- Ángel Asenjo Díaz
- Publicado en la sección 03 Colaboraciones de Académicos ©
- Anuario 2017. Segunda Época (descargar pdf)
E
n Madrid, el día 1 de junio de 2017, se inauguró la Fundación Norman Foster, que se ha ubicado en el Palacete del Duque de Plasencia, proyectado y construido en 1912 por el arquitecto Joaquín Saldaña. Se encuentra situado en la Calle Monte Esquinza, nº 4 de esta ciudad y ha sido reformado y rehabilitado por el propio Norman Foster.
Este edificio albergará el Archivo del arquitecto, compuesto por más de 74.000 documentos, entre los que se incluye una importante colección de dibujos y planos, material fotográfico, maquetas, correspondencia, cuadernos de bocetos y objetos personales.
Este importante acontecimiento es el hecho que nos ha animado a estudiar y reflexionar sobre la figura del gran arquitecto Norman Foster, para su incorporación en el Anuario de 2017 de esta Real Academia, con lo que, al igual que hemos hecho en los últimos años, exponemos la obra de uno de los más grandes arquitectos del último tercio del Siglo XX y principios del Siglo XXI, con la intención de contribuir al mejor conocimiento de las más insignes figuras de la creación arquitectónica, cuyas aportaciones constituyen unas referencias, que sin lugar a dudas contribuyen a mejorar la arquitectura de la ciudad que habitamos.
Esta Fundación será dirigida por la arquitecta María Nicanor, quien proviene del Museo Victoria & Albert de Londres y del Museo Guggenheim de Nueva York, quien se ha planteado como objetivo promover el pensamiento interdisciplinar y la investigación de la obra arquitectónica de Norman Foster con el fin de ayudar a las nuevas generaciones de arquitectos, diseñadores y urbanistas a anticipar el futuro, para lo que aporta el Archivo de Norman Foster, que fue creado en 2015 y ahora está accesible por primera vez a los estudiantes y estudiosos sobre la vida, el trabajo y las ideas del arquitecto. La base de datos del archivo está disponible de forma abierta en la página web de la Fundación Norman Foster.
A partir de la fecha de su inauguración, la Fundación realizará una serie de iniciativas educativas y de investigación, proyectos y publicaciones basadas en la colaboración con instituciones de todo el mundo. Estas colaboraciones ya se han llevado a cabo con anterioridad con diversas instituciones, tales como el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zúrich, la Escuela Politécnica Federal de Lausana, la Universidad Politécnica de Madrid y las Universidades de Cambridge y Bournemouth en el Reino Unido.
La inauguración de la sede de la Fundación Norman Foster en Madrid fue engrandecida por la celebración en el Teatro Real de Madrid del Foro Internacional, denominado Future is now (El futuro es hoy), dedicado a las ciudades, en el que, a partir del análisis de la tecnología, del diseño y de las infraestructuras de las mismas, se abordaron los desafíos sociales, económicos y de diseño que actualmente nos plantea la ciudad y los que a corto plazo nos podrá plantear.
A esta celebración de la Fundación asistieron unas 1.700 personas e intervinieron en la misma enormes personalidades, tales como el arquitecto chileno Alejandro Aravena, premio Pritzker 2016; el empresario y ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg; el cofundador del MIT Media Lab Nicholas Negroponte; la economista italiana Mariana Mazzucatto; el todopoderoso jefe de diseño de Apple Jonathan Ive; el historiador Niall Ferguson y los artistas Cornelia Parker y Olafur Eliasson, además de la diseñadora española Patricia Urquiola y el arquitecto español Luis Fernández Galiano, que debatieron intensamente sobre el objetivo del foro, clausurándolo Lord Foster, que fue despedido con un largo aplauso, siendo acompañado por su mujer Elena Ochoa, que se congratuló del éxito de la convocatoria.
INTRODUCCIÓN
Salvo algún capricho formal, como el City Hall de Londres (2002), que responde a la naturaleza del espectáculo social de la arquitectura, la obra de Norman Foster está en general determinada por la siempre deseable integración volumétrica, funcional, espacial y constructiva, que aparece detrás de las sobrias formas de sus creaciones. La estricta geometría de las estructuras modulares de sus primeros trabajos, da lugar a las propuestas formales rotundas que siguen el dictado de la organización interior de sus obras, que se conforman como contenedores, que muestran su estructura, que son envueltas con tersas pieles acristaladas, y que darán paso a formas igualmente precisas, nacidas de la extrusión de su sección, o de su planta. Esto es lo que podemos observar en las obras que englobamos en el primer período, que diferenciamos de su amplia trayectoria arquitectónica y urbanística, y que cerramos con el edificio cuyas formas fueron concebidas de forma integral para el Centro de Distribución de la Renault de Swindon (1983).
Edificio del CITY HALL de Londres (2002-2005)
El origen de las importantes obras que describiremos como el segundo período de su trayectoria, se encuentra en el edificio del Banco de Hong Kong y Shanghai, de Hong Kong (1986), incorporando edificios tan destacados como la Torre Century de Tokio (1991) o la Terminal del Aeropuerto de Stansted de Londres (1991). En todos estos edificios la traslación al exterior de su organización interna está protagonizada por la exhibición de las estructuras, lo más característico de esta etapa.
Posteriormente, podemos observar como la visibilidad del esqueleto quedará relegada en favor de un equilibrio integrador, donde los aspectos formales siguen la natural correspondencia entre continente y contenido, siendo esta la característica de este nuevo período de su obra. Esta relación preside la austeridad formal de gran parte de la producción fosteriana que, no obstante, cuenta con excepciones siempre asociadas a la singularidad de los encargos. Tal es el caso del Centro Escocés de Exposiciones y Conferencias de Glasgow (1997), del Complejo Musical The Sage de Gateshead (2004) o de la Universidad Libre de Berlín (2005), cuyas orgánicas figuras deben mucho al emplazamiento indiferenciado en que se insertan para ejercer el papel de reclamo cultural, siendo su obra más destacada del inicio del tercer período el edificio de la Sede del Commerzbank en Frankfurt am Main (1991), ensayando mas adelante un minimalismo formal que parece recordar su obra inicial, aunque orientado ahora hacia formas de suave curvatura. Las tensas conchas de vidrio de la Estación de Metro de Canary Wharf (1999) relatan su procedencia bilbaína y están igualmente emparentadas con la sencilla geometría del Gran Patio del British Museum (1994) y del American Air Museum de Duxford (1997), cuya búsqueda formal culmina con la Great Glasshouse de Carmarthenshire (2000), en el que se produce una máxima depuración formal, como la que inspira las rotundas figuras de las torres proyectadas para las compañías Swiss Re en Londres (2004) y Hearst en New York (2006).
Y, en el último período de su obra observamos, que se aprecian síntomas de contagio de la moda imperante, caracterizada por la experimentación formal., como ocurre en las propuestas para la Beach Road en Singapur (2007), la Ciudad del Motor de Alcañiz (2007), el Paseo Marítimo de Rímini (2008), o el Pabellón de los Emiratos Árabes en la Exposición Universal de Shanghai (2010), en las que se produce un cierto coqueteo con el nuevo formalismo basado en el diseño paramétrico, del que Norman Foster fue pionero en proyectos de incuestionable importancia, en los que ha ido evolucinando hasta llegar a la obra que actualmente está realizando.
ORIGENES Y FORMACIÓN (1935-1964)
Norman Robert Foster nació el día 1 de junio de 1935 en Reddish, municipio del área metropolitana de Manchester. Hijo único de Robert Foster y Lillian Smith, se crió en un hogar humilde. Fue un estudiante aplicado que encontró satisfacción a sus inquietudes entre los escasos volúmenes de la biblioteca de su barrio, en la que se interesó por el dibujo, los cómics, el aeromodelismo y los juegos de construcción. En 1951 su padre le aconsejó que trabajara en el Ayuntamiento de Manchester, donde realizó funciones de conserje del Departamento del Tesoro un par de años, durante los que estudió derecho comercial y contabilidad para prosperar como funcionario, pero esta idea la desestimó pronto.
Norman Foster
En 1953 se planteó ingresar en las Fuerzas Aéreas para escapar de este trabajo y con la ilusión de pilotar aviones. Cuando terminó el servicio militar buscó trabajo más acorde con sus aspiraciones creativas y encontró trabajo en el Estudio de Arquitectura de John E. Beardshaw como ayudante del gerente de contratación. Allí comprobó que la arquitectura podría ser su futuro y decidió prepararse para ello, dibujando de forma intensa en su casa por las noches, copiando planos del estudio, y cuando le enseñó sus trabajos a Beardshaw lo sentó en un tablero de dibujo, lo que fue el origen de su destino arquitectónico.
Estando trabajando como delineante decidió iniciar sus estudios en la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de Manchester, pues para él era la mejor opción. Para costear sus estudios entre 1956 y 1961 realizó trabajos temporales en un almacén de carbón, o descargando camiones de hielo, a la vez que realizaba dibujos para varios arquitectos y para vallas publicitarias. Además, obtenía otros ingresos extras mediante becas y premios de dibujo. En 1959 obtuvo la medalla de plata de dibujo del RIBA (Royal Institute of British Architects) por el levantamiento de un granero y un molino. Norman Foster cada año se gastaba el dinero que ganaba, pues durante los veranos viajaba, tomando contacto directo por Europa con la obra de Le Corbusier, Mies van der Rohe, Palladio, Utzon, Jacobsen y otros. Su mayor admiración se produjo por Frank Lloyd Wright, al que conoció solo a través de los libros.
Después de su graduación en 1961 obtuvo una beca para estudiar dos años en la Escuela de Arquitectura de Yale. La experiencia americana transformó totalmente su pensamiento, pues tuvo como profesores a Paul Rudolph, Serge Chermayeff y Vincent Scully, de los que aprendió la pasión por la arquitectura y sus principios, así como el interés por su historia.
En esta escuela de arquitectura coincidió como estudiante con Richard Rogers, becado como él, y realizó parte de un curso con James Stirling como profesor. Durante su estancia en Yale descubre la moderna arquitectura americana con sus amigos Rogers y Abbott, siendo éste el propietario del coche en el que hacían los viajes. En el verano de 1962 consigue el Master of Architecture, lo que le permite permanecer un tiempo en Estados Unidos, durante el que trabajó para Pedersen & Tilney en New Haven y para Anshen & Allen en San Francisco, permitiéndole tomar contacto directo con la obra de sus héroes F.L. Wright, Schindler y los hermanos Eames entre otros, así como también con la arquitectura californiana del momento.
Tan solo seis meses después de que Foster y Rogers se despidieran en Yale, este último le pidió su regreso a Gran Bretaña para fundar un estudio de forma conjunta. En 1963 fundaron el estudio denominado «Team Four» con las hermanas Georgie y Wendy Cheesman, con las que Rogers se había reencontrado a la vuelta de Estados Unidos. Pronto Georgie Cheesman abandonaría el grupo y fundaron el estudio las parejas formadas por Richard Rogers–Su Brumwell y Norman Foster–Wendy Cheesman, que se instalaron en el piso de esta última en Hampstead Hill Gardens, donde se entregaron por completo al trabajo. Norman y Wendy se casaron en 1964.
Los primeros encargos llegaron de la mano de los padres de Su Brumwell, para quienes realizaron el diminuto Refugio en Pill Creek (1963) y la vivienda–galería en Creek Vean (1964-66). Marcus Brunwell era publicista y coleccionista de arte. La vivienda tuvo una buena acogida de en los medios especializados y obtuvo la medalla del RIBA en 1969. Era la primera vez que una casa individual recibía este honor. En estos años también proyectaron agrupaciones residenciales que no llegaron a construirse.
ETAPAS EN LA EVOLUCIÓN DE SU OBRA (1965-2017)
Primera etapa: 1965-1978
El primer trabajo importante para Norman Foster fue el edificio las Instalaciones Industriales de la compañía Reliance Controls Electronic Factory en Swindon (1965-66), que proyectó en colaboración con Richard Rogers. Este proyecto supuso para él y su equipo el descubrimiento de la industria como cliente y como agente imprescindible en la construcción de edificios industriales, que en ese momento fue determinante no solo para Norman Foster, sino también para Richard Rogers. Aunque ambos acabarían separando sus carreras después de este proyecto, alcanzarían con él un importante reconocimiento profesional. El equipo se disolvió en 1967, pues las diferentes personalidades de los dos principales componentes del equipo demandaban una mayor independencia.
Entonces Richard Rogers y Su Brumwell (Su Rogers) trabajaron por su cuenta hasta que junto a Renzo Piano –con el que se asociaron en 1971– ganaron el concurso del Centre Pompidou en París. Mientras, Norman Foster continuó su actividad en el piso de Wendy Cheesman (Wendy Foster), fundando la compañía Foster Associates, que fue un acto pretencioso, pues estaba formada solo por ellos dos. Después del fallido concurso para la Escuela de Newport (1967), dedicaron sus esfuerzos a desarrollar sistemas constructivos industrializados, el denominado Factory Systems, para el consorcio Milton Keynes, que apenas les procuró trabajo como consultores. Las responsabilidades familiares le llevaron a impartir clases a tiempo parcial en la Regent Street Polytechnic y en la Architectural Association.
Terminal de Pasajeros de la Compañía FRED OLSEN LINE
en el Puerto de Londres (1970-1971)
Nave temporal para la sede provisional de IBM
en Coshan (1970)
Pensando en emigrar a Estados Unidos, en busca de las oportunidades que Londres le negaba, a Foster le llegó un encargo relacionado tanto con los trabajos realizados para la Reliance Controls como con los estudios sobre arquitectura industrializada, lo que realizó a través de un estudiante que trabajaba con él. De esta forma conoció a Fred Olson, director ejecutivo de la naviera noruega del mismo nombre, que le encargó en 1968 el edificio del Centro Social para trabajadores de la compañía, y que proyectó entre dos naves existentes de la Compañía Fred Olsen Line en los muelles de Londres, una arquitectura anodina basada en edificios-contenedores de carácter portuario.
Edificio de la compañía aseguradora WILLIS, FABER & DUMAS en Ipswich (1971-1978)
Este edificio lo concibió Norman Foster como un sencillo volumen retranqueado y acristalado con vidrio reflectante, cuyo interior es una actualización del modelo Reliance Controls, con una cubierta desarrollada en dos niveles. El proyecto y su ejecución se realizaron en doce meses gracias a un sistema constructivo basado en una estructura metálica con grandes vigas alveolares, coordinada con delicados detalles en los cerramientos. Fred Olsen quedó encantando y entre 1970 y 1971 le encargó la Terminal de Pasajeros para la compañía, que incluía una singular galería cubierta. Ambos edificios fueron demolidos en los años ochenta.
Estas obras procuraron a Norman Foster nuevas satisfacciones y nuevos clientes, a los que convenció, tras la visita a estos edificios, para ser el arquitecto que buscaban para hacer realidad sus respectivos proyectos. En 1970 Foster Associates recibe el encargo de proyectar una nave temporal para la sede provisional de IBM en Cosham. La persuasión de Norman Foster y la lógica de una construcción de bajo coste recondujeron el proyecto inicial hacia la concepción de una sede permanente. La envergadura del proyecto provocó el traslado de Foster Associates a una planta alquilada en la oficina de su amigo y colaborador, el ingeniero Tomy Hurt, situada en Covent Street. Este proyecto perfeccionó los postulados de los edificios de las compañías Reliance Controls y Fred Olsen Line. La depurada caja de enormes dimensiones (10.800 m²) que Norman Foster proyectó para la compañía IBM es quizá la contribución más minimalista de toda la obra fosteriana, un paralelepípedo simplemente apoyado sobre una fina losa horizontal dispuesta en el paisaje a través de los vidrios de su cerramiento. El detallado estudio de la prefabricación de sus componentes y el estudio funcional de los planteamientos de organización social del trabajo se conjugaron a la perfección en una obra construida con una racionalidad extrema.
Norman Foster se dedica en todo este periodo de forma intensa al trabajo, y esto apenas le deja tiempo para la vida social, aprovechando el escaso tiempo libre para hacer actividades deportivas en solitario, tales como el ciclismo, el maratón o el esquí de fondo. A partir de 1970 se puede permitir comenzar a volar, que es un sueño que nunca abandonó y que pudo hacer realidad a los treinta y cinco años. Después de practicar vuelo sin motor, pronto pasó a pilotar aeronaves propulsadas, helicópteros y jets, tal como había soñado.
Profesionalmente Norman Foster y Wendy Foster fantasearon con un cierto futurismo utópico, fruto de encargos tan insólitos como la Estructura Neumática (1969-1970) construida con PVC reforzado para alojamiento temporal de las oficinas de la compañía Computer Technology en Hempstead, mientras se concluía el proyecto antes indicado de la nueva sede permanente de IBM en Cosham. Inauguradas estas oficinas provisionales en 1971, la estructura hinchable fue desmontada después de algo más de un año de servicio. En este mismo año proyectaron dos propuestas singulares, el Teatro Samuel Beckett en Oxford y el Edificio Climatroffice. Ambos proyectos poseen formas geodésicas, que nacen de la estrecha colaboración establecida con Buckminster Fuller, con quien entablaron una excelente relación de amistad durante los doce años previos a su fallecimiento, y en los que desarrollaron innovadoras estructuras y propuestas residenciales como la Autonomous House, en los Ángeles, USA.
En 1971 Foster Associates trasladó su estudio a la planta baja de un edificio en Fitzroy Street, donde aplicaron con todo rigor sus concepciones arquitectónicas de transparencia, flexibilidad y experimentación. Concebido como un verdadero laboratorio de arquitectura, anticiparon soluciones adoptadas después en uno de los proyectos más destacados de esta etapa de consolidación de la firma, el edificio de la Compañía Aseguradora Willis, Faber & Dumas en Ipswich (1971-1975), que ganó numerosos premios tanto por su arquitectura singular como por su sistema energético. Este edificio se ajustó a los límites del solar disponible, creando grandes espacios a partir de una estructura al límite de sus posibilidades, con una volumetría obtenida a partir de la forma de su planta, que se cierra con un impecable cerramiento de vidrio, y que refleja la ciudad circundante durante el día y desvela su intención durante la noche. La concepción de la estructura de su planta ático presagia la magistral estructura de los edificios de oficinas y almacenes de la Modern Art Glass en Thamesmead y de la compañía SAPA Factory en Tibshelf, en los que Norman Foster practicó la total integración de la estructura y los cerramientos en espacios diáfanos.
La culminación de esta solución estructural en su obra de esta etapa, se encuentra en el atípico museo Sainsbury Centre of Visual Arts, en Norwich, que construyó entre 1974 y 1978 para Sir y Lady Sainsbury, en el Campus de la Universidad de East Anglia, cuya definición arquitectónica con una concepción tipológica novedosa continúa despertando admiración después de más de cuarenta años. Es su primera obra para uso público y con ella Norman Foster alcanzaría un amplio reconocimiento por parte de la crítica internacional, que lo consideró como el abanderado del movimiento high-tech, lo que compartió con Richard Rogers y Renzo Piano, autores de la importante obra del Centro Cultural Pompidou de París, inaugurado en 1977. Foster halló en Bob y Lisa Sainsbury, además de haberles ofrecido una oportunidad profesional excepcional, una amistad de la que estaba necesitado después del fallecimiento de sus padres.
Después de los éxitos de los edificios de la sede de Willis, Faber & Dumas y del museo Sainsbury Centre for Visual Arts, la carrera profesional de Foster Associates experimentó un crecimiento notable, con encargos cada vez más relevantes y con destacados nombramientos para su principal responsable, ya que Norman Foster es nombrado entonces Vicepresidente de la Architectural Association y miembro del American Institute of Architects en 1974 y doctor Honoris Causa por la Universidad de East Anglia en 1980.
Museo SAINSBURY CENTRE OF VISUAL ARTs en Norwich (1974-1978)
Pero a pesar de estos éxitos, Foster realizó en estos años proyectos que nunca vieron la luz, tales como la remodelación del Puerto de St. Helier en la isla de Jersey (1976), el Hammesrsmith Centre de Londres (1977-80), el centro comunitario Open House de Cwmbran en Gales (1978) o la propuesta de torre para la ampliación del Whitney Museum de New York (1978), entre otros.
Este período de la obra de Norman Foster lo concluimos con el edificio del Centro de Distribución de la compañía Renault, en Swindon, cuyo proyecto, aunque fue redactado en los inicios del siguiente período que analizamos (1980-83), lo incluimos en esta etapa por ser el edificio más barroco de los proyectados hasta ese momento y quizás el más característico de este período, siendo una de las arquitecturas de referencia del movimiento high-tech en arquitectura, al que Norman Foster siempre se negó a pertenecer, pero al que incuestionablemente pertenece.
Rascacielos de la compañía HONG KONG & SHANGHAI BANKING CORPORATION en Hong Kong (1979-1986)
La empresa Renault demandó a Foster un diseño de calidad como imagen de la bondad de sus productos, para que, de acuerdo con sus principios sobre construcción industrial y flexibilidad, concibiera una estructura modulada, que alojara las oficinas, salas para exposiciones de automóviles y camiones, talleres, una escuela de formación y un restaurante. Se proyectó de forma que los distintos módulos de esta estructura quedaran suspendidos desde sendos mástiles de 16 metros de altura, con lo que la cubierta, conformada por piezas de 24×24 metros, se elevaba hasta 9.50 metros por la parte superior de cada una de ellos mediante un juego de tensores y perfiles perforados, que acercándose al lenguaje tecnológico de la industria del automóvil, constituiría la obra fosteriana más genuinamente high-tech.
Segunda etapa: 1979-1989
El proyecto del rascacielos de la compañía Hong Kong & Shanghai Banking Corporation en Hong Kong (1979-1986) es el que le proporcionará a Norman Foster su consagración internacional y el crédito profesional definitivo. Le fue adjudicado en el concurso restringido convocado por la entidad financiera, adoptando una solución que, por su flexibilidad y transparencia, transformará el modelo tradicional de rascacielos. La expresionista exhibición de su estructura portante, la tecnología constructiva empleada y el sofisticado control ambiental implementado reafirman para el público y la crítica la vertiente high-tech del arquitecto responsable del entonces edificio más caro del mundo.
En pleno proceso de desarrollo del proyecto de Hong Kong, Foster gana el concurso para el estadio cubierto de Frankfurt am Main en 1981, que nunca llegaría a realizarse, pero las expectativas de trabajo demandaron el traslado en 1982 de su Estudio a las oficinas de Great Portland Street, acondicionadas con el mobiliario diseñado por el arquitecto y adaptado posteriormente para la serie Nomos de Tecno, para lo que Foster utilizó las ideas básicas del proyecto del edificio Renault Distribution Centre.
Edificio de Mediateca y Centro de Arte Contemporáneo de Nimes (1994-1992)
Partiendo de los principios de la Renault de Swindon, Foster alcanzó uno de sus mayores éxitos profesionales y personales, el Aeropuerto de Londres en Stansted (1981-1991) es una obra clave en su evolución arquitectónica, pues es una apuesta por la innovación, llevándole a proponer una redefinición de la tipología aeroportuaria, cuyas indudables ventajas han sido apreciadas por otros constructores de terminales de pasajeros, y que han adoptado los principios enunciados por Norman Foster en esta obra precursora. Manteniendo la concepción modular de grandes piezas con entrada de luz natural ensayadas en el edificio Renault, en este proyecto Foster invierte el sistema portante, optando por una estructura mixta en forma de árbol, en cuyos extremos se apoyan las unidades modulares de la cubierta de 36×36 metros. El tronco de la estructura aloja diversas instalaciones, incluyendo la iluminación artificial, matizada por la leve curvatura de sus difusores. Alterando los esquemas tradicionales, que acumulan en los techos todas las instalaciones, Foster propone en este edificio la total liberación de cualquier tipo de instalación para permitir la entrada de luz natural y optimizar las necesarias tareas de mantenimiento, aligerando a su vez notablemente las cargas de la cubierta.
Edificio del AMERICAN AIR MUSEUM en Duxford (1988-1991)
La trayectoria de Norman Foster se consolida con la realización de grandes obras, que le proporcionarán una larga serie de premios y reconocimientos. En 1983 es condecorado con la Royal Gold Medal of Architecture, pasando a incorporarse a la Royal Academy of Arts y es elegido miembro honorario del Bund Deutscher Architekken. Un año después, en 1984, la UIA (Unión Internacional de Arquitectos) le concederá el Premio August Perret.
Después de vencer en 1982 en el concurso para la nueva sede de Radio de la BBC, en los primeros años del nuevo estudio de Great Portland Street, y de la contratación de varios master-planes para resolver el complejo programa de necesidades del contexto urbano de Londres, (proyectos que nunca llegaron a construirse a pesar de los esfuerzos realizados), su trabajo fructificaría algo más tarde en otras intervenciones en entornos históricos relevantes.
En 1984 Norman Foster ganaba el concurso internacional de la Mediateca y Centro de Arte Contemporánea de Nimes. Aunque el proceso de desarrollo y la construcción del conjunto se prolongó casi diez años, el resultado no pudo ser más satisfactorio para la crítica, los usuarios y para el propio arquitecto, que verá cumplida en este proyecto la transcendencia social de su arquitectura. En estos años también realizará la exquisita intervención en la Royal Academy of Arts de Londres (1985-91), recuperando el espacio expositivo de las Sackler Galleries.
Coincidiendo en el tiempo con estos proyectos de largo desarrollo, Foster Associates recibía nuevos encargos, que multiplicaron las responsabilidades de su equipo creciente de profesionales. A finales de los años 80, el estudio acometía cada año más de diez nuevos encargos de envergadura en Alemania, Japón, España y por supuesto en el Reino Unido, donde Norman Foster responde a retos muy distintos. En el ámbito cultural destacan el edificio del American Air Museum en Duxford (1987-97), la Crescent Wing para el Sainsbury Centre for Visual Arts en Norwich (1988-91) y la Biblioteca de la Granfield Univesity (1989-92). En el campo de las infraestructuras destacan las obras del Metro de Bilbao (1988-95) y la Torre de Collserola en Barcelona (1988-92). En edificios de oficinas y de usos mixtos también demuestra su maestría como es el caso de los proyectos de los Apartamentos y Estudios Riverside en Londres (1986-90), de las Oficinas Stockley Park en Uxbridge (1987-89), de la Century Tower en Tokio (1987-91), o del Microelectronic Centre en Duisburg (1988-96). Todos estos proyectos constituyen un alto compromiso profesional y están resueltos con gran solvencia, tanto en sus planteamientos como en su impecable ejecución material, para lo que se apoya en un conocimiento profundo de las posibilidades de la tecnología y de la industria de la construcción. La gran capacidad profesional de Norman Foster le permite abarcar todas las escalas posibles, de forma que en este mismo período afronta proyectos tan diferentes como el diseño del mobiliario para oficinas, desarrollado por la empresa italiana Tecno de Milán y la futurista Torre del Milenium de Tokio en 1989.
Este mismo año fallece prematuramente Wendy Foster, su mujer, soporte personal y profesional de Norman Foster desde los comienzos en Team Four y fundadora con él de Foster Associates. Apenas un año antes, a la vuelta de un viaje a Estados Unidos para la adopción de su tercer hijo, Say, los médicos le detectaron un cáncer, para el que Wendy rechazaría todo tratamiento convencional, confiando plenamente en los efectos beneficiosos de la dieta macrobiótica y de la meditación. Norman quedó desolado y a cargo de cuatro hijos, pues también habían adoptado a Steve Abramowitz, amigo de Ti Foster, que había quedado huérfano.
Tercera etapa: 1990-2006
La arrolladora vitalidad de Norman Foster lo impulsó a realizar su carrera adaptando la organización de la compañía, rebautizada Foster and Partners, donde acogidos colaboradores presididos por él, realizarán nuevas conquistas profesionales. Lo harán desde el flamante estudio construido a orillas del Támesis, concebido de acuerdo con los principios de transparencia, flexibilidad y organización democrática del trabajo, con una superficie construida de 9.400 metros cuadrados. El edificio se completa con seis plantas de apartamentos, la última de doble altura, donde se ubica la residencia londinense de Norman Foster. La nueva firma, de la que serán socios Graham Philips, Ken Suttleworth, Spencer de Gray y David Nelson, tenía sede en Nimes, Tokio, Hong Kong, y abrió nuevas sedes de Frankfurt, Berlín, Glasgow y Singapur, entre otras.
Cubrición del Gran Patio del BRITISH MUSEUM de Londres (1994-2000)
La década de los noventa la inicia Norman Foster con espíritu renovado y una estructura internacional capaz de absorber distintos compromisos de forma simultánea sin perder en absoluto la calidad de la compañía. El reconocimiento social y profesional de que es objeto le lleva en 1990 al nombramiento de Sir por la Reina de Inglaterra y a la concesión del Premio Mies Van der Rohe de Arquitectura Contemporánea por la terminal del Aeropuerto de Stansted en Londres. Ese mismo año se declara la protección del edificio de la sede de Willis, Faber & Dumas por su interés histórico, arquitectónico y ambiental.
Norman Foster tuvo que afrontar poco después la pérdida del diseñador y amigo Otl Aicher, gran colaborador de su estudio, que murió en accidente de tráfico en septiembre de 1991. Poco después se casaba con Sabiha Rumani Malik, que trabajaría como directora creativa en Foster and Partners, después de tener un romance con la periodista Anna Ford, siéndole ambas presentadas por Ruth Rogers, la segunda esposa de Richard Rogers, con quien mantendrá a lo largo de los años una estable relación de amistad.
En los años noventa se produce una sucesión de concursos ganados, cuya relación es prolija, teniendo localizaciones, ámbitos y tipologías bastante distintas, pero todas ellas tratadas con la excelencia profesional y la innovación tecnológica propia de este estudio. Destacan en este período obras de tanto interés como la Facultad de Derecho de la Universidad de Cambridge (1990-95), el Liceo Albert Camus de Frejus (1991-93) o la sede de Electricité de France de Burdeos (1992-96), donde la funcionalidad y la eficiencia energética presidirán las limpias volumetrías de estas arquitecturas de elegante factura, situadas en emplazamiento abiertos.
A la vez, realiza importantes edificios en entornos urbanos, como son la sede del Commerzbank en Frankfurt am Main (1991-97), el edificio más alto de Europa y considerando el primer rascacielos verde del mundo, la Tower Place en Londres (1992-2003), la sede de Citybank de Canary Wharf en Londres (1996-2000) o las intervenciones en Duisburg derivadas de su Plan Director (1991-2003) para el mayor puerto interior del mundo. Las grandes formas envolventes del Centro de Exposiciones y Conferencias de Glasgow (1995-97) y del Sage de Gateshead (1997-2004) han transformado las fisonomías de estas ciudades. Destacados edificios en altura harán lo propio en contextos bien distintos, entre los que destaca el Complejo Al Faisaliah en Riad (1994-2000) o la sede de la Jiushi Corporation en Shanghai (1995-2001). Tampoco faltarán en estos años edificios singulares como la Estación de Metro de Canary Wharf (1991-98) o el Gran Patio del British Museum (1994-2000), ambas en Londres.
En este período de los años noventa, Norman Foster protagonizará dos obras irrepetibles en la historia de la arquitectura: la terminal del Aeropuerto Chek Lap Kok de Hong Kong (1992-98) y el Nuevo Reichstag Alemán en Berlín (1992-99). Ambos logrados a través de disputados concursos internacionales y con un desarrollo y repercusión que han marcado toda una década de la arquitectura mundial. En el primero de estos proyectos arriesgó al límite de sus posibilidades, pues la envergadura del proyecto exigió ingentes recursos económicos y técnicos, que pudieron suponer la bancarrota de la firma, consiguiendo realizar finalmente el aeropuerto más grande del mundo en extensión y tráfico aéreo y también en calidad espacial y funcional. El Edificio del Parlamento Alemán es una obra de menor desarrollo, pero de enorme trascendencia, tanto por su simbolismo para el pueblo alemán como por la controversia de la cúpula acristalada que corona esta intervención modélica, y que es una revolución energética y medioambiental apenas valorada.
Cubrición del nuevo REICHSTAG ALEMAN (1992-1999)
Con el Premio Pritzker de Arquitectura Norman Foster veía reconocida su impecable trayectoria profesional. El acto de entrega del premio se celebró el día 7 de junio de 1999 en el Altes Museum de Berlín. Cinco días después, la Reina de Inglaterra le otorga el título de Lord Foster of Thames Bank. Ambos honores le recaen en un momento de éxito profesional y reconocimiento público como uno de los arquitectos más admirados e influyentes de nuestro tiempo.
Edificio de la compañía aseguradora SWISS RE en Londres (1997-2004)
No obstante, Norman Foster fue objeto de despiadadas críticas en su propio país, que le tildaban de arrogante y prepotente y sobre todo de intrusismo o incapacidad para acometer el Puente del Milenio de Londres (1996-2000), que presentó vibraciones excesivas. Estas críticas las acalló al poco tiempo con el soberbio Viaducto de Millau (1993-2004), que es una obra de gran audacia estructural, que salva una distancia de 2.460 metros con tan solo siete apoyos, alcanzando una altura de máxima de 343 metros. El éxito de esta infraestructura viene a completar el amplio espectro de las actividades de Foster and Partners, que parecía haber alcanzado su cota superior. Sin embargo, el espíritu emprendedor de su responsable le lanzará a nuevos mercados y a la consecución de importantes logros.
Con la llegada del nuevo siglo y el creciente número de proyectos diseminados por todo el mundo, Norman Foster empieza a ceder protagonismo a sus principales socios, en quienes delegó responsabilidades varias para poder abarcar los encargos, que de otra forma no sería posible. Contratiempos físicos, un infarto y diagnóstico de cáncer severo, contribuyeron sin lugar a dudas a la conducta de delegación de responsabilidades. Felizmente recuperado, después de cuarenta años de intensos trabajos y control personal de los mismos, Foster ha rebajado sus obligaciones en un estudio globalizado, reservándose para reuniones clave con clientes y políticos, o para diseñar nuevos tipos de edificios, continuando involucrado en proyectos especialmente comprometidos.
En estos años proyecta el discutido rascacielos para la Compañía Aseguradora Swiss Re en Londres, (1997-2004), cuya silueta suscitó un importante debate sobre la transformación del perfil de la ciudad, y cuya simplicidad de su forma es engañosa, pues su rotunda volumetría aporta una alta eficiencia energética. También proyecta la torre de la Compañía Hearts en Manhattan (2000-2006), cuya geométrica forma encierra al primer rascacielos verde construido en New York, además de ser la primera obra de Foster en esta ciudad y la primera construida después de los atentados de 2001.
Con cerca de cuarenta obras en marcha y más de sesenta finalizadas desde el año 2000, la dimensión planetaria y la capacidad de producción de Foster and Partners son el reflejo de la dimensión arquitectónica, impulsada esencialmente en la primera década de este siglo por las economías emergentes, y que de forma paralela lleva a Europa Central a retos inimaginables. En este período el proyecto más importante es el nuevo Aeropuerto de Pekín (2003-2008), inaugurado con motivo de la celebración de los juegos olímpicos en esta ciudad. La arquitectura de este aeropuerto supera las experiencias de Stansted y Chek Lap Kok, elevando el nivel de bienestar de los usuarios y de la accesibilidad y funcionalidad en una enorme terminal de 986.000 metros cuadrados. Si las previsiones iniciales se cumplieran también será Foster and Partners la compañía encargada de elevar este récord a dos millones y medio de metros cuadrados con la proyectada terminal de Cristal Island en Moscú, una auténtica ciudad bajo una cubierta bioclimática, y que hasta la fecha no se ha llevado a cabo.
Aeropuerto de Pekín (2003-2008)
Conjunto urbanístico MASDAR CITY de Abu Dhabi (2007-2020)
La crisis económica de finales de esta década, que colapsó el sistema financiero internacional, afecta a la actividad de la firma, que hasta ese momento aportaba ambiciosos proyectos de grandes complejos y ciudades sostenibles para Omán, Emiratos Árabes, Jordania y Bulgaria, o rascacielos para Singapur, Rusia, Estados Unidos, Canadá, Malasia, España e Irlanda. Hasta el momento de la crisis estos proyectos pudieron convertirse en realidades, como sucedió con la Pirámide de la Paz (2004-2006) y el complejo Khan Shatyr (2006-2010) en Astana, que protagonizan el paisaje de la nueva capital de Kazajistán, no sucediendo lo mismo con otros grandes proyectos que quedaron aplazados o definitivamente eliminados de la agenda por la firma.
Cuarta etapa: 2007-2017
Con independencia de las circunstancias económicas, Norman Foster en estas fechas afronta el proyecto más ambicioso de toda su carrera profesional. Tal es el proyecto de la ordenación y edificación de la Masdar City de Abu Dhabi (2007-2020), que es la primera ciudad enteramente sostenible del planeta. Semejante proyecto solo puede desarrollarse desde el talento, la tenacidad y la capacidad de trabajo de Norman Foster, que con un equipo de prestigiosos colaboradores que han sabido adoptar el método de trabajo del fundador de la firma, basado en valores, aptitudes y responsabilidades, conforman una gigantesca maquinaria de investigación y producción arquitectónica, trabajando veinticuatro horas al día durante todo el año. En este sentido, la obra más trascendente de Norman Foster quizá sea su propia compañía.
Nueva sede de la compañía APPLE en Silicon Valley (2010-2017)
En el año 2007, tras concluir dos obras indiscutibles en Londres, el espléndido nuevo estadio de Wembley (1996-2007) y la elegante sede de Willis en Livre Street (2001-2007), Norman Foster vendió la mayor parte de las acciones del Estudio a una entidad financiera y a medio centenar de arquitectos de la firma, que ahora son copropietarios de la misma. Nombró director ejecutivo a Mouzhan Majidi, tras una brillante trayectoria en los principales proyectos de la compañía. La crisis económica y financiera de estos años obligó a cerrar las oficinas de Berlín y Estambul, y a reestructurar el resto las sedes de la compañía, teniendo que despedir a cuatrocientos trabajadores en 2009. Una vez reestructurada la plantilla de las oficinas de Foster and Partners y garantizada la continuidad de la empresa gracias al número y envergadura de los trabajos en marcha, sin duda avalados por el crédito profesional de su fundador, Norman Foster fue galardonado ese año con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Prototipo del EDIFICIO DRONEPORT (2015)
Actualmente los socios de Foster and Partners han llevado a efecto una arquitectura más diversa y no por ello menos importante, destacando obras como la ampliación de las bodegas de Chateau Margaux (2009-2015), en los campos de Burdeos, donde se hace concurrir la innovación técnica y el respeto a la historia, lo que también se observa de forma escrupulosa en la rehabilitación del Salón de los Reinos del Palacio del Buen Retiro (2007), que se unirá al conjunto cultural del Museo del Prado de Madrid.
También cabe destacar el respeto a la traza urbana del corazón de la City de Londres, que se recoge en el proyecto de la nueva sede de la compañía Bloomberg (2010-2017), que adquiere su forma de acuerdo con una geometría adaptada al trazado del viario de la ciudad. Asimismo destaca el principio de flexibilidad funcional en el edificio de la Casa de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2010-2015), inicialmente concebido para el Banco Ciudad de este país argentino, y cuyo proyecto posteriormente se transformó en Ayuntamiento, gracias a la polivalencia, tanto funcional como simbólica, que encerraba su concepción en relación con el Parque Patricios al sur de la capital argentina.
Una de las obras más importantes de la producción reciente de Foster and Partners es la nueva sede de Apple (2010-2017), impulsada inicialmente por Steve Jobs, de forma circular, obra que evoca a la perfección las ideas que persigue la compañía, situada en Silicon Valley en California, y que se desarrolla en un solo edificio que reúne la mayor parte de su programa, reduciendo la huella ecológica frente a la construcción dispersa. Es un edificio eficiente, que libera el ochenta por ciento de su suelo para destinarlo a zonas verdes, conformando un lugar estimulante e inspirador para colaborar, generar ideas y dar forma al futuro en las próximas décadas.
De forma paralela ha llevado a efecto el proyecto del Center Maggie’s (2013-2016) para el tratamiento del cáncer, construido a las afueras del Hospital Christie de Manchester. Es un pequeño edificio, pero no por ello menos interesante, y que entre otros aspectos propone mejorar las condiciones de los enfermos de cáncer a través de la arquitectura y el diseño creando una atmósfera doméstica inmersa en un jardín, donde los enfermos experimentan las propiedades terapéuticas de la jardinería.
Entre los grandes proyectos que actualmente desarrolla Foster and Partners destaca el Aeropuerto de México City (2014), que está conformado mediante una inmensa cubierta ligera de casi medio millón de metros cuadrados, integrando muros y techos en una única forma fluida, que evoca el vuelo. Es un conjunto espacial unitario, que se construye de manera orgánica mediante una ligera piel multifuncional, en lugar de formarse mediante un ensamblaje de piezas complementarias, dando lugar a un edificio espectacular, en el que el espacio libre entre pilares alcanza la longitud de cien metros. La estructura abovedada de acero y vidrio ligero se construye rápidamente mediante un sistema prefabricado, que no requiere encofrados. Los servicios e instalaciones se realizan a nivel del suelo de forma que se libera visualmente toda la piel del conjunto, que se utiliza para captar energía solar, recogiendo el agua de lluvia y proporcionando sombra. También permite el paso de la luz natural y ofrece vistas del exterior, dando lugar a un sistema de ventilación que permite mantener la temperatura confortable sin necesidad de utilizar sistemas climáticos mecánicos.
Aeropuerto de MÉXICO CITY (2014)
También, porque ser de gran interés, queremos reseñar el prototipo del Edificio Droneport (2015) construido en Ruanda, entendiendo este lugar de África como aquellos lugares remotos a los que se deben hacer llegar medicinas y suministros, proponiéndose como posibles catalizadores del desarrollo del continente africano, al plantearse como centros logísticos de distribución. Este edificio está concebido como un «kit de piezas», donde se suministra el encofrado y la maquinaria de prensado, para que se puedan construir fácilmente las estructuras abovedadas de ladrillo, que además se pueden enlazar entre sí, formando espacios flexibles adaptados al lugar.
Por último, comentaremos el proyecto de la Ciudad de Masdar o Masdar City, en ejecución, cuyas obras se iniciaron en 2007. Es una forma de llevar a efecto un nuevo modelo urbano en Oriente Medio, más sostenible, apoyado en el uso de energías limpias alternativas al petróleo, lo que se está ejecutando desde una perspectiva ambiental, en la que se reinterpreta de forma contemporánea, en una superficie de 640 Has., las estrategias medioambientales y los patrones urbanos propios de los asentamientos tradicionales árabes para crear una ciudad sin huella de carbono. La primera fase de este desarrollo corresponde al Instituto Masdar, una dotación universitaria, que se utiliza como banco de pruebas para las tecnologías que serán aplicadas en los futuros edificios. Este proyecto recoge un conjunto de estrategias sostenibles, constituyéndose en una nueva forma de hacer urbanismo, y que en principio puede ser exportable a toda la región del Golfo Pérsico.
Aunque Norman Foster sigue siendo la estrella codiciada por la prensa, los políticos y empresarios, el trabajo de peso de la firma descansa ahora sobre sus competentes sucesores. Desprendido casi totalmente de su faceta de hombre de negocios, quizá Foster encuentra ahora la ocasión para proyectar con mayor libertad y dedicar el tiempo que apenas tuvo hasta ahora para la familia, que formó con Elena Ochoa, con quien se casó en 1996, y con quien tuvo dos hijos, Paula y Eduardo. Comparten un apasionado interés por el mundo del arte. La doctora Ochoa ha dejado atrás su brillante trayectoria docente e investigadora en el campo de la psicología y decidió promover desde la compañía Ivorypress ediciones exclusivas de libros de artistas y también exposiciones multidisciplinares. Lord y Lady Foster viven desde 2008 en Suiza, en un castillo que perteneció al industrial alemán Charles Grohe, aunque mantienen residencia en Londres, Madrid y otras capitales que visitan con frecuencia como consecuencia de sus compromisos profesionales.
LA OBRA ARQUITECTÓNICA DE NORMAN FOSTER EN ESPAÑA
La presencia de la obra de Norman Foster en España responde al distinto interés experimentado por la arquitectura de nuestro país en las últimas décadas, durante la que apenas se ha apreciado la arquitectura de esta naturaleza.
Torre de Telecomunicaciones COLLSEROLA en Barcelona (1991)
El primer trabajo que realizó en España, en 1975, es el Estudio para el Plan Regional de la Isla de La Gomera en Canarias, para lo que hizo un profundo análisis en todos los órdenes de este territorio, proponiendo alternativas para su posible desarrollo. Más tarde, realizó proyectos no estrictamente arquitectónicos, como son los proyectos de la Torre de Telecomunicaciones de Collserola en Barcelona y del Metro de Bilbao, ambos adjudicados en 1988, con lo que se sentaban las bases para la transformación de ambas ciudades. La Torre de Collserola suponía redibujar el horizonte de la Ciudad Condal que al amparo del sueño olímpico de 1992, ya experimentaba la renovación de su fisonomía con arquitectura de sello internacional y con el Metro de Bilbao, en cambio, emprendía una callada revolución que cristalizará años después con la incorporación a la escena urbana de arquitecturas notables comandadas por el Museo Guggenheim de Frank Ghery.
bocana del Metro de BILBAO (1988-1992)
Posteriormente, en 1991, Norman Foster diseña el Masterplan de la Segrera en Barcelona, en el que planeó unas interesantes ideas para la ordenación urbanística de esta barriada de Barcelona. Mas tarde, lleva a cabo el proyecto del Palacio de Congresos de Valencia (1993-98), despertando a esta ciudad de su letargo provinciano, incorporándola a la modernidad, con el edificio que puede ser considerado como el primero construido por Norman Foster en España.
En 1994, Norman Foster proyectó la Torre de Telecomunicaciones de Santiago de Compostela, a la vez que inició los diseños para las estaciones de servicios de carburantes Repsol (1997); y las marquesinas, quioscos y columnas publicitarias de la empresa JC Decaux, especializada en mobiliario urbano, fueron sus siguientes intervenciones en este país, lo que nos ha dejado por todos los rincones de España, destellos de la maestría de este arquitecto inglés.
Después intervino, al igual que otros muchos arquitectos, en el diseño de una planta de habitaciones del Silken Hotel Puerta de América de Madrid (2005), donde posteriormente nos dejó su impronta con la Torre de Cajamadrid, un edificio de 45 plantas y 250 metros de altura, inaugurado en mayo de 2009, que sigue los principios de flexibilidad y participación de anteriores edificios de oficinas en altura de Foster and Partners, y que es una de las cuatro torres construidas en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, en Madrid.
Esta misma ciudad también fue escenario de dos nuevos proyectos, uno para el Tribunal Superior y otro para la Audiencia Provincial (2006), hermanados por la forma cilíndrica impuesta por el plan director del nuevo Campus de la Justicia. En ellos Foster propone desarrollar juegos de recubrimientos variables, semejantes a los propuestos para la renovación del Camp Nou de Barcelona (2007). Ambos encargos se encuentran actualmente paralizados por razones de coste y oportunidad.
En este mismo año Foster proyectó la ejecución del Museo de la Aviación de Getafe (2007-2011). Este proyecto, tomó un nuevo impulso y en noviembre de 2009, a través de acuerdo alcanzado entre el Ministerio de Fomento, la compañía AENA, el Ayuntamiento de Getafe, la Fundación Infante de Orleáns y la empresa Eads CASA, se abordó su construcción, que concluyó en 2011. También en 2007 Norman Foster se alzaba con el primer premio del concurso para la Ciudad del Motor de Alcañiz en Teruel, proyecto en el que hace una apuesta por la incorporación de sistemas energéticos sostenibles, y caracterizada por una arquitectura con forma de aeronave posada en un árido emplazamiento. Poco después Foster and Partners participó en el concurso para la Isla de la Innovación de Avilés, que fue adjudicado en julio de 2010 para la redacción de su Plan Especial.
Edificio Torre CAJAMADRID en Madrid (2005-2009)
En torno a 2010 realiza Foster el proyecto para las Bodegas Portia, diseñando un edificio que descansa suavemente en el paisaje y expone con didáctica funcionalidad los procesos de fermentación, envejecimiento y crianza de cada una de las tres unidades que componen su ajustada volumetría estrellada. Frente a los excesivos ejercicios de algunos arquitectos en sus intervenciones en la industria vinícola española, Foster apuesta por el reencuentro con la sencillez conceptual y formal que caracteriza toda su obra.
A partir de estas fechas las noticias sobre Norman Foster se multiplican en la prensa nacional. La notoriedad de su arquitectura y el magnetismo de las personalidades de Lord y Lady Foster despiertan gran interés. Entonces adquirieron y reformaron una vivienda en Madrid, próxima a los despachos profesionales. Foster and Partners gestionan sus proyectos en España desde una oficina situada en el Paseo de la Castellana, mientras que la empresa Ivorypress atiende sus actividades editoriales desde un sobrio local acondicionado en la Calle Comandante Zurita.
En Septiembre de 2009, la complicidad de Norman Foster y Elena Ochoa, fundadores de sus respectivas compañías, propició la celebración en el local de Ivorypress de unas intensas sesiones críticas en el marco de una inolvidable exposición de dibujos originales de Norman Foster. Su mano izquierda ha dejado en multitud de planos y cuadernos el registro íntimo de toda su trayectoria. La contemplación de tan valioso tesoro permite al afortunado espectador entrever las inquietudes de Foster y aproximarse a las claves de su arquitectura.
Recientemente, en 2017, a Norman Foster se le adjudicó el concurso para la Ampliación del Museo del Prado en el Salón de los Reinos del Palacio de Buen Retiro de Madrid, proyectando esta ampliación con un respeto conceptual a la arquitectura preexistente del conjunto, pero expresándose con una lenguaje de la arquitectura actual, lo que esperamos a corto plazo poder contemplar.
COMENTARIO FINAL
La arquitectura de Norman Foster puede entenderse desde la claridad conceptual de sus dibujos que, constituidos por certeros trazos sobre el papel, predicen y resumen la esencia de sus edificios. Arquitectura y dibujo son metáforas recíprocas de fácil comprensión, que nos remiten a la naturaleza de los problemas planteados y de las soluciones aplicadas. El depurado lenguaje gráfico de Norman Foster ha requerido de un intenso aprendizaje y de una práctica continuada que permiten que sus obras, normalmente basadas en complejos desarrollos, se resuelvan finalmente mediante una arquitectura desprovista de artificios.
Foster no plantea aventuras imposibles, ni adopta decisiones gratuitas. Todos los elementos de sus obras están justificados y solucionados técnicamente de forma satisfactoria. Desde la sencillez conceptual de sus planteamientos y el control ejercido durante el proceso del proyecto y la obra, es como la arquitectura de Norman Foster ha mantenido una indiscutible calidad, apoyándose de forma constante en el adecuado uso de la tecnología y en la exclusión de cualquier elemento superfluo en su arquitectura.
En el discurso de la ceremonia de entrega del Premio Pritzker de Arquitectura, que le fué concedido en 1999, Norman Foster resumía el quehacer profesional de su estudio como la conjunción del análisis y la acción, para lo que normalmente realizan un profundo estudio de cada proyecto, de forma previa a la toma de decisiones, con lo que se garantizan que las ideas vayan en la dirección adecuada.
Durante toda la trayectoria de Norman Foster, los consultores han jugado un papel decisivo en sus proyectos. Los ingenieros y fabricantes han colaborado con el arquitecto en cuestiones técnicas y también el diálogo con los usuarios finales de sus edificios, es lo que le ha permitido satisfacer plenamente las necesidades planteadas en los distintos proyectos realizados. De este modo, su arquitectura llega a adquirir una consistencia multidisciplinar imposible de alcanzar sin la concurrencia de las aportaciones de estos colaboradores y de los diseñadores y artistas invitados a actuaciones concretas, así como las de los propios clientes.
Este proceso de trabajo cobra todo su sentido desde la dimensión social, que subyace en la producción arquitectónica de Norman Foster, convencido de que el objeto final de la arquitectura es atender a las necesidades materiales y espirituales de los usuarios finales de sus proyectos. Quizá este sea el principio fundamental del que derivan sus actitudes responsables a la hora de proyectar sus edificios, defendiendo que el entorno que habitamos modifica la calidad de nuestras vidas, con lo que extiende la vertiente social de la arquitectura a todos los ambientes de su expresión. Esta irrenunciable premisa la ha resuelto, en casi todos los casos, con su proverbial decisión de combinar fines sociales y medios técnicos en su arquitectura.
Del mismo modo que analiza hasta el límite los problemas que le plantea cada proyecto, Norman Foster busca la forma más adecuada de hacerles frente, lo que lleva a efecto dese la perspectiva de la optimización y la innovación de los sistemas constructivos, aportando en todos los casos su mejor respuesta.
La arquitectura de Norman Foster no se puede identificar solo por sus espectaculares espacios, sus audaces estructuras o sus impecables acabados, pues en todos sus trabajos se esconde una conciencia ecológica inquebrantable. En todos sus proyectos ha desarrollado soluciones imaginativas para procurar el control medioambiental de sus edificios, contribuyendo al consumo racional de la energía y de la sostenibilidad del planeta, para lo que ha proyectado diseños estructurales que minimizan en la medida de lo posible el material a utilizar, cerramientos que reducen ganancias y pedidas térmicas con sofisticados vidrios, celosías o reflectores para el control lumínico, sencillos sistemas de ventilación natural, de materiales reciclados… también ha propuesto sistemas de producción energética con biocombustibles o reutilización del agua, todo ello para procurar la interacción de las soluciones arquitectónicas pasivas y los sistemas activos, que ha conjugado con especial maestría a lo largo de toda su obra.
La atenta observación del contexto en sus obras, ha permitido a Norman Foster alzarse con numerosos premios y encargos de planes urbanísticos, así como con proyectos singulares, que han dado lugar a aportaciones positivas para el ciudadano mediante la recuperación de espacios públicos, para lo que ha estudiado tanto las condiciones iniciales de cada proyecto como el destino social de su arquitectura, para lo que realiza el análisis de la naturaleza, la historia y la cultura de cada emplazamiento, lo que le sirve de guía para la toma de decisiones y, en algunos casos, ha sido la fuente de inspiración de las soluciones adoptadas.
Cuando el Centro George Pompidou de París abrió sus puertas en 1977, comenzó a hablarse abiertamente de arquitectura high-tech, una corriente que en los medios profesionales se venían reconociendo como seña de identidad de un reducido grupo de arquitectos seducidos por cierta expresión tecnológica, no siempre bien entendida. Además de Renzo Piano y Richard Rogers, autores de esta prodigiosa obra parisina, los arquitectos Nicholas Grimskaw, Michael Hopkings, Helmut Schultz, Future Systems, Helmut Jahn y Norman Foster, entre otros, suelen ser considerados integrantes de este movimiento. Mientras que la obra de Renzo Piano y Richard Rogers encarna la expresión más manierista del high-tech, esta etiqueta no parece ajustarse tanto a la obra de Norman Foster, aunque de alguna forma ha aceptado tan simplificada clasificación, a la que los críticos de la arquitectura lo incorporan como consecuencia de su pasión por la innovación tecnológica, que no responden a cuestiones de estilo, pues son consecuencia de su rigurosa metodología de trabajo.
Cuando Norman Foster construye la Torre del Banco de Hong Kong y Shanghai (1986), el debate arquitectónico giraba en torno a la continuidad del postmodernismo agonizante, corriente que tuvo en la Torre AT &T de New York (1984) su particular canto de cisne. El edificio de Philip Johnson y John Burgee, que es consecuencia del acostumbrado esquema de los rascacielos neoyorquinos, aunque adscrito al repertorio estilístico postmoderno, mientras que esta torre, proyectada dos años después, reinventa para Hong Kong esta tipología arquitectónica al eliminar el núcleo central y trasladar la estructura al exterior, lo que permitía una flexibilidad y transparencia en su interior nunca lograda hasta entonces en la arquitectura de la edificación en torre. Esta nueva conceptualización afecta por tanto a la esencia del edificio, no sólo a su apariencia, sino también a su funcionalidad. No obstante, una lectura superficial por buena parte de la crítica internacional convirtió la obra de Hong Kong en el ejemplo más sobresaliente de la arquitectura higt-tech, situándola incluso por encima del magnífico Centre Pompidou de Renzo Piano y Richard Rogers.
Hablar hoy de high-tech supone hablar de arquitectura en general, pues aquella inicial pasión por las formas de apariencia industrial ha derivado en la alta tecnología que sustenta los nuevos sistemas constructivos y la realización de formas sorprendentes, lo que es el verdadero sentido de la aplicación tecnológica en la concepción y construcción de edificios, y que constituye un ámbito de actuación de la arquitectura en el que Norman Foster ha sido pionero. Entendida así esta arquitectura tecnológica, podría asegurarse que la obra de Norman Foster es comprometidamente high-tech, pues trata de obtener en cada ocasión el máximo rendimiento de los sistemas y materiales en cada proyecto.
Pero la arquitectura de Norman Foster, en ningún caso puede calificarse de estrictamente tecnológica, pues como hemos indicado ha tenido como constante actuacional, a lo largo de toda su carrera, una permanente inquietud medioambiental, que de una forma u otra ha trasladado a todos sus proyectos, lo que unido a una ambición utópica o futurista, que determina su personalidad, ha dado lugar a la generación de una arquitectura plena de modernidad y en cierto modo rompedoramente vanguardista.
Cualquier intento de calificar desde la estética aparente su vasta producción arquitectónica resulta inconsistente, sencillamente porque las cuestiones de estilo no encajan con el método de trabajo de este arquitecto británico. Mientras que arquitectos tan conocidos como Frank Gehry, Zaha Hadid o Richard Meier firman sus obras con un sello inconfundible, los aspectos más visibles de la arquitectura de Norman Foster apenas delatan su autoría, pues su obra no se reconoce por su aspecto exterior, sino por la experiencia de habitar los lugares proyectados, en general de máxima calidad espacial, funcional y medioambiental, de forma que su verdadero estilo no es otro que la búsqueda de la excelencia en todos sus proyectos.
Para finalizar este trabajo, a modo de síntesis, solo se me ocurre decir que el trabajo desarrollado por Norman Foster a lo largo de toda su trayectoria ha proporcionado a la arquitectura contemporánea magníficas realizaciones, cuya trascendencia sobrepasa el ámbito propio de cada una de ellas. Su robusto método de análisis y trabajo implica una profundización sin límites acerca de cómo deben ser una oficina, un museo o un aeropuerto. De modo deliberado o inconsciente, las respuestas a tales cuestiones afectan al modelo general de las distintas tipologías arquitectónicas, pues algunas de sus intervenciones constituyen la redefinición de determinados tipos arquitectónicos, de forma que sus obras elevan a Norman Foster a la categoría de maestro, distinguiéndose así de otros grandes arquitectos contemporáneos, por su enorme personalidad y por la incuestionable calidad de su obra arquitectónica. •
Málaga, 18 de abril de 2018