43. Dos homenajes
Dº José Infante Martos
Académico de Número y Secretario +

43

martes
2 junio
2020

días de la pandemia /43
Dº José Infante Martos, Académico de Número y Secretario

DOS HOMENAJES


PLAYA DE LA ROCA
(Homenaje a Luis Cernuda)
 
Por estas playas del Sur, bajo la alta roca
que un día lejano cobijó la belleza, la juventud,
la pasión del amor de las que tú hiciste elegía anticipada,
vaga hoy tu sombra como un eco que guarda
la memoria de las olas, la arena ardiente del verano,
el eco cercano de la muerte.

Los años y la historia, el mito del poeta,
han ido levantando un muro de silencio,
la admiración también, el miedo a la palabra inútil
que no supiera expresar tanta hermosura
ni la soberbia arquitectura de tu verso.
Pero hay un círculo ciego y misterioso
en esta playa donde insiste el verano y la belleza,

el efímero amor, la juventud doliente y pasajera
hirieron con sus dardos la juventud dorada por el sol,
condenando la pasión a una muerte segura.
Así cegó fatal toda esperanza y el olvido
se abrió soberbio sobre la luna poderosa de agosto,
cuando siempre vuelve el deseo como una llama
que incandescente sobrevive al tiempo y a la herida.
Así quemó de nuevo con su aguijón cruel tu pecho
otro joven esbelto y rubio como espiga al viento

un mediodía de agosto deslumbrante.

Pero nunca triunfó el amor entre las rocas.

¿Se repitió la historia y fue igual de breve la dicha
y la armonía, la inmensa luz que cegaba tu vida?
¿Cómo puede ser tanta la belleza y tan fugaz
su fuerza y la delicia del goce y las caricias?
Por encima del tiempo aquí lo testifico.
Aquí estuvo Sansueña, el paraíso que creó
tu palabra y que el tiempo cruel ha profanado.
 
SOBRE BERLÍN VENCEJOS
(Wim Wenders)


Para Joaquín de Molina,
para Fran Hernández de Molina.
 
 
El cielo de Berlín no es inocente.
Sobre él vuelan vencejos y despliegan sus alas
como si fueran ángeles malditos,
lobos y cuervos que no se sacian nunca.
Los que elevan el deseo a lugares de espanto.


Por el barrio de Schöneberg
el cielo de Berlín es libre pero acaba
donde un muro se alzaba sepultando la vida.
Por el barrio de Schöneberg, cerca de la
Hollendorfplastz, en el café de Berio sí nace
como una luz distinta que ilumina los límites.


Cuando desde la niebla los ángeles de Wenders
burlan la grisura que el tiempo y la realidad
oscurecían los días, sobrevuelan las calles húmedas
que no tenían futuro. Sobre el cielo de Berlín
que vuelve a ser tan claro, dos ángeles
como vencejos llegan para proteger a la ciudad
antigua que habrá de renacer, de enemigos inciertos.


 
José Infante Martos