En un ejercicio de síntesis, presentar esta exposición implica una aventura intelectual y, desde el punto de vista curatorial, supone explicar las vías de actuación y la toma de posición de los comisarios al respecto. Digamos en primer lugar que nos hemos planteado las siguientes interrogantes: ¿Qué es una exposición? ¿Qué es un espacio expositivo? Derivadas de estas preguntas las posibles respuestas son: una exposición es entendida como exhibición de colecciones, como comunicadora de ideas, como actividad del visitante y como entorno. Eso supone, en segundo lugar, aclarar que se ha optado por un punto de encuentro de estos conceptos y un cruce sinérgico metodológico entre dos tipologías museográficas, a saber, la curaduría tradicional (Walter Hopps, Javier Barón) y la curaduría experimental (Harald Szeemann). Todo ello, sin seguir un criterio cronológico y desde un enfoque inductivo para tratar de explicar el tema central que define esta exposición. El mismo tema de la muestra homónima celebrada en el Museo de Málaga entre el 18 de julio y el 8 de septiembre de 2024, es decir, el tema y el objeto de la investigación se dirigen hacia el concepto de imagen y tiempo según el modelo de Aby Warburg y el problema relacional que surge entre estos conceptos gracias a la aplicación de la técnica del montaje. Por un lado, el eje del comisariado tradicional en el sentido de estar ligada esta muestra conmemorativa al Museo, en su acepción moderna, y estar en el marco de la celebración del 175 aniversario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y cuya finalidad fundamental es coleccionar, conservar, exhibir y promover. En el marco de esta tipología tradicional, tras un estudio minucioso sobre ciertos tipos de obras y un profundo trabajo de campo, se han seleccionado, ordenado y están en exhibición, un total de 67 obras a través de 33 nombres de artistas españoles y un corpus de producciones entre pinturas, grabados, esculturas, dibujos, maquetas escultóricas e instalaciones, procedentes del Museo de Málaga, otras colecciones públicas y privadas de Málaga tanto de instituciones como de los propios artistas. Por otro lado, la curaduría experimental, cuya naturaleza es una práctica expandida que se modifica en función de los contextos, espacios, formatos y tiempos, con la intención de que la exhibición de arte se organice como una puesta en escena. Todo ello compromete prácticas y giros como la alteración de la funcionalidad del espacio expositivo. La exposición busca promover la autorreflexión, la pluralidad interpretativa, la creación de vínculos inusuales y yuxtaposiciones, desplazamientos y aperturas, en suma, «el curador como DJ» (J. L. Brea) que selecciona y mezcla, permuta y altera. Dicha experimentalidad va más allá del concepto básico de selección y ordenamiento en el espacio expositivo y de la formulación de los conceptos/argumentos por los que se selecciona las obras y los artistas. Así mismo, Lo que no está escrito, se entiende como una herramienta que cuestiona de forma crítica los límites del objeto artístico (Duchamp) ligado este marco conceptual al de la complejidad del mundo, tanto dentro como fuera del arte. Es aquí en la curaduría experimental (experiencia y experimento) donde los curadores de esta muestra ejercen una suerte de tareas arqueológicas para “descubrir” o plantear “lo nuevo”, “lo escondido”, “lo no mostrado” y lo “no querido mostrar” por los artistas. Por último, el interés por la intensa, duradera y fértil relación de los artistas con el cartón y los embalajes a lo largo de sus carreras; este humilde elemento ha sido compañero de viaje y en muchas ocasiones, soporte para sus pinturas, dibujos y maquetas escultóricas. Entre otras muchas, ésta no ha sido la única razón de utilizarlo como parte del montaje-escenografía de este proyecto; desde el plano simbólico, el embalaje y el cartón son protectores-custodios de las obras que escoltan y salvaguardan el arte.
Pablo Alonso Herráiz / Fernando de la Rosa Ceballos Comisarios