias y pandemias aunque los virus se mantengan semidormidos en nuestro entorno, viviremos días, meses, años, de un decrecimiento considerable de los modelos de sociedades del bienestar, una caída del poder adquisitivo, una inmensa sombra real de desempleo y cierre de pequeños y medianos negocios, una fragmentación de la mundialización, una extensión del hambre y pobreza y, por ende, de la inmunidad de la salud poblacional. Y se hablará del necesario cambio de estructuras, así como de las reconversiones económicas, sociales y mentales. Más de cuatro mil millones de habitantes siguen confinados sin alteridad y nuevas fronteras síquicas delimitan el tiempo y el espacio. La práctica totalidad de la economía está enquistada aunque “desescalándose” con ecos científicos de posibles rebrotes tras el purgatorio dantesco que busca a Bice desesperadamente. La reflexión prospectiva no puede ser de optimismo desabrido. Teresa de Ávila, ¿cómo es posible que Nada te turbe en medio de una larga noche oscura, aunque las utopías razonables amortigüen la duda?

     El sentido de la belleza busca también su reajuste. El gozo parece estar petrificado de repente. Al disfrute del encuentro en el que descubríamos la convivialidad de ida y vuelta se le ha impuesto barreras y máscaras como en la triste Venecia de la peste negra. El Planeta se ha convertido en un pabellón de infecciosos mientras no demuestren lo contrario. Se desbordan el ethos y el pathos en las narraciones de la nueva realidad que inundan la conciencia narrativa. Sin embargo, de esa misma realidad emergen innumerables cadenas de solidaridad que el ser humano no puede ponerlas en cuarentena porque dejaríamos de ser humanos. Esta constatación ontológica ha acompañado siempre, en momentos aciagos y en momentos de bonanza, a la humanidad en marcha. Dimensión de las personas en acción que definen la misma razón de ser y que en su conjunto trasciende al mismo ser. Lo hace trascendente porque la solidaridad y la compasión en el mundo que vivimos no son activos hegemónicos que cotizan en Bolsa sino dimensiones arraigadas en el diseño del propio ser humano, cuyo uso de la libertad puede convertirlo en pertinaz insolidario. ¿Por qué Ana Botín, presidenta de uno de los primeros bancos del mundo, ha afirmado que “la solidaridad no es caridad”? (EL PAÍS, 16/5/2020). Porque bien sabe que ambas acciones, aquí y ahora, hoy, se complementan con carácter de urgencia. Cierto es, por otro lado, que en las situaciones de catástrofes hay quienes se aprovechan de los males ajenos, máxime en unas coordenadas de globalización y de ausencia de regulación de la cantidad y de la calidad. (Producción de mascarillas que no protegen, producción de tests que no son válidos, especulación en los mercados, subida incontrolada de los precios de bienes de primera necesidad e, incluso, de productos para la higiene necesaria, etc.). La COVID-19 ha incrementado desorbitadamente las desigualdades sociales y económicas, lo que requiere sin la menor duda las intervenciones intensivas de los poderes públicos, así como la movilización del sector privado, ya que no estamos en la Edad Media y las informaciones que nos llegan en tiempo real son portadoras de inquietud grande.

     Es muy probable que las valoraciones de las nuevas motivaciones para el consumo de bienes y de objetos nos descubran cambios sustanciales. Se dará más valor a la vida que al objeto. Se dará más valor a la seguridad personal que a las demandas de hipotecas. (Un hecho significativo apenas tratado por los medios de comunicación: los que pueden, han regresado a la compra de lingotes de oro en el silencio de la transacción. ¿Regresa el patrón oro?). Se dará más valor a la dignidad de la persona humana que a la persona como objeto de cambio en las relaciones económicas y laborales. No cabe la menor duda que la pandemia ha abierto la caja de Pandora cuyos efectos podremos constatar a lo largo de los próximos diez años. Ha abierto también un inmenso campo al pensamiento y a la filosofía que intentarán reflexionar, a veces en tensión dialéctica con algunos diseños económicos y financieros, sobre las crisis abiertas en casi todas las sociedades del mundo y sobre las eternas preguntas: ¿quiénes somos?, ¿para qué estamos aquí?, ¿a dónde nos dirigimos?, ¿a dónde iremos después de morir? También hay un campo abonado para los urbanistas, que deberían tener voz para aconsejar las mutaciones y reformas que serán necesarias en la reorganización del territorio y el concepto de ciudad que, al sobrevolarlas, o al pasearlas, constatamos fracturas sociales en el hábitat que se guardaban en el cajón de los silencios. Será necesario revisar la dicotomía centro-periferias de las aglomeraciones urbanas. El mundo periurbano soporta el mayor peso de los desequilibrios sociales y económicos. Las ciudades fueron los principales focos epidémicos. Dicen que el metro de Nueva York fue el principal agente de contagio. Como no todo puede ser utopía razonable, parecería socialmente urgente abordar en pospandemia un real policentrismo de las ciudades para que el ciudadano se sienta igual en bienes y servicios, incluidos los culturales y los sanitarios de proximidad, como igual lo es a la hora de nacer o a la hora de morir. ¿Se está a tiempo de descentralizar las zonas urbanas a los arrabales rurales con alternativas de diseño horizontal como alternativa a la construcción vertical? El ser humano, hoy como ayer, necesita recuperar su papel de elemento de la naturaleza. Probablemente la sentencia medieval de que la ciudad nos hace libres debería revisarse con los datos en mano de la actual pandemia, del cambio climático y de un eventual conflicto nuclear o químico. La ciudad aglomera cantidad y suele olvidarse de la calidad de todos y de cada uno de sus habitantes. Y recurre a Santa Bárbara cuando se desencadenan rayos y tormentas devastadoras.

    La COVID-19 no ha detenido la carrera de armamentos, los viajes al espacio, las pruebas nucleares, las acciones del terrorismo yihadista, el tráfico de drogas, las mafias que controlan la emigración (aunque el coronavirus ha hecho descender la intensidad), el mercadeo mundial de productos sanitarios falsos y no contrastados, la relación de fuerzas entre las grandes potencias, en particular Estados Unidos y China. Uno de los aspectos  más escabrosos podría ser el secreto de laboratorio e industrias en la elaboración, ulterior producción y distribución a miles de millones de personal de la vacuna (o las vacunas) y de los fármacos para un eventual tratamiento de la enfermedad. Dos grandes polos en competición, China y Estados Unidos, a los que podríamos añadir países de la Unión Europea que despierta y también Israel. Asunto de patentes y de miles de millones de beneficio en perspectiva. ¿Cómo es posible, ante una pandemia tan letal que sigue extendiéndose por el planeta, que este tipo de competitividad y secreto industrial esté condicionando los recursos de la ciencia, de la investigación básica, de la industria y de los circuitos de distribución y venta? ¿Qué poder regulador a escala mundial tendría autoridad moral y política para que vacuna y fármaco, cuando lleguen, sigan los criterios de una justicia distributiva con “precios políticos” y que no sean objeto de una especulación en el mercado global que penalizaría a más de la mitad de la población mundial? ¿Acaso estamos informados que tres mil millones de habitantes no disponen de agua potable ni de jabón para lavarse las manos? ¿Cómo esos tres mil millones, más los que se añaden hoy por la grave crisis económica y social que nos azota, van a poder pagar la vacuna y el fármaco? Y cabría preguntarse también si esa enorme población mundial desfavorecida dispondrá de una estructura sanitaria de diagnóstico, de un médico, de un asistente sanitario, incluso de un misionero, para ser vacunada (siempre que les llegue a tiempo la vacuna), para ser beneficiaria del fármaco (siempre que el fármaco también les llegue). ¿Quién pagará toda esta campaña mundial que esperamos esté próxima? La COVID-19 ha puesto en evidencia los grandes desequilibrios y desigualdades terrenales. Ivan Illich, que era un filósofo soñador con los pies en la tierra y talante de profeta, en uno de sus libros hacía referencia a ciertos medicamentos que se distribuían en el llamado Tercer Mundo y que eran prácticamente placebos producidos a muy bajo costo. Es decir, algunas mafias engañaban y comercializaban aspirina y penicilina que no eran ni aspirina ni penicilina. Las personas no sanaban y muchas terminaban muriendo. Hace años, lo encontré en Brasil en donde yo estaba destinado y en donde él vivía. Le pregunté: ¿todo esto es cierto? Y me respondió: lamentablemente todo esto es cierto. Y reflexioné: muchas vidas humanas entran en el cesto de las mercaderías prematuramente perecederas. 

En estos momentos de fuertes confrontaciones poliédricas, afirmar que la “solidaridad no es caridad”, como lo dijo Ana Botín, me parece resultado de uno de los más finos análisis que, como persona y financiera, se ha hecho en plena crisis mundial. El mundo de la economía y de las finanzas no incluyó a la solidaridad ni como un factor ni como un valor cotizable. (El ejemplo más patente, los Estados Unidos). Sin embargo, Ana Botín ha tenido la inteligencia y la sensibilidad de incorporarla a ese mundo desde su posición destacada y destacable. E interpreto que al afirmar que la “solidaridad no es caridad”, está poniendo en valor dos caras de la misma moneda de la acción necesaria y de reconstrucción y justicia distributiva en función del interés general y del bien común de las personas concretas que conviven en la sociedad española que atraviesa momentos trágicos. Pienso que la declaración de Ana Botín, presidenta del Santander, sienta una nueva doctrina en la teoría y en la política económica con lógica repercusión en la política de rentas, más allá de las obras sociales de las entidades bancarias.

(1 junio 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

40. LAS GRANDES PANDEMIAS Y SU INFLUENCIA SOBRE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD
Dº Elías de Mateo Avilés
Académico de Número y Vicepresidente +

40

lunes
25 mayo
2020

días de la pandemia / 40
Dº Elías de Mateo Avilés, Académico de Número y Vicepresidente

LAS GRANDES PANDEMIAS Y SU INFLUENCIA SOBRE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Las pandemias, con su rastro de horror, muerte, sufrimiento y ruina han acompañado siempre a las sociedades humanas desde los orígenes de la civilización. Hasta ahora, los historiadores habían dado poca importancia a su influencia en el devenir de las sociedades humanas, salvo, quizás, la Peste Negra del siglo XIV. Con bastante probabilidad, las pandemias resultaron decisivas para torcer, en demasiadas ocasiones y en sentido negativo el curso de la historia.

La decadencia y caída del Imperio Romano, junto a otras numerosas causas, hay que explicarla, también, por la influencia de la llamada Peste Antonina, de finales del siglo II. Al freno de la expansión del Imperio Bizantino en el siglo VI y a la posterior expansión del Islam debió contribuir, en gran medida, la llamada Plaga de Justiniano. Y al abrupto final del esplendor de la Cristiandad occidental medieval durante los siglos XI, XII y XIII, la Peste Negra del siglo XIV.

Habría que analizar si la Gripe de 1918 contribuyó, más de lo que pensamos, a retrasar y a lastrar la recuperación de Europa tras la I Guerra Mundial, y, por tanto, lejanamente, al surgimiento de la crisis de los años 30, de los fascismos y al desencadenamiento de la II Guerra Mundial.

Es posible distinguir una gran pandemia, como la actual, que surge de pronto, se extiende rápidamente alcanzando una gran extensión geográfica y causa en poco tiempo un alto índice de contagios y una mortandad que puede alcanzar millones de víctimas con los brotes recurrentes e importantísimos de enfermedades infecciosas que han acompañado a los seres humanos durante siglos e incluso milenios, como la tuberculosis, la sífilis, la polio o, incluso, la viruela y que han causado, también muchísimas víctimas y sufrimientos.

Parece confirmarse por lo que está ocurriendo en el mundo en este año 2020 que las pandemias similares a la actual surgen casi siempre en China. Así sucedió en los casos de la Peste Antonina, de la Plaga de Justiniano, de la Peste Negra y, quizás, de la Gripe de 1918. Las tres primeras llegaron al mundo mediterráneo y al resto de Europa a través de la Ruta de la Seda, bien a través de su vía terrestre, bien a través de la marítima. En el caso de la Gripe de 1918 hoy más que nunca no debe descartarse que fuese traída a Europa por los trabajadores chinos desplazados con motivo de la I Guerra Mundial.

Es casi seguro que este tipo de catástrofes siempre surgen en el momento en que tenemos un mundo profundamente interconectado y con sociedades en el momento cumbre de su esplendor económico y social, con un importantísimo trasiego de mercancías y personas a largas distancias.


39. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (IV)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

39

lunes
25 mayo
2020

días de la pandemia / 39
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (IV)

La muerte simplemente le llegó
como se hace la noche cuando se marcha el día
VICTOR HUGO
                                                                                

Hoy la sombra negra de la Tierra es la que ilumina el universo y es la que aprisiona la empatía del abrazo. Negrura, horror, espanto, miedo. Espera en la esperanza en las batas blancas y en los microscopios electrónicos o en el mensaje sobre nuestro propio terruño de la gran mística Teresa de Ávila cuando exclamó «Nada te turbe». El sol y la luna se han revestido de luto. En el mundo se hizo el silencio. Las calles y las plazas del mapamundi están vacías porque la vida quedó confinada en sus aposentos para protegerse de una amenaza viral que hace estragos y que genera un pavor universal. En Navidades, hace apenas unos meses, este escenario desolador era inimaginable salvo en los guiones de la ciencia ficción. 

Miles de millones de personas concretas sienten el terror del silencio y el rechazo a los plazos indefinidos de la muerte y de la vida. Miles de millones de personas con sus propias cosmogonías, culturas y creencias, se preguntan ¿por qué aquí y ahora cuando la humanidad y las sociedades del bienestar o del no bienestar pensaban que, todos juntos, éramos invencibles e inmunes, gracias al poder acumulado de ciencia, historia y filosofía, a todo ataque visible o invisible que nos viniera del exterior? Pero al parecer, ese ataque nos llega de la complejidad evolutiva de la naturaleza en donde el ser humano suele manipular con demasiada frecuencia. La COVID-19 proviene de nosotros mismos con nuestro entorno medioambiental. El virus no llovió sobre el Planeta tierra desde un objeto volador no identificado. Es un virus a ras de la superficie del globo que ha transitado más velozmente que otros por las avenidas de la globalización y cuyos efectos nocivos por ello se han calificado de pandemia y es transmitido en tiempo real como unos juegos olímpicos o como fue la Guerra del Golfo: asépticas estadísticas cuando cada número tiene nombre, apellidos y una historia personal y familiar. Son estas personas concretas las que iluminan la actual negra sombra de le Tierra. 

El virus no entiende de fronteras y es transportado por la movilidad humana internacional, intranacional o en el interior de un supermercado un hospital desprotegido o una residencia de ancianos. Todo el mundo tiene miedo, lo que es muy humano, trátese de grandes potencias, países ricos o países pobres. Y todos esos países tienen un denominador común: ni tratamiento fiable ni vacuna preventiva. Pero también existen grandes desigualdades sanitarias que en los más descartados el miedo se suele acompañar con la resignación o con la ideología del fatalismo. Y si nos referimos a las estadísticas de muertes y sanados; de mascarilla y guantes; de respiradores, de UCI bien equipadas; de personal sanitario e infraestructuras; de la investigación fundamental, el rigor y la disparidad es flagrante. A título de ejemplo: ¿en qué condiciones se encuentran los 5 millones de refugiados sirios o la capital de Nigeria, Lagos, con casi 15 millones de habitantes? ¿O los campos de refugiados palestinos al sur del Líbano? Ellos iluminan sin duda la sombra negra de la Tierra.

La incidencia de este virus agresivo y agresor aún no se puede cuantificar (¿cómo cuantificar el dolor de cada persona y cada familia?) en sus aspectos sociales, económicos y políticos a corto, medio o largo plazo. Los cálculos han empezado siendo locales y nacionales pero, al tratarse de pandemia, sus repercusiones en un mundo interconectado serán mundiales y afectarán directamente al estilo laminar de la globalización, a las relaciones internacionales, a la reconstrucción industrial muy ligada a la economía real, a las nuevas formas de funcionamiento de las sociedades. Y se planteará (ya se está en ello) poner en valor el nuevo factor de la solidaridad intranacional y mundial. La investigación científica y tecnológica aplicada se espera sea una de las altas prioridades en la prospectiva.

Es previsible que el hambre, la pobreza y las tasas «naturales» de mortalidad aumenten en el mundo con millones de desempleados, muchos sin casas ni domicilio fijo, lo que disminuiría la capacidad inmunitaria de determinadas poblaciones. De momento, FUNCAS estima en un 34% el índice de desempleo sin se incluyen los ERTES. La pobreza y la estrepitosa caída del poder adquisitivo es una trágica consecuencia que conocen bien las asociaciones de ayuda y de solidaridad como lo es CÁRITAS, a título de ejemplo. Solamente una voz moral unitaria ha resonado en el mundo, la del papa Francisco con las estructuras éticas de solidaridad que de él dependen a pleno rendimiento. Habrá que ir reflexionando sobre una restructuración de la ONU, como cuando su fundación en la Conferencia de San Francisco tras la II Guerra Mundial. 

Al final de esta pandemia, que la Universidad de Harvard estima pueda ser en 2022 (en el entretanto, se esperan tratamientos y vacunas producidas en miles de millones), el mundo no podrá ser el mismo que habíamos conocido antes de la pandemia viral ni en la economía ni en el desarrollo de las sociedades. Es imaginable un fraccionamiento de la globalización al son de las grandes potencias, en particular China, Rusia y Estados Unidos. Europa, inicialmente ausente en la coordinación de la COVID-19, (aunque no en los económico y financiero, tiene el desafío de renacer con energías unitarias cual Ave Fénix. Al miedo le queda aún un largo recorrido. Cierto es que toda epidemia/pandemia constatada por la historia desapareció por sí sola. Una referencia muy localizada: el Renacimiento emergió tras la devastadora peste bubónica. Espera en la esperanza…

Mientras tanto, observaremos la negra sombra de la Tierra con la luminaria del recuerdo de los que fueron y son sus víctimas.

(25 Mayo 2020)
Francisco Carrillo Montesinos