
miércoles
20 mayo
2020
días de la pandemia /36
Dº José Infante Martos, Académico de Número y Secretario
I Pensativa la tarde va diluyendo su gracia primaveral y el aroma a azahar que esparce el airecillo suave que preludia la humedad de la noche de abril, cuando la crueldad del abandono y la desdicha caen como un veneno letal sobre los labios que aún ansían la dicha de la pasión. Parece detenido el tiempo entre tus brazos un momento tan solo, pero hay nubes que amenazan y sombras que interponen su oscuridad y su silencio, hay una campana lejana y casi hueca que devuelve a la realidad lo que pudo haber sido un sueño fugaz, solitario, de paz, de serenidad y de armonía. II No es una sensación nueva, algunas otras veces ha acudido hasta ti, el hartazgo, el asco, el desaliento ante una realidad que no es solo siniestra y repetida. Es esa clara conciencia que en otras ocasiones llega cuando en mayo los días avanzan y la luz te condena a un brillar que no es cierto, ni claro, ni benéfico. Este sentir con saña la inútil existencia como amarga condena que ya alarga sus días en un inútil y mísero ritual que viene repitiéndose como una grotesca mascarada III Llega la noche y no tiene sentido, una mañana absurda sucede a otra mañana. Los días se hacen lentos y pesados e inútiles. Nada escribe su nombre sobre el viento que pasa. Y todo se desliza con la misma amargura como si fuera un poder superior quien ordena que el tiempo no termine de ser una paloma. Hay señales que dicen que la muerte se acerca y los años te vencen con toda la violencia de un enemigo fuerte, cruel y despiadado. Las palabras no tienen el sentido que antes daban al sentimiento, al placer, al olvido. Todo se ha detenido como un campo de espuma, que tiene un ritmo propio, que es el de la derrota.
José Infante Martos