Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga

LOS PRESIDENTES DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN TELMO DE MÁLAGA - 16 DE MAYO
LOS PRESIDENTES DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN TELMO DE MÁLAGA - 18 DE ABRIL
MARÍA VICTORIA ATENCIA, HIJA PREDILECTA Y MEDALLA DE LA CIUDAD DE MÁLAGA
LOS PRESIDENTES DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN TELMO DE MÁLAGA - 16 DE MAYO
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LOS PRESIDENTES DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN TELMO DE MÁLAGA - 18 DE ABRIL
José Manuel Cabra de Luna, nuevo Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid
MARÍA VICTORIA ATENCIA, HIJA PREDILECTA Y MEDALLA DE LA CIUDAD DE MÁLAGA
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50. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (VIII)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

50

jueves
18 junio
2020

días de la pandemia / 50
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (VIII)

Quiero más esperanza en mis brazos
que tristeza en mis hombros.
CORAL CORALINA

Jueves 18 de junio. Se hace público que en la República Federativa de Brasil se constata un fallecimiento por minuto como consecuencia de la COVID-19. Detrás de la gélida estadística, la persona concreta sin nombre ni apellidos. Las madrugadas suelen se agitadoras de la memoria. Tres años de acogida en Brasil acumulan una diversidad de recuerdos durmientes. ¿Qué mejor opción despertarlos al filo de la medianoche? Brasil era una fiesta poliédrica que resistía con tambores, trompetas, cançoes y batacudas de sambódromo al poder autoritario y totalizador. Despertaron del sueño amigos para siempre, algunos ya sobrevolando los cielos, como Eduardo Portella, Jorge Amado, Gilberto Gil, Chico Buarque de Holanda, Sonia Braga, Divonzir Guso, Edivaldo Boaventura, P. Casaldáliga, Paolo Freire, Érico Veríssimo, Vinícius de Moraes, Darcy Ribeiro, Oscar Niemeyer, Juscelino Kubitsckek en la oposición, Elis Regina, María Bethânia, Antonio Cabral, Helder Cámara, Caetano Veloso, Roberto Carlos y aquella supercuadra con faz humana en la que me tocó vivir gracias a Lucio Costa…con fondo de candomblé, poesía, sincretismo, música en la calle. Eran tiempos de dictadura en donde nuestro trabajo de cooperación técnica internacional no impedía las caipirinhas a la caída de las tardes con casi todos los citados y en lugares diferentes. En tales circunstancias, en medio de un país continente, el mundo del arte siempre atendía a la llamada de la amistad en Bahía, Brasilia, Río de Janeiro, Porto Alegre, Fortaleza o Recife y Olinda, Sao Paulo y su Bienal, con paso obligado por Ouro Preto hacia Florianópolis, para reencontrar al gran arquitecto Aleijadinho. Y saltaba desabrido al cine, a los conciertos, a las lecturas poética, al arte, y todos al carnaval que convertía el ritmo en expresión de cultura popular. En Goiás, una lucecita que irradiaba la fuerte luz del poemario, la alumbraba Coral Coralina.

Hoy Brasil, querido, respetado y recordado, es uno de los principales focos mortales de la COVID-19 bajo una dirección desabrida al amparo de los Evangélicos en analogía sectaria y enloquecedora con un presidente de los Estados Unidos que rehúsa enmascararse y que posa Biblia en mano ante un templo que instrumentaliza.

Se dice que el actual coronavirus emigró de Europa al hemisferio norte. Está haciendo estragos sobre todo en los descartados de la sociedad: población afro de Nueva York, de amplias zonas de pobreza de países latinoamericanos, en las comunidades indígenas como sociedades de pequeña escala… Las estructuras sanitarias no llegan a todos los rincones. Una UCI es un tesoro escondido. Los cócteles de fármacos, también. Queda un reducido personal sanitario desprovisto y una acción día y noche de las organizaciones de beneficencia, las onegés, con movilización general de pocos sanitarios, de voluntarios aprendices, de misioneros y misioneras y, para algunos, el recurso más a mano es la medicina tradicional con plantas de los diversos bosques, en particular en Amazonia, que no logra destruir al virus y que facilita el tránsito de muerte envuelto por las creencias ancestrales. 

La distancia social resulta prácticamente irrealizable en sociedades muy densas y habituadas a la proximidad y al encuentro en la pobreza. En tales contextos, ¿cómo lavarse las manos si no hay ni agua corriente ni jabón? ¿Cómo desinfectar las favelas sin son cubículos yuxtapuestos en donde vive una familia extensa en hacinamiento y promiscuidad? ¿De qué sirve confinarse en dichas condiciones materiales de vida? También allí como aquí se reparten bolsas de comidas para ir sobreviviendo. También allí como aquí (que ahora felizmente amortiguamos con una renta mínima vital que en poco va a relanzar el consumo) el desempleo tiene mayor incidencia por el peso considerable de la economía sumergida y de la ausencia de poder adquisitivo. El confinamiento es ilusorio para miles y miles de personas que han de salir cada día a las calles para ganarse el sustento cotidiano en un mercado informal en donde no hay ni vendedores ni compradores.

En estos contextos, ¿cómo hacer las estadísticas de las causas de muerte y vida, de infectados y de sanos? Esta interrogante se aplica igualmente a la mayoría de los países del mundo. ¿Cómo aplicar el método comparativo en tales circunstancias? Recuerdo, con referencia a Brasil (pero podría extenderme a muchos otros países) que, al elaborar el Anuario Internacional de Estadísticas de Educación de la UNESCO, había una pregunta clave para calcular la tasa de escolarización en primaria. El porcentaje global daba un resultado, si la memoria no me falla, de un 60% de niños y niñas escolarizados. Pero había una “trampa”, la de la presencia escolar que no se preguntaba. Mientras que en el norte del país las escuelas tenían dos turnos y los niños permanecían tres horas en cada turno, en el sur la permanencia era de seis horas. Las desigualdades regionales en la República federativa eran y son evidentes y el porcentaje total de escolarización primaria falseaba el método comparativo. Esto creo está ocurriendo con las estadísticas mundiales de la COVID-19. En primer lugar, por la identificación para la colecta de los datos; en segundo lugar, por los diagnósticos. Ambos elementos son las caras de una misma moneda. ¿Quién sabía diagnosticar el coronavirus de la COVID-19, y un fallecimiento por este motivo, en diciembre de 2019 o en enero de 2020, en personas con cuadros clínico muy complejos, incluida neumonía doble? Nadie (salvo, quizás, en China). El dictamen final se reducía a paro cardíaco, colapso periférico multiorgánico, paro respiratorio. Ahora, las cosas han cambiado por la experiencia clínica acumulada y por la ayuda de pruebas de laboratorio u otras, a falta de autopsias que, en determinado momento, habrían colapsado a los pocos forenses. Pero no es lo mismo colocarnos, ahora, en Canadá, Corea del Sur, China, Rusia, España o Estados Unidos, que en la precariedad sanitaria de la mayor parte de países de América latina, África, Oriente Medio o India con más de mil millones de habitantes, con profundas desigualdades socio-sanitarias y con amplias zonas de pobreza. Es cierto que todos estos datos pueden entrar en modelos de simulación que nos darán solamente estimaciones y no certezas, lo que ya es algo. 

La globalización tiene sus amplias periferias casi descartadas del progreso. La actual pandemia lo ha puesto de relieve. 

Una pregunta está en la mente de todos (además de la esperada vacuna): ¿Cómo garantizar la seguridad sanitaria y la prevención de nuevas epidemias a nivel internacional? Cuando haya vacuna eficaz, volverán a moverse más de mil doscientos millones de personas; millones de contenedores siguen llegando a los puertos con una enorme diversidad de productos; los cruceros masivos volverán a surcar los mares; el intercambio de personas y el programa Erasmus se reactivarán. Todo ello responde a que somos habitantes de una “casa común” y que las personas humanas necesitan empatía y alteridad para realizarse como personas en un teórico contexto del

bien común que va mucho más allá del interés general. La interconexión global sin duda ha expandido la pandemia, lo que nos lleva a algunas reflexiones para que la comunidad internacional no se reduzca a un latiguillo internacionalista. Habría que empezar por extinguir las condiciones de pobreza y de miseria que existen en el mundo, con una agenda universal con objetivos más a corto plazo. Esto significa miles de billones de inversiones que muchas de ellas serían productivas y tendrían retorno, con un acompañamiento de una educación para todos y una sanidad para todos. Hay que ir a la raíz de los problemas y que toda persona disponga de agua corriente y de jabón para lavarse las manos y para habitar una vivienda decente. Un salario mínimo vital mundial a los descartados para erradicar el hambre y facilitar la higiene. Se trata de presupuestos básicos. A ello añadiría una generalización de la ciencia y un respeto a la diversidad cultural, promoviendo la descongestión de las urbes y de las megalópolis. Se impone una educación particular y sostenida para evitar la destrucción de los ecosistemas y el respeto de la naturaleza, cuyas infracciones contribuyen incluso a catástrofes naturales o a pandemias inducidas. Se debería llegar a un acuerdo internacional para la prohibición del tráfico legal o ilegal de animales “exóticos” o de plantas que pueden ser portadoras de patógenos que no lo son en su ambiente natural. 

Creo es necesario que cada país (y no sólo en Occidente, que también) debería dotarse de una autosuficiencia estratégica en alimentos, sanidad y educación en sus propios contextos culturales. 

Para ello, es necesario una autoridad mundial compartida y ejecutiva. No veo otra institución que la ONU reestructurada y dotada de poderes ejecutivos y, mutatis mutandi, la Unión Europea para los países de Europa.

Puede que la humanidad esté, en estos tiempos de pandemia, desconcertada por la ausencia del Gran Desconocido que, deduzco saltando en el vacío, respeta escrupulosamente la libertad para hacer el bien o para hacer el mal con la que parece nos dotó. (Aquí ya entramos en la metafísica que puede ir en paralelo con la física y, quizás un día, converger en un mundo entrópico). La libertad es el mayor bien que poseemos. A nosotros todos nos toca cultivar la capacidad de discernimiento y reorganizar las condiciones materiales de existencia con soporte cultural y apoyos simbólicos. La COVID-19 es el primer gran reto a la humanidad en su conjunto. Al ser global, la respuesta también ha de ser global desde las especificidades culturales. Una prueba inmediata (esperemos) será el proceso de la vacunación universal. Pero hay otra vacunación coadyuvante: la vacunación mental para que sople el espíritu de la solidaridad y de la compasión.

(20 junio 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

43. Dos homenajes
Dº José Infante Martos
Académico de Número y Secretario +

43

martes
2 junio
2020

días de la pandemia /43
Dº José Infante Martos, Académico de Número y Secretario

DOS HOMENAJES


PLAYA DE LA ROCA
(Homenaje a Luis Cernuda)
 
Por estas playas del Sur, bajo la alta roca
que un día lejano cobijó la belleza, la juventud,
la pasión del amor de las que tú hiciste elegía anticipada,
vaga hoy tu sombra como un eco que guarda
la memoria de las olas, la arena ardiente del verano,
el eco cercano de la muerte.

Los años y la historia, el mito del poeta,
han ido levantando un muro de silencio,
la admiración también, el miedo a la palabra inútil
que no supiera expresar tanta hermosura
ni la soberbia arquitectura de tu verso.
Pero hay un círculo ciego y misterioso
en esta playa donde insiste el verano y la belleza,

el efímero amor, la juventud doliente y pasajera
hirieron con sus dardos la juventud dorada por el sol,
condenando la pasión a una muerte segura.
Así cegó fatal toda esperanza y el olvido
se abrió soberbio sobre la luna poderosa de agosto,
cuando siempre vuelve el deseo como una llama
que incandescente sobrevive al tiempo y a la herida.
Así quemó de nuevo con su aguijón cruel tu pecho
otro joven esbelto y rubio como espiga al viento

un mediodía de agosto deslumbrante.

Pero nunca triunfó el amor entre las rocas.

¿Se repitió la historia y fue igual de breve la dicha
y la armonía, la inmensa luz que cegaba tu vida?
¿Cómo puede ser tanta la belleza y tan fugaz
su fuerza y la delicia del goce y las caricias?
Por encima del tiempo aquí lo testifico.
Aquí estuvo Sansueña, el paraíso que creó
tu palabra y que el tiempo cruel ha profanado.
 
SOBRE BERLÍN VENCEJOS
(Wim Wenders)


Para Joaquín de Molina,
para Fran Hernández de Molina.
 
 
El cielo de Berlín no es inocente.
Sobre él vuelan vencejos y despliegan sus alas
como si fueran ángeles malditos,
lobos y cuervos que no se sacian nunca.
Los que elevan el deseo a lugares de espanto.


Por el barrio de Schöneberg
el cielo de Berlín es libre pero acaba
donde un muro se alzaba sepultando la vida.
Por el barrio de Schöneberg, cerca de la
Hollendorfplastz, en el café de Berio sí nace
como una luz distinta que ilumina los límites.


Cuando desde la niebla los ángeles de Wenders
burlan la grisura que el tiempo y la realidad
oscurecían los días, sobrevuelan las calles húmedas
que no tenían futuro. Sobre el cielo de Berlín
que vuelve a ser tan claro, dos ángeles
como vencejos llegan para proteger a la ciudad
antigua que habrá de renacer, de enemigos inciertos.


 
José Infante Martos

42. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (V)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

42

lunes
1 junio
2020

días de la pandemia / 42
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (V)

Caen los sueños uno a uno
y la sangre se estremece.
EUGÉNIO DE ANDRADE

               

De los sueños caídos siempre renacieron nuevas ensoñaciones. Así fue cuando una descolocada teja de la techumbre del pórtico se deslizó por el viento y quebró el ánfora vitrificada que señalaba el paso al atrio de los gentiles. Fue restaurada y se convirtió en un mosaico de Gaudí. Ya no era lo que era antes. No podía serlo. El restaurador o la restauradora la había reconvertido simulando mantener la estructura original, recreando a su vez centenares, miles, de micropartículas que habían desaparecido en un genuino proceso de pulverización. Probablemente era ánfora de pasta de vidrio creada a fuego en el horno púnico -hoy revestido de una pátina color esmeralda- de la colina de Byrsa que domina Cartago. En realidad, la restauración se tradujo en una dolorosa reconversión, incluso estructural, porque la estructura resultante ya no era la que era antes. El día después de la COVID-19, cuando desaparezca como desaparecieron todas las epidemias y pandemias aunque los virus se mantengan semidormidos en nuestro entorno, viviremos días, meses, años, de un decrecimiento considerable de los modelos de sociedades del bienestar, una caída del poder adquisitivo, una inmensa sombra real de desempleo y cierre de pequeños y medianos negocios, una fragmentación de la mundialización, una extensión del hambre y pobreza y, por ende, de la inmunidad de la salud poblacional. Y se hablará del necesario cambio de estructuras, así como de las reconversiones económicas, sociales y mentales. Más de cuatro mil millones de habitantes siguen confinados sin alteridad y nuevas fronteras síquicas delimitan el tiempo y el espacio. La práctica totalidad de la economía está enquistada aunque “desescalándose” con ecos científicos de posibles rebrotes tras el purgatorio dantesco que busca a Bice desesperadamente. La reflexión prospectiva no puede ser de optimismo desabrido. Teresa de Ávila, ¿cómo es posible que Nada te turbe en medio de una larga noche oscura, aunque las utopías razonables amortigüen la duda?

     El sentido de la belleza busca también su reajuste. El gozo parece estar petrificado de repente. Al disfrute del encuentro en el que descubríamos la convivialidad de ida y vuelta se le ha impuesto barreras y máscaras como en la triste Venecia de la peste negra. El Planeta se ha convertido en un pabellón de infecciosos mientras no demuestren lo contrario. Se desbordan el ethos y el pathos en las narraciones de la nueva realidad que inundan la conciencia narrativa. Sin embargo, de esa misma realidad emergen innumerables cadenas de solidaridad que el ser humano no puede ponerlas en cuarentena porque dejaríamos de ser humanos. Esta constatación ontológica ha acompañado siempre, en momentos aciagos y en momentos de bonanza, a la humanidad en marcha. Dimensión de las personas en acción que definen la misma razón de ser y que en su conjunto trasciende al mismo ser. Lo hace trascendente porque la solidaridad y la compasión en el mundo que vivimos no son activos hegemónicos que cotizan en Bolsa sino dimensiones arraigadas en el diseño del propio ser humano, cuyo uso de la libertad puede convertirlo en pertinaz insolidario. ¿Por qué Ana Botín, presidenta de uno de los primeros bancos del mundo, ha afirmado que “la solidaridad no es caridad”? (EL PAÍS, 16/5/2020). Porque bien sabe que ambas acciones, aquí y ahora, hoy, se complementan con carácter de urgencia. Cierto es, por otro lado, que en las situaciones de catástrofes hay quienes se aprovechan de los males ajenos, máxime en unas coordenadas de globalización y de ausencia de regulación de la cantidad y de la calidad. (Producción de mascarillas que no protegen, producción de tests que no son válidos, especulación en los mercados, subida incontrolada de los precios de bienes de primera necesidad e, incluso, de productos para la higiene necesaria, etc.). La COVID-19 ha incrementado desorbitadamente las desigualdades sociales y económicas, lo que requiere sin la menor duda las intervenciones intensivas de los poderes públicos, así como la movilización del sector privado, ya que no estamos en la Edad Media y las informaciones que nos llegan en tiempo real son portadoras de inquietud grande.

     Es muy probable que las valoraciones de las nuevas motivaciones para el consumo de bienes y de objetos nos descubran cambios sustanciales. Se dará más valor a la vida que al objeto. Se dará más valor a la seguridad personal que a las demandas de hipotecas. (Un hecho significativo apenas tratado por los medios de comunicación: los que pueden, han regresado a la compra de lingotes de oro en el silencio de la transacción. ¿Regresa el patrón oro?). Se dará más valor a la dignidad de la persona humana que a la persona como objeto de cambio en las relaciones económicas y laborales. No cabe la menor duda que la pandemia ha abierto la caja de Pandora cuyos efectos podremos constatar a lo largo de los próximos diez años. Ha abierto también un inmenso campo al pensamiento y a la filosofía que intentarán reflexionar, a veces en tensión dialéctica con algunos diseños económicos y financieros, sobre las crisis abiertas en casi todas las sociedades del mundo y sobre las eternas preguntas: ¿quiénes somos?, ¿para qué estamos aquí?, ¿a dónde nos dirigimos?, ¿a dónde iremos después de morir? También hay un campo abonado para los urbanistas, que deberían tener voz para aconsejar las mutaciones y reformas que serán necesarias en la reorganización del territorio y el concepto de ciudad que, al sobrevolarlas, o al pasearlas, constatamos fracturas sociales en el hábitat que se guardaban en el cajón de los silencios. Será necesario revisar la dicotomía centro-periferias de las aglomeraciones urbanas. El mundo periurbano soporta el mayor peso de los desequilibrios sociales y económicos. Las ciudades fueron los principales focos epidémicos. Dicen que el metro de Nueva York fue el principal agente de contagio. Como no todo puede ser utopía razonable, parecería socialmente urgente abordar en pospandemia un real policentrismo de las ciudades para que el ciudadano se sienta igual en bienes y servicios, incluidos los culturales y los sanitarios de proximidad, como igual lo es a la hora de nacer o a la hora de morir. ¿Se está a tiempo de descentralizar las zonas urbanas a los arrabales rurales con alternativas de diseño horizontal como alternativa a la construcción vertical? El ser humano, hoy como ayer, necesita recuperar su papel de elemento de la naturaleza. Probablemente la sentencia medieval de que la ciudad nos hace libres debería revisarse con los datos en mano de la actual pandemia, del cambio climático y de un eventual conflicto nuclear o químico. La ciudad aglomera cantidad y suele olvidarse de la calidad de todos y de cada uno de sus habitantes. Y recurre a Santa Bárbara cuando se desencadenan rayos y tormentas devastadoras.

    La COVID-19 no ha detenido la carrera de armamentos, los viajes al espacio, las pruebas nucleares, las acciones del terrorismo yihadista, el tráfico de drogas, las mafias que controlan la emigración (aunque el coronavirus ha hecho descender la intensidad), el mercadeo mundial de productos sanitarios falsos y no contrastados, la relación de fuerzas entre las grandes potencias, en particular Estados Unidos y China. Uno de los aspectos  más escabrosos podría ser el secreto de laboratorio e industrias en la elaboración, ulterior producción y distribución a miles de millones de personal de la vacuna (o las vacunas) y de los fármacos para un eventual tratamiento de la enfermedad. Dos grandes polos en competición, China y Estados Unidos, a los que podríamos añadir países de la Unión Europea que despierta y también Israel. Asunto de patentes y de miles de millones de beneficio en perspectiva. ¿Cómo es posible, ante una pandemia tan letal que sigue extendiéndose por el planeta, que este tipo de competitividad y secreto industrial esté condicionando los recursos de la ciencia, de la investigación básica, de la industria y de los circuitos de distribución y venta? ¿Qué poder regulador a escala mundial tendría autoridad moral y política para que vacuna y fármaco, cuando lleguen, sigan los criterios de una justicia distributiva con “precios políticos” y que no sean objeto de una especulación en el mercado global que penalizaría a más de la mitad de la población mundial? ¿Acaso estamos informados que tres mil millones de habitantes no disponen de agua potable ni de jabón para lavarse las manos? ¿Cómo esos tres mil millones, más los que se añaden hoy por la grave crisis económica y social que nos azota, van a poder pagar la vacuna y el fármaco? Y cabría preguntarse también si esa enorme población mundial desfavorecida dispondrá de una estructura sanitaria de diagnóstico, de un médico, de un asistente sanitario, incluso de un misionero, para ser vacunada (siempre que les llegue a tiempo la vacuna), para ser beneficiaria del fármaco (siempre que el fármaco también les llegue). ¿Quién pagará toda esta campaña mundial que esperamos esté próxima? La COVID-19 ha puesto en evidencia los grandes desequilibrios y desigualdades terrenales. Ivan Illich, que era un filósofo soñador con los pies en la tierra y talante de profeta, en uno de sus libros hacía referencia a ciertos medicamentos que se distribuían en el llamado Tercer Mundo y que eran prácticamente placebos producidos a muy bajo costo. Es decir, algunas mafias engañaban y comercializaban aspirina y penicilina que no eran ni aspirina ni penicilina. Las personas no sanaban y muchas terminaban muriendo. Hace años, lo encontré en Brasil en donde yo estaba destinado y en donde él vivía. Le pregunté: ¿todo esto es cierto? Y me respondió: lamentablemente todo esto es cierto. Y reflexioné: muchas vidas humanas entran en el cesto de las mercaderías prematuramente perecederas. 

En estos momentos de fuertes confrontaciones poliédricas, afirmar que la “solidaridad no es caridad”, como lo dijo Ana Botín, me parece resultado de uno de los más finos análisis que, como persona y financiera, se ha hecho en plena crisis mundial. El mundo de la economía y de las finanzas no incluyó a la solidaridad ni como un factor ni como un valor cotizable. (El ejemplo más patente, los Estados Unidos). Sin embargo, Ana Botín ha tenido la inteligencia y la sensibilidad de incorporarla a ese mundo desde su posición destacada y destacable. E interpreto que al afirmar que la “solidaridad no es caridad”, está poniendo en valor dos caras de la misma moneda de la acción necesaria y de reconstrucción y justicia distributiva en función del interés general y del bien común de las personas concretas que conviven en la sociedad española que atraviesa momentos trágicos. Pienso que la declaración de Ana Botín, presidenta del Santander, sienta una nueva doctrina en la teoría y en la política económica con lógica repercusión en la política de rentas, más allá de las obras sociales de las entidades bancarias.

(1 junio 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

41. Ronda skyline
Dº Sebastián García Garrido
Académico de Número +

41

lunes
1 junio
2020

días de la pandemia / 41
Dº Sebastián García Garrido, Académico de Número

Título: Ronda skyline (tríptico)Fecha: 30 mayo 2020
Técnica: Dibujo vectorial
Soporte: Impresión arte giclée sobre lienzo arte, en bastidor de exposición
Tamaño: 70×100/85×100/70×100 cm.

40. LAS GRANDES PANDEMIAS Y SU INFLUENCIA SOBRE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD
Dº Elías de Mateo Avilés
Académico de Número y Vicepresidente +

40

lunes
25 mayo
2020

días de la pandemia / 40
Dº Elías de Mateo Avilés, Académico de Número y Vicepresidente

LAS GRANDES PANDEMIAS Y SU INFLUENCIA SOBRE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Las pandemias, con su rastro de horror, muerte, sufrimiento y ruina han acompañado siempre a las sociedades humanas desde los orígenes de la civilización. Hasta ahora, los historiadores habían dado poca importancia a su influencia en el devenir de las sociedades humanas, salvo, quizás, la Peste Negra del siglo XIV. Con bastante probabilidad, las pandemias resultaron decisivas para torcer, en demasiadas ocasiones y en sentido negativo el curso de la historia.

La decadencia y caída del Imperio Romano, junto a otras numerosas causas, hay que explicarla, también, por la influencia de la llamada Peste Antonina, de finales del siglo II. Al freno de la expansión del Imperio Bizantino en el siglo VI y a la posterior expansión del Islam debió contribuir, en gran medida, la llamada Plaga de Justiniano. Y al abrupto final del esplendor de la Cristiandad occidental medieval durante los siglos XI, XII y XIII, la Peste Negra del siglo XIV.

Habría que analizar si la Gripe de 1918 contribuyó, más de lo que pensamos, a retrasar y a lastrar la recuperación de Europa tras la I Guerra Mundial, y, por tanto, lejanamente, al surgimiento de la crisis de los años 30, de los fascismos y al desencadenamiento de la II Guerra Mundial.

Es posible distinguir una gran pandemia, como la actual, que surge de pronto, se extiende rápidamente alcanzando una gran extensión geográfica y causa en poco tiempo un alto índice de contagios y una mortandad que puede alcanzar millones de víctimas con los brotes recurrentes e importantísimos de enfermedades infecciosas que han acompañado a los seres humanos durante siglos e incluso milenios, como la tuberculosis, la sífilis, la polio o, incluso, la viruela y que han causado, también muchísimas víctimas y sufrimientos.

Parece confirmarse por lo que está ocurriendo en el mundo en este año 2020 que las pandemias similares a la actual surgen casi siempre en China. Así sucedió en los casos de la Peste Antonina, de la Plaga de Justiniano, de la Peste Negra y, quizás, de la Gripe de 1918. Las tres primeras llegaron al mundo mediterráneo y al resto de Europa a través de la Ruta de la Seda, bien a través de su vía terrestre, bien a través de la marítima. En el caso de la Gripe de 1918 hoy más que nunca no debe descartarse que fuese traída a Europa por los trabajadores chinos desplazados con motivo de la I Guerra Mundial.

Es casi seguro que este tipo de catástrofes siempre surgen en el momento en que tenemos un mundo profundamente interconectado y con sociedades en el momento cumbre de su esplendor económico y social, con un importantísimo trasiego de mercancías y personas a largas distancias.


39. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (IV)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

39

lunes
25 mayo
2020

días de la pandemia / 39
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (IV)

La muerte simplemente le llegó
como se hace la noche cuando se marcha el día
VICTOR HUGO
                                                                                

Hoy la sombra negra de la Tierra es la que ilumina el universo y es la que aprisiona la empatía del abrazo. Negrura, horror, espanto, miedo. Espera en la esperanza en las batas blancas y en los microscopios electrónicos o en el mensaje sobre nuestro propio terruño de la gran mística Teresa de Ávila cuando exclamó «Nada te turbe». El sol y la luna se han revestido de luto. En el mundo se hizo el silencio. Las calles y las plazas del mapamundi están vacías porque la vida quedó confinada en sus aposentos para protegerse de una amenaza viral que hace estragos y que genera un pavor universal. En Navidades, hace apenas unos meses, este escenario desolador era inimaginable salvo en los guiones de la ciencia ficción. 

Miles de millones de personas concretas sienten el terror del silencio y el rechazo a los plazos indefinidos de la muerte y de la vida. Miles de millones de personas con sus propias cosmogonías, culturas y creencias, se preguntan ¿por qué aquí y ahora cuando la humanidad y las sociedades del bienestar o del no bienestar pensaban que, todos juntos, éramos invencibles e inmunes, gracias al poder acumulado de ciencia, historia y filosofía, a todo ataque visible o invisible que nos viniera del exterior? Pero al parecer, ese ataque nos llega de la complejidad evolutiva de la naturaleza en donde el ser humano suele manipular con demasiada frecuencia. La COVID-19 proviene de nosotros mismos con nuestro entorno medioambiental. El virus no llovió sobre el Planeta tierra desde un objeto volador no identificado. Es un virus a ras de la superficie del globo que ha transitado más velozmente que otros por las avenidas de la globalización y cuyos efectos nocivos por ello se han calificado de pandemia y es transmitido en tiempo real como unos juegos olímpicos o como fue la Guerra del Golfo: asépticas estadísticas cuando cada número tiene nombre, apellidos y una historia personal y familiar. Son estas personas concretas las que iluminan la actual negra sombra de le Tierra. 

El virus no entiende de fronteras y es transportado por la movilidad humana internacional, intranacional o en el interior de un supermercado un hospital desprotegido o una residencia de ancianos. Todo el mundo tiene miedo, lo que es muy humano, trátese de grandes potencias, países ricos o países pobres. Y todos esos países tienen un denominador común: ni tratamiento fiable ni vacuna preventiva. Pero también existen grandes desigualdades sanitarias que en los más descartados el miedo se suele acompañar con la resignación o con la ideología del fatalismo. Y si nos referimos a las estadísticas de muertes y sanados; de mascarilla y guantes; de respiradores, de UCI bien equipadas; de personal sanitario e infraestructuras; de la investigación fundamental, el rigor y la disparidad es flagrante. A título de ejemplo: ¿en qué condiciones se encuentran los 5 millones de refugiados sirios o la capital de Nigeria, Lagos, con casi 15 millones de habitantes? ¿O los campos de refugiados palestinos al sur del Líbano? Ellos iluminan sin duda la sombra negra de la Tierra.

La incidencia de este virus agresivo y agresor aún no se puede cuantificar (¿cómo cuantificar el dolor de cada persona y cada familia?) en sus aspectos sociales, económicos y políticos a corto, medio o largo plazo. Los cálculos han empezado siendo locales y nacionales pero, al tratarse de pandemia, sus repercusiones en un mundo interconectado serán mundiales y afectarán directamente al estilo laminar de la globalización, a las relaciones internacionales, a la reconstrucción industrial muy ligada a la economía real, a las nuevas formas de funcionamiento de las sociedades. Y se planteará (ya se está en ello) poner en valor el nuevo factor de la solidaridad intranacional y mundial. La investigación científica y tecnológica aplicada se espera sea una de las altas prioridades en la prospectiva.

Es previsible que el hambre, la pobreza y las tasas «naturales» de mortalidad aumenten en el mundo con millones de desempleados, muchos sin casas ni domicilio fijo, lo que disminuiría la capacidad inmunitaria de determinadas poblaciones. De momento, FUNCAS estima en un 34% el índice de desempleo sin se incluyen los ERTES. La pobreza y la estrepitosa caída del poder adquisitivo es una trágica consecuencia que conocen bien las asociaciones de ayuda y de solidaridad como lo es CÁRITAS, a título de ejemplo. Solamente una voz moral unitaria ha resonado en el mundo, la del papa Francisco con las estructuras éticas de solidaridad que de él dependen a pleno rendimiento. Habrá que ir reflexionando sobre una restructuración de la ONU, como cuando su fundación en la Conferencia de San Francisco tras la II Guerra Mundial. 

Al final de esta pandemia, que la Universidad de Harvard estima pueda ser en 2022 (en el entretanto, se esperan tratamientos y vacunas producidas en miles de millones), el mundo no podrá ser el mismo que habíamos conocido antes de la pandemia viral ni en la economía ni en el desarrollo de las sociedades. Es imaginable un fraccionamiento de la globalización al son de las grandes potencias, en particular China, Rusia y Estados Unidos. Europa, inicialmente ausente en la coordinación de la COVID-19, (aunque no en los económico y financiero, tiene el desafío de renacer con energías unitarias cual Ave Fénix. Al miedo le queda aún un largo recorrido. Cierto es que toda epidemia/pandemia constatada por la historia desapareció por sí sola. Una referencia muy localizada: el Renacimiento emergió tras la devastadora peste bubónica. Espera en la esperanza…

Mientras tanto, observaremos la negra sombra de la Tierra con la luminaria del recuerdo de los que fueron y son sus víctimas.

(25 Mayo 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

Dº José Infante Martos I NECROLÓGICA ANTONIO BONET CORREA

sábado
23 de mayo
2020

 Actividades de Académicos
Dº José Infante Martos, Académico de Número y Secretario 
NECROLÓGICA ANTONIO BONET CORREA

Dº Francisco Ruiz Noguera I El territorio de la imaginación

jueves
21 de mayo
2020

 Actividades de Académicos
Dº Francisco Ruiz Noguera, Académico de Número  
El territorio de la imaginación

Artículo publicado en el diario Sur
en el XX Aniversario del fallecimiento de Rafael Pérez Estrada

38. Estado de alarma Dº Suso de Marcos
Académico de Número +

38

sábado
23 mayo
2020

dias de la pandemia/ 38
Dº Suso de Marcos
Académico de Número

Título: Estado de Alarma
Técnica: Acrílico y óleo sobre madera
Medidas: 60 x 40 cm
Año: 2020

foto: José Luis Gutierrez

37. «Una visita de K” I y II Dº Fernando de la Rosa Ceballos
Académico de Número y Tesorero +

37

jueves
21 mayo
2020

dias de la pandemia/ 37
Dº Fernando de la Rosa Ceballos
Académico de Número y Tesorero

Título: «Una visita de K” I y IITécnica: Fotografía, cal y óleo sobre cartón.
Dimensiones: 16,5 x 12 cm.
Año: 2020

36. La genealogía del vacío
Dº José Infante Martos
Académico de Número y Secretario +

36

miércoles
20 mayo
2020

días de la pandemia /36
Dº José Infante Martos, Académico de Número y Secretario

LA MIRADA CIEGA


I
 
Pensativa la tarde va diluyendo su gracia
primaveral y el aroma a azahar que esparce
el airecillo suave que preludia
la humedad de la noche de abril,
cuando la crueldad del abandono
y la desdicha caen como un veneno
letal sobre los labios que aún ansían
la dicha de la pasión.
 
Parece detenido el tiempo entre tus brazos
un momento tan solo, pero hay nubes
que amenazan y sombras que interponen
su oscuridad y su silencio, hay una campana
lejana y casi hueca que devuelve a la realidad
lo que pudo haber sido un sueño fugaz, solitario,
de paz, de serenidad y de armonía.
 
II
 
No es una sensación nueva, algunas otras veces
ha acudido hasta ti, el hartazgo, el asco, el desaliento
ante una realidad que no es solo siniestra y repetida.
Es esa clara conciencia que en otras ocasiones llega
cuando en mayo los días avanzan y la luz te condena
a un brillar que no es cierto, ni claro, ni benéfico. Este
sentir con saña la inútil existencia como amarga condena
que ya alarga sus días en un inútil y mísero ritual
que viene repitiéndose como una grotesca mascarada
 
 
III
 
 
Llega la noche y no tiene sentido,
una mañana absurda sucede a otra mañana.
Los días se hacen lentos y pesados e inútiles.
Nada escribe su nombre sobre el viento que pasa.
Y todo se desliza con la misma amargura
como si fuera un poder superior quien ordena
que el tiempo no termine de ser una paloma.
Hay señales que dicen que la muerte se acerca
y los años te vencen con toda la violencia
de un enemigo fuerte, cruel y despiadado.
Las palabras no tienen el sentido que antes
daban al sentimiento, al placer, al olvido.
 
Todo se ha detenido como un campo de espuma,
que tiene un ritmo propio, que es el de la derrota.
 
José Infante Martos

35. Sobre la “Biblioteca Antigua” de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo
Dª Rosario Camacho Martínez, Académica de Número y Vicepresidenta +

35

miércoles
20 mayo
2020

días de la pandemia / 35
Dª Rosario Camacho Martínez, Académica de Número y Vicepresidenta

Sobre la “Biblioteca Antigua” de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo

Como ingresé en la Academia de Bellas Artes de San Telmo hace bastantes años, tuve tiempo y oportunidad de trabajar con sus libros. Era una biblioteca especializada, interesante, con una serie de libros que entonces no encontraba en ninguna otra de Málaga. Estaba instalada, como la propia Academia, en el Museo de Bellas Artes en el Palacio de Buenavista y se trabajaba bien allí. Rafael Puertas, Director del Museo, era el Académico Bibliotecario y, antes de llegar a su despacho, había un antedespacho amplio donde estaba el mueble-biblioteca, siempre custodiado por Conchita Aizpurúa, la amable secretaria del Museo, que tantas cuestiones nos resolvía.

Pero cuando en 1996 la Junta de Andalucía adquirió el Palacio de Buenavista para instalar el Museo Picasso, el Museo de Bellas Artes, junto con la Academia, fueron desalojados y nuestros enseres, incluida la biblioteca, quedaron custodiados por el Museo, primero en el Palacio de la Aduana y después, mientras se rehabilitaba este edificio para instalar el Museo de Málaga, en el Parque Tecnológico. Ligada desde siempre al Museo, que se inauguró en diciembre de 2016, la Academia cuenta ahora con una importante sede en este palacio, con espacio para la biblioteca.

Ha sido en 2019, y gracias a las gestiones de nuestro presidente, cuando esa sede se ha amueblado y puesto a punto, e inmediatamente hemos empezado a inventariar los libros, que estaban perfectamente preparados y conservados como fruto de una mudanza perfecta por parte del Museo. Para ello hemos contado, desde comienzos de febrero de 2020, con la ayuda de dos becarios de la Universidad de Málaga que se han integrado a través de un convenio de cooperación educativa en un programa de prácticas externas para alumnos del último curso de la licenciatura. Y siempre contando con la inestimable ayuda y disposición favorable de la Directora del Museo, María Morente, y el personal del mismo

Nuestros becarios, Javier Luque (Historia del Arte) y Juan Manuel Garrido (Historia) son dos estudiantes de cuarto curso de su respectiva licenciatura,  inteligentes y activos que han resuelto muy bien su trabajo. Nuestro proyecto enfocaba a uno de ellos hacia la ordenación del archivo que coordinaba mi compañera Mª Pepa Lara, como archivera bibliotecaria de la Academia, y el otro hacia el inventario de la biblioteca, que yo he coordinado, y hemos contado también con el ofrecimiento de ayuda de los académicos Marion Reder y Rafael Martín Delgado. Después de impartir unas normas y clases iniciales en ambas líneas de trabajo, decidimos apoyar más la labor de la biblioteca que habíamos empezado antes, con la idea de terminar una de esas líneas. Pero no ha sido posible. La expansión del coronavirus hizo que el 12 de marzo fuera nuestra última tarde de trabajo,  ya que se cerraba la Universidad y el Museo de Málaga, y nuestro trabajo quedó incompleto, cuando faltaban sólo una o dos jornadas para terminar el inventario de lo que hemos llamado la biblioteca antigua.

Cuando íbamos abriendo las cajas y desenvolviendo cada uno de los libros, había momentos magníficos. Era emocionante encontrarte con las ediciones completas de los Viajes de Antonio Ponz, o el Diccionario de Ceán Bermúdez, el de Milizia,  el Manual del arte decorativo de  Blanco Coris, el Museo Pictórico y Escala Óptica de Palomino,  el Libro de los Retratos de Pacheco, o la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, diversos álbumes recopilatorios de dibujos de los siglos XVI al XVIII (Callot, Flaxman, otros), diferentes historias del arte, tratados de pintura, escultura, arquitectura, algunos libros de ciencias, los Recuerdos y Bellezas de España de Pí y Margall o los de Quadrado y Parcerisa, varias ediciones del Quijote, poesía, etc. Se han inventariado hasta ahora 629 volúmenes, y no sobrepasamos los 700, pero el último, que no llegué a ver pero que está reseñado en el inventario de cajas realizado por Amor Álvarez, que nos servía de base, recuerdo cuando se compró; se trata de una edición francesa del libro de Carlos Bundeto  El Espejo de la Muerte, del siglo XVIII. Alfonso Canales tenía en su magnífica biblioteca la edición de Amberes en castellano y, siempre en contacto con librerías de anticuario, cuando este ejemplar salió a la venta lo comunicó a la Academia para su compra.

Había pensado escribir un artículo para dar a conocer este tesoro que se está inventariando y que ahora nos espera en su mueble-biblioteca, pero el maligno virus ha limitado estas intenciones.

No obstante, no me resisto a intervenir en esta sección de Días de la Pandemia para adelantaros algo. Quizá porque una de mis líneas de investigación es la iconografía, quiero referirme a una edición en cinco amplios volúmenes del Tratado de Iconología de Cesare Ripa, de la que  incluso tomé alguna imagen con el móvil. De la obra de Ripa Iconologia overo descrittione dell’imagini universali  se han hecho muchas ediciones, publicándose la primera en Roma en 1593; era un libro sencillo en cuarto, con la descripción de las alegorías ordenada alfabéticamente. No fue hasta la tercera edición (Roma 1603) cuando aparecieron los grabados que ilustran los conceptos; además esa edición se acrecentó con nuevas alegorías que enriquecen ampliamente el texto, que fueron elaboradas por Ripa, lo que hizo también en otras ediciones publicadas hasta su muerte, en 1622. La que tenemos en Málaga es una edición de Perugia (patria de Ripa) de 1764, muy posterior a la fecha de muerte del autor y muy ampliada, que llevó a cabo el abate Cesare Orlandi, quien es también autor de las nuevas alegorías y algunos de los diseños. Además a él se debe el primer intento de sistematización de la biografía de Ripa.

Al ser una obra tan amplia otros autores intervinieron. Orlandi y Carlo Mariotti fueron diseñadores y Joseph Sforza Perini, F. Facenda y Carlo Grandi colaboraron en la ejecución de los grabados que son buenos y muy ricos en su contenido, como los de Ripa, y hay mucha variedad. Revisando el libro me llamó la atención la alegoría de la “Anatomía” porque la protagonista es una mujer, algo insólito ya que entonces, y aún mucho después, era una actividad absolutamente vedada a las mujeres; una imagen que no ofrece lugar a dudas porque el texto desarrolla la explicación “Vecchia matrona avanti una tavola, sopra cui si miri un cadavere, ed che viene dalla detta scarnificato. Abbia al naso gli occhiali osservi attentamente le incisioni che vien facendo…”. En los grabados y pinturas que nos muestran los teatros anatómicos de la época, no aparece ninguna mujer, ni siquiera en otras actividades menos comprometidas. Pero me interesaba el tema, que en principio consideraba una rareza iconográfica, pero hasta cierto punto porque la Cirugía, la Alquimia, también estaban representadas por figuras femeninas. Tanto Ripa como Orlandi utilizaron la imagen en función del concepto y el género gramatical de la actividad que se desarrolla. Es evidente que al autor no le importó incluir la imagen de la mujer en estas actividades. No se si pudo ser cuestionado por la sociedad de la época, pero en cualquier caso la edición tuvo una magnífica acogida, pues como indica Adita Allo Manero en el prólogo a la edición española de la sienense de 1613, que publicó la editorial Akal en 1987, fue realizada mediante un sistema de suscripción, figurando al final una amplia lista de personalidades de toda Italia para su adquisición.

                                                                                   

                                                                                            
Rosario Camacho Martínez
Málaga, mayo 2020

34. OBRAS DE LA PANDEMIA I, II, III, IV
Dº José Manuel Cabra de Luna
Académico de Número y Presidente +

34

martes
19 mayo
2020

días de la pandemia / 34
Dº José Manuel Cabra de Luna, Académico de Número y Presidente

OBRAS DE LA PANDEMIA I, II, III, IV

TÍTULO: Obras de la Pandemia I
Técnica: Acuarela sobre papel
Medida: 32,8 x 56 ctms.




TÍTULO: Obras de la Pandemia II
(Líneas irregulares en todas direcciones y tres colores)
Técnica: Tinta acrílica sobre papel
Medida: 23 x 23 ctms.




TÍTULO: Obras de la Pandemia III
(“catorce más uno”)
Técnica: Tinta acrílica sobre papel
Medida: 23 x 23 ctms.




TÍTULO: Obras de la Pandemia IV
Técnica: Acuarela  y tinta acrílica sobre papel
Medida: 38 x 38 ctms.

33. Travesía Nocturna en Carretera
Dº Sebastián García Garrido
Académico de Número +

33

martes
19 mayo
2020

días de la pandemia / 33
Dº Sebastián García Garrido, Académico de Número

Travesía Nocturna en Carretera

La sucesión de cometas pares
raudos ruedan radiantes montaña abajo
azogados hacia los rojos bilúcidos
que en su huida se pierden
entre el negro de cordillera silueteada
sobre luminoso azul de Prusia.
 
Sembrado de luceros afilados
en que gana altura la intensa
luz blanca de luna
que divisa todo y a su vez
atrae la mirada enternecida
por su tono cálido de la noche temprana.
 
Momento propicio a que los corazones
se ablanden y emitan ondas que buscan
ondas complementarias en equilibrio
que despiertan desenfadado amor de los sentidos.
 

Sebastián García Garrido
Sin fechar

32. Estanque vertical
Dº Sebastián García Garrido
Académico de Número +

32

lunes
18 mayo
2020

días de la pandemia / 32
Dº Sebastián García Garrido, Académico de Número

Título: Estanque verticalDibujo vectorial
Medidas: 100×100 cm
Año: 2020

31. ESPAÑOLETA
Dº Fernando Pérez Ruano
Académico Correspondiente en Madrid +

31

viernes
15 mayo
2020

días de la pandemia / 31
Dº Fernando Pérez Ruano, Académico Correspondiente en Madrid

ESPAÑOLETA

Ningún músico envuelve a su instrumento con sus brazos como el guitarrista lo hace con su guitarra. Apoyada en su regazo y, acariciada con sus dedos, esta, la guitarra, suena y suena a España. La España que ahora, amenazada por este enemigo universal de nombre alfanumérico, enmudece y sobrevive como puede; la España que busca el ocio, en unos casos, y el amparo emocional, en otros, en la magia de unas frecuencias sonoras, esas a las que llamamos música. La que nos acompaña a diario y en casi todas partes sin que nos demos cuenta. Frecuencias con las que convivimos de forma casi involuntaria pues forman parte de nosotros mismos, de nuestra esencia como seres humanos, de nuestra cultura como pueblo y de nuestro patrimonio sonoro universal.

La guitarra suena a España y España hoy suena…. serena, inquieta, nostálgica, triste, solidaria, optimista, esperanzada y, ¿quién sabe a cuántos cientos de cosas más suena hoy España?

Españoleta suena a España y a su amalgama, reducida y condensada esta en solo tres variaciones: la serenidad galante de su tema inicial nos evoca la naturaleza de nuestro pueblo como cultura y su reexposición final, tras las tres variaciones mencionadas, nos alumbra la esperanza en la recuperación de nuestra idiosincrasia más genuina y auténtica. Españoleta suena a España y a su amalgama.

30. TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (III)
Dº Francisco Carrillo Montesinos
Académico Emérito +

30

viernes
15 mayo
2020

días de la pandemia / 30
Dº Francisco Carrillo Montesinos, Académico Emérito

TIEMPOS DE UTOPÍAS RAZONABLES (III)

La fobia del contacto gobernará cada vez menos 
el pacto del individuo con lo social.
EDUARDO PORTELLA

               

Pienso es opinión compartida que la luz verde para una salida escalonada del enclaustramiento depende de los científicos y no de los políticos, de los economistas, de los juristas, de los psicólogos e incluso de los sociólogos. Los pobladores de este mundo ensombrecido se han ido familiarizando con palabras que no entraban en el reducido léxico de las conversaciones cotidianas: epidemiólogos, virólogos, biólogos moleculares, intensivistas… Recuerdo hace más de cincuenta años mi primera experiencia visual de uno de esos que hoy se le llama «bichito»; era el de la sífilis aumentado con un microscopio casi de la época de Ramón y Cajal con el que mi padre hacía sus investigaciones y constataba una infección. Afortunadamente para los contagiados, ya en aquellos años Fleming había descubierto la penicilina. Y había curación si a tiempo se intervenía. Para la lepra, de la que mi padre sabía algo, llegaron fármacos a España que sanaban al enfermo si se llegaba a tiempo. (Esto lo constató en una reunión científica en Holanda por los años de 1950). Recuerdo vagamente que mi padre tenía unos cuadernos de seguimiento con los contactos del que padecía la enfermedad de Hansen, ya que él estaba convencido, por experiencia clínica, que solamente se contagiaba por promiscuidad. En mi memoria aún quedan trazas de aquellos bizcochos que, sobre todo en Navidades, obsequiaban los contagiados a mi padre y que eran comidos en familia. Microscopio elemental, experiencia clínica con afecto y el sentido común de aquella generación de médicos pioneros de sus especialidades, pero con amplios conocimientos de la Anatomía Patológica de la época. Cuando llegaban los resfriados familiares, (la gripe) algún refuerzo vitamínico, siete días de cama y exigencia de ventanas abiertas durante parte de la mañana para lo que se reforzaban las mantas de la cama. Claro que había infecciones más graves que desconocía pero que me daban miedo cuando, a veces, acompañaba a mi padre al Hospital Civil Provincial y me comentaba: aquí está el pabellón de infecciosos. Existían focos de lepra en la zona de la costa este de Málaga. El gobierno de la época iniciaba campañas en el exterior para atraer turismo. Me consta que mi padre le comentó a un ministro de sanidad (que no era médico): si la prensa internacional informase que en la naciente Costa del Sol había focos de lepra, no vendría un solo turista. El ministro le concedió recursos sanitarios que era lo que mi padre perseguía. ¿Quién iba a convencer al eventual turista de que la lepra no era contagiosa salvo en promiscuidad?  Estaba localizada en Málaga y provincia, y había mucha menos información de la que ahora disponemos. Prácticamente ninguna a nivel de salud pública. A este respecto, leí, con mi propia experiencia familiar a cuestas, la apasionante novela de José Luis Sampedro, “El río que nos lleva”. El Sanatorio de Fontilles era para mí una referencia de realismo mágico como lo es la isla de Molokai. La enfermedad bíblica causaba pavor.

El COVID-19 también causa terror a nivel mundial. El problema parece se está extendiendo más allá de las fronteras europeas y de Occidente en el mal llamado Tercer Mundo. Los ciudadanos y las familias tienen miedo. Muchos no infectados se preguntan qué va a pasar cuando salgan a la calle. Una cosa son las estadísticas contables de cada día y otra es la realidad invisible de esta pandemia, cuya colecta de datos será muy aleatoria entre las zonas urbanas y las rurales. Ya saltó a África en donde hay estimaciones de que habrá diez millones de infectados, pero la tendencia actual, probablemente por falta de datos, no confirma esta estimación a la fecha de hoy. ¿Y cuántas muertes? En América Latina avanza. En Singapur, que era un paraíso viral, ya ha penetrado y rebrota en Alemania y en Corea del Sur.

Por profesión, me tocó viajar algo por los cinco continentes. Tomaba mis medidas; tenía un amplio carné internacional (de color amarillo) de vacunaciones. Si iba a zonas de malaria (Amazonas o África) tomaba cloroquina (una pastilla diaria, tratamiento que hoy está más simplificado, pero aún no hay vacuna). No bebía agua del grifo, solamente de botella. Si me invitaban a una casa, nunca echaba cubitos de hielo porque no sabía con qué agua estaban hechos, desinfectaba por si acaso legumbres, verduras por aquello de las amebas, e incluso frutas, etc. Pero cierto era que, aparte la malaria que tiene contagiada a media África, no existía la espectacular trashumancia del COVID-19 facilitada por la globalización de los intercambios comerciales y por los enormes movimientos de población en el mundo (mil doscientos millones el pasado año). 

Veo muy difícil, por el efecto miedo, que el turismo vuelva a moverse sin un fármaco eficaz contra el coronavirus y con una vacuna definitiva. El turismo busca ante todo seguridad en su descanso. Y normalidad de comportamiento. El enclaustramiento y la distancia social han ido potenciando la psicología del miedo que, mucho me temo, no podrá ser superada con la desinfección de ozono ni con la separación de mesas. El turismo no busca el riesgo por mínimo que sea. No va a pasar sus vacaciones con mascarillas y guantes, a las que se habría de añadir gafas blindadas ya que este virus también entra por los ojos. 

El panorama es terrorífico si abrimos las puertas de las casas, y las fronteras, sin tener la certeza de que no habrá una segunda ola que según la OMS podría ser más letal. Es una hipótesis. La salud pública debe ser una alta prioridad aunque el país deba seguir parado al menos hasta el verano. Los epidemiólogos, y la OMS, deberían tener la última palabra. Un buen amigo, investigador de punta en USA, y con amplia práctica clínica, me decía hace unos días que en junio todo podría ir mucho mejor en cuanto a la actividad del virus. Es decir -interpreto- la intensidad de la carga viral puede disminuir y convertirse en una gripe común, a la que se añadiría la gripe estacionaria del próximo invierno. Son hipótesis científicas de peso, que se verificarán al paso del tiempo y de los rebrotes tras las desescaladas. Ya la OMS advierte que deberemos cohabitar con este coronavirus durante algún tiempo, hasta la llegada de la vacuna, si llega, La incógnita sería la evolución en los cinco continentes y la trashumancia del virus que potencie rebrotes. Es muy humano que reine el miedo. ¿Quién desea desescalarse y servir de cobaya humana para así incrementar la tasa de “inmunidad social” que, por demás, es una variable incierta? Es muy humano también que el factor esencial de la economía, la persona/ciudadano, que debe ser el principal por aquello del bien común, no quede desasistido por la incidencia del COVID-19 que se ha impuesto a la voluntad de todos y no por capricho propio. Los ex claustrados nunca deberían estar sometido a las reglas de la ruleta rusa. Complejo laberinto, en el que estamos todos, en el que el Minotauro será vencido definitivamente por una vacuna tras sacrificar a miles de seres humanos en la actual Cnosos. Lo que sí parece consolidarse son las estimaciones de decrecimiento del nivel de vida, con una estimación de 35% de paro (según el Informe FUNCAS), de un menos 13% del PIB, de una fuerte caída del consumo y de un aumento inquietante de las situaciones concretas de pobreza, con incidencias ya constatables en los flujos financieros. Otras hipótesis razonables se basan en la probabilidad de una fragmentación de la globalización, de una restructuración de la deslocalización de empresas y de una transitoria intervención de los poderes públicos en la economía (el regreso de Keynes). Y esto no solamente en España. Cabría preguntarse: ¿Cómo ha sido que casi el 90% de las importaciones de material sanitario básico venga de China? ¿Cómo ha sido posible la no previsión de industrias nacionales estratégicas en materia de salud y sanidad? ¿Por qué una economía basa a veces un 30% en “monocultivos” tales como el turismo y la industria del automóvil que la debilita en cuestiones de días por causa de una pandemia? Es muy probable, al menos razonable, una revisión del concepto de ciudad en donde se concentrarán en algunos años más del 70% de la población mundial (10 mil millones de habitantes) con fragilidad exponencial en esta pandemia o en las por venir? Un reequilibro con las áreas rurales, podría ser el habitat humano, no sólo de agricultores y de trabajadores agrícolas, sino de familias, personas, que trabajen en la industria y en el sector servicios. La prospectiva de hoy puede sin duda ayudar a reordenar el territorio y estar mejor preparados para hacer frente a otras catástrofes naturales (la COVID-19 es una de ellas) que sin duda llegarán estrechamente relacionadas con el cambio climático. Pienso que la creciente población mundial no está formateada para agruparse en grandes concentraciones urbanas con rascacielos en competición, sino para asentarse y distribuirse a través de la tierra del Planeta. Hoy día esto puede ser persuasivo en plena pandemia pero mañana se continuará considerando como utopía para mí razonable.

La COVID-19 es un trágico llamamiento a políticas y a educación prospectiva a medio y largo plazo y a evitar cegueras del cortoplacismo. Se ha echado en falta la presencia, en primera fila, de la Unión Europea, con una ausencia evidente de mecanismos centrales de coordinación a nivel de política sanitaria preventiva. Cada país de la UE ha hecho la guerra por su cuenta para hacer frente a la pandemia. La UE no disponía ni de políticas ni de stocks de material sanitario para emergencias como la COVID-19. Sin embargo, sí funcionaron importantes mecanismos económicos y financieros de apoyo a las economías nacionales. Es previsible que de la actual crisis sanitaria emerja reforzar la UE en las esferas sanitarias, de investigación, de defensa y seguridad así como en lo cultural (que es la gran ausente con la sanidad), y se restructuren los mecanismos económicos-financieros ante la hipótesis de un fraccionamiento de la globalización en donde la Unión Europea está llamada a jugar un papel fundamental en la relación de fuerzas de las grandes potencias o a desaparecer.

(15 Mayo 2020)
Francisco Carrillo Montesinos

Dº º Francisco J. Carrillo Montesinos I Accésit del I Premio Nacional de Periodismo José Ortega Munilla

lunes
11 de mayo
2020

Actividades de Académicos
Dº Francisco J. Carrillo Montesinos, Académico Emérito
La Legión, Primera Brigada Experimental
Accésit del I Premio Nacional de Periodismo José Ortega Munilla

28. SAN TELMO Y LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE MÁLAGA
Dª Rosario Camacho Martínez
Académica de Número y Vicepresidenta +

28

jueves
7 mayo
2020

días de la pandemia / 28
Dª Rosario Camacho Martínez, Académica de Número y Vicepresidenta

DOBLE CONFINAMIENTO

Mis nietos, los mellizos, tienen dos mascotas. No son las más habituales: perros, gatos, tortugas, pajaritos…, ellos tienen dos jerbos, pequeños roedores muy familiares y cariñosos.

Los chiquillos tenían alguna experiencia ya que, al no conseguir que sus padres adoptaran un perrito, como ansiaba Paula, se decantaron por un hamster, Oled, que convivió con ellos casi un año, aunque un día se perdió, debieron cerrar mal la jaula y se marchó. Estuvieron inconsolables.

Un buen día alguien les habló de las excelencias de los jerbos: inteligentes, activos, cariñosos, dóciles, juguetones, aseados, muy predispuestos a la integración familiar, sin necesidades de escapar al ser capaces de encontrar comodidad en sus jaulas, etc. Fueron a conocerlos a Verdecora. Habían dado con su mascota.

Teo decidió portarse muy bien para pedir un jerbo en su carta a los Reyes Magos, y el 6 de enero llegó Elvis. Pequeño, muy blanco, con los ojitos rojos, grandes incisivos, respetable bigote, una larga cola y manos pequeñitas en la que destacaban las uñas. Hizo las delicias de los niños, y también gustaba a los mayores. A mí, francamente, no me hacía mucha gracia verlo correr por los brazos y el cuello de mis nietos, pero reconozco que se adaptaba al juego. Dormía bastante durante el día y por la tarde, cuando los niños terminaban los deberes, estaba muy despejadito y jugaban con él.

Pero, al ser Teo el dueño de Elvis, él jugaba más y no era demasiado generoso en compartir su mascota con los hermanos. Y como la publicidad del vendedor, dado el sentido gregario del animalito, también recomendaba que vivieran en pareja o en grupo, Sergio hizo méritos para tener él su propia mascota y completar la pareja.

Lo consiguió, y llegó Bob. Era más pequeño (bueno es que Elvis, que comía muy bien,  había crecido bastante), parduzco, con ojitos negros vivarachos y cara simpática mostrando sus paletones. Los niños estaban ansiosos por juntarlos. Primero colocaron una jaula al lado de la otra para que se mirasen y reconocieran, y un día pusieron a los dos en la misma jaula. ¡Un desastre! Elvis se revolvió y de un mordisco casi le arranca la cola a Bob. Había que empezar de nuevo.

Cuando estuvo curado y, después de varias intentonas de acercamiento fuera de la jaula, muy observados por sus respectivos cuidadores, al ver que algo confraternizaban, los fueron uniendo y se hicieron muy amigos. Jugaban juntos, como había suficiente comida no había problemas de subsistencia, y tenían dos jaulas para los dos, ya que estaban  comunicadas con un sistema de tubos-toboganes por los que se tiraban a una velocidad endiablada e incluso podían subirlos agarrándose con las uñas, y practicaban un ejercicio extraordinario. Dormían, comían, jugaban y hacían las delicias de los niños.

En estos días de enclaustramiento Elvis y Bob han desempeñado un papel importante. Los niños han llevado bien la reclusión y los jerbos han contribuido en buena parte. No es que estuvieran todo el día jugando con ellos, los padres han procurado que tuvieran sus horarios y respetasen los de los jerbos, no obstante el tiempo de juego ha sido mayor.

Pero hace pocos días Teo lloraba amargamente ante la jaula porque Elvis estaba muy mustio y se le habían caído los dientes. Un amigo de la familia aconsejó deshacerse de él y comprar otro, pero se trataba de Elvis y “otro” no podría sustituirlo, así que lo llevaron al veterinario. Su diagnóstico fue sorprendente. A Elvis no se le habían caído los dientes, se los había roto intentando roer los barrotes de su jaula. ¿Quería huir? Todos estaban desconcertados. Si estos jerbos no sienten deseos de escapar ¿Qué había ocurrido?

He pensado mucho en Elvis. Imaginaba que el animalito había somatizado el estado de ánimo de muchas personas en estos largos días de confinamiento y las terribles consecuencias de todo orden que nos invaden.

 Elvis había preferido perder los dientes, y tal vez la vida, para evadirse, para escapar de esta trágica realidad.  

                                                                                   

                                                                                            
Rosario Camacho Martínez
Málaga 7-5-2020